–¡Vittya! ¡Concéntrate!
Yakov gritaba desde el borde de la pista, mientras en el centro de ésta un adolescente de cabello plateado se deslizaba al ritmo de Rondo Capriccioso de Camille Saint-Saens, intentado replicar el éxito que tuvo en el último Campeonato Mundial, en el cuál por fin obtuvo su primera medalla de bronce, pero era inútil, una vez más estaba distraído pensando en Yuuri Katsuki... no era extraño, desde la primera vez que lo vio éste difícilmente abandonaba sus pensamientos.
Tras llevarse su último oro en el mundial Junior realizó un debut sorprendente en los sénior, se coló a la final del Grand Prix, donde obtuvo el cuarto lugar, después subió la apuesta en el Cuatro Continentes, en el cuál quedó en la misma posición, sólo por unas décimas menos con respecto al estadounidense Johnny Weir; finalmente se llevó el bronce a casa en la última competencia de la temporada. Todo un logro. Debido a ello millones de miradas se centraban en él, había quienes trataban de demeritarlo comparándolo con otros patinadores de mayor calibre, así mismo tenía fieros defensores que a capa y espada enaltecían sus triunfos; el mismo Celestino Cialdini declaró, en respuesta al insolente comentario de un reportero que cuestionó la capacidad de su pupilo, que irían aumentando el ritmo, ajustando los programas y saltos conforme Yuuri fuera creciendo y adaptándose a las grandes ligas. No obstante, el azabache no había dicho nada, mantenía silencio y lo poco que decía eran palabras de agradecimiento hacia sus fans.
Pero Viktor sabía que escondía algo.
Lo vio en su mirada. Sus ojos castaños brillaron ferozmente por un segundo cuando el periodista Mooroka pidió su opinión sobre el acoso a su persona, un brillo salvaje que desapareció rápidamente, tanto que el ruso no estaba seguro de que fuera real. Pero como buen fan obsesionado con su ídolo, notó, a través de los pocos vídeos disponibles al público sobre su entrenamiento, que en realidad estaba conteniéndose. En esas grabaciones se veía que era perfectamente capaz de realizar no sólo el quad Salchow, sino también el Toe Loop, el Loop y el Flip a la perfección. ¿Entonces por qué no los mostró en sus programas? Al principio el ojiazul se sintió desconcertado, no entendía a su futuro esposo; si él tuviera esa misma habilidad no hubiera dudado en demostrarlo, seguro que eso le permitía saltarse los años de Junior y la ISU lo reubicaba junto a su japonés... pero no. Viktor Nikiforov aún tenía la gracia de una centolla, como solía recalcarle Madame Lilia en sus clases de ballet.
Durante los años siguientes Yuuri se abrió paso entre los competidores mayores, marcando terreno y dejando a la audiencia con ganas de más. Lentamente se hizo de un nombre, puso a Japón en lo alto del patinaje sobre hielo y en sus primeros Juegos Olímpicos se llevó la plata con diecisiete años, para decepción del ruso que no pudo asistir a la justa –y eso que se celebró en Rusia– debido a que se enfermó del estómago, todo por comer demasiados chocolates. Tuvo que ver su actuación desde la cama del hospital, junto a Helenka, quien se encargó de darle los pañuelos para secar las lágrimas que dejó salir cada tanto. Era triste porque el oro tenía grabado su nombre, pero lo dejó ir a manos del suizo. Sólo entonces Georgie nuevamente le dio la solución que buscaba:
Yuuri Katsuki aún no daba todo de sí porque estaba construyendo un legado.
Era tan obvio que el chico de trece años, en ese entonces, se sentía tonto por no dar en el clavo. Al nipón no le interesaba llegar a la cima inmediatamente, una vez arriba no tendría nada más que hacer y tarde o temprano otro atleta llegaría a sustituirlo, le robaría sus títulos y él saldría de escena, sería olvidado y recordado únicamente si los comentaristas hacían alusión a él, claro, sólo si algún patinador se los traía a colación. Y Katsuki no quería eso. Entre más tardara en ser el mejor, el publico lo miraría atentamente, vigilaría su carrera religiosamente, entonces, cuándo dominara todas las competencias el verdadero camino a la historia empezaría. Tendría que defender su sitio y superarse a sí mismo, vencer a los aspirantes, renovarse continuamente para no decaer y finalmente, cuando su figura tuviera un lugar inamovible en la mente de las personas, se retiraría por todo lo alto.
Era un plan de vida fácil, complicado, pero sencillo.
Y por eso Viktor trazó a la perfección su itinerario,el cual debía seguir cuidadosamente día a día hasta finalmente estar en el mismo hielo que su amado, donde se dedicaría a enamorarlo para casarse lo más pronto posible.
Pero el camino frente al ruso era muy complejo. Si bien, su técnica mejoró durante los últimos ocho años, las grandes ligas aún no estaban a su alcance. Era frustrante, creyó que al ganar su primer medalla en los mundiales Yakov lo dejaría avanzar, pues justamente el pasado diciembre cumplió dieciséis, era suficientemente mayor para dar el salto... pero su queridísimo entrenador rompió sus ilusiones al decirle que permanecería en la misma división hasta que su quad flip fuera mejor.
Cualquiera que recibiera semejantes noticias obviamente se deprimiría, pero ése no era el por qué del bajo rendimiento del joven en ese día.
No, la verdad que lo atormentaba era otra y tenía que ver con la revista adquirida esa mañana. Resulta que mientras Viktor entrenaba arduamente y planeaba la boda del siglo, la patinadora japonesa, Yuuko Nishigori, trataba de robarse al novio. Sí, esa chica de diecinueve aprovechó la cercanía para metérsele por los ojos a su compatriota. Según Cosmo, ambos fueron cachados en una cita romántica por el White Day, fecha en la que los hombres japoneses correspondían a los regalos que las chicas les dieron el catorce de febrero. Lo cual significaba que ésa mujer endemoniada hizo trampa, le dio dulces en el día equivocado y comprometió el honor de su adorado, que como todo un caballero la invitó a salir.... O eso creyó el peliplata al leer el encabezado; sin embargo, las fotos incluídas en el artículo no dejaban lugar a dudas. El beso hablaba por sí sólo.
–¡Vittya! ¡Si quieres pasar a sénior mejora ese salto! ¡Empieza de nuevo!
Atendió en automático la orden de su entrenador, pero siguió pensando en el asunto. Según Georgie, no tenía sentido mantenerse fiel a una persona que ni siquiera sabía de su existencia, debía salir y conocer más el mundo antes de pensar si quiera en comprometerse con alguien. Mientras giraba en un Camel Spin divisó a su compañera Anya, una linda chica que en más de una ocasión lo había invitado a salir, pero él siempre la rechazaba.
Viktor Nikiforov se preguntó seriamente si debía olvidar a su primer amor.
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*Cosmopolitan tiene franquicia en Rusia.
*White Day: Se festeja el 14 de marzo. Los regalos mas populares son galletas, malvaviscos o joyas de color blanco. Se celebró por primera vez en 1978.
*En Rusia el Día del amor y la amistad es el 8 de julio, aunque lo correcto es "Día de la familia, del amor y la fidelidad".
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Living Legend (AU reverse)
FanfictionViktor Nikiforov conoció al amor de su vida a la tierna edad de nueve años. Sucedió de la forma más simple en que pudo ocurrir: por un programa de televisión.