"Viktor está enamorado", "Viktor está enamorado" coreaban con voces chillonas sus compañeros de pista desde hace dos años, pues no había dejado de pensar en el patinador japonés que le robó el corazón. Incluso tuvo la charla con Yakov sobre por qué estaba mal andar por ahí diciendo que un chico
era el amor de su vida. Él y Madame Lilia repitieron una y otra vez que aquello no era normal, cuando creciera encontraría una linda chica con la cuál formaría una familia que daría increíbles patinadores a Rusia. Un absurdo cuento de hadas. Pero sin importar cuántas veces le dijeran lo mismo, él estaba seguro, algún día conocería a Yuuri, tendrían un gran romance y finalmente se casarían. No obstante, aburrido de soportar tanto sermón, siguió el consejo de Georgie: fingir que sólo lo admiraba y quería derrotarlo en el hielo. Aquello funcionó con los mayores, quienes renuentemente redujeron su estricta vigilancia sobre él tras un año de insistencia, aunque los demás chicos que entrenaban a su lado solían molestarlo cada tanto con eso.
Por eso dejó de ver las competencias con los demás y se recluía en su habitación en casa de sus padres, al lado de su adorado Makkachin -un cachorro poddle adoptado hace unos meses-, para disfrutar la liga junior, donde Yuuri competía todavía, pues según los informes de Celestino Cialdini, entrenador del nipón, el siguiente año haría su debut sénior, durante el siguiente Grand Prix. Aquello inicialmente lo entusiasmó, verlo luchar por el oro junto a los otros grandes patinadores, incluido Daisuke Takahashi -atleta al que su adorado respetaba y quería como un hermano mayor-, sería emocionante, pero tras el júbilo inicial una sensación triste se apoderó de él. No coincidiría con el ojicastaño en mucho tiempo, dado que el mismo Viktor no debutaría en la sección juvenil hasta dentro de año y medio... si tenía suerte.
El peliplata era consciente de los fallos en su técnica, aún tenía problemas con sus saltos, especialmente el flip, por más que practicaba parecía incapaz de hacer uno triple y eso lo tenía bajoneado, era imperioso dominar los triples y cuadrúples, entre más rápido mejor, así se reuniría con su futuro esposo, quien dicho sea de paso, durante el mundial pasado logró clavar un quad Salchow, con sólo catorce años.
Mientras esperaba el momento en que Yuuri saliera a escena, hurgó debajo de la cama en busca de la caja de chocolates que su nana le regaló a escondidas de sus padres, como premio por ganar el primer lugar en la competencia local. Era afortunado por contar con aquella viejecita que siempre le había dado el amor y cariño que sus progenitores no. Helenka Radionova era la mujer que desde su nacimiento lo consolaba y animaba en sus días de alegría y tristeza, la única que no se burló de su extraña obsesión por el patinador que revolucionó la división junior.
Acababa de encontrar sus dulces cuando escuchó el nombre de su Yuuri, rápidamente se movió de su sitio -golpeándose la coronilla en el proceso- y se sentó muy cerca de la pantalla, dispuesto a no perderse nada.
El azabache tomó su lugar en la pista. Lucía un pantalón negro y una camisa azul celeste con un olán atravesado, se veía inusualmente serio. Tras unos segundos inició la rutina. El peliplateado quedó completamente fascinado tras el primer salto, un triple axel, deseaba algún día poder hacer uno tan fluido como ése. Yuuri Katsuki todavía era un niño, pero no había duda de que su futuro como patinador estaría lleno de medallas de oro. Hasta la fecha contaba con seis medallas: dos pertenecientes a las nacionales japonesas junior -donde ganó el oro-, cuatro a competencias internacionales como el JGPF y el Mundial Junior previos al actual -un oro, dos de plata y una de bronce-, Viktor a penas podía esperar para verlo triunfar, aún si debía esperar para finalmente patinar con él en el mismo sitio.
Mientras la música continuaba, el chico en la pantalla seguía con su rutina, robando aplausos y corazones, el del ruso una vez más; aún no pasaba un minuto cuando ya fantaseaba con invitaciones de
boda y los trajes que ambos usarían en la presentación que realizarían en el hielo para anunciar su compromiso, la combinación azul y violeta lucirían espectaculares.
Finalmente el japonés realizó el último spin y concluyó con una pose sexy, o al menos eso creía el ojiazul.
-¿Viste eso Makkachin? ¡Fue asombroso! -exclamó lleno de felicidad-. ¡Mira! Le dieron una corona de flores... ¡Se ve tan lindo con ella! Cuando nos casemos usaré una de rosas azules.
Mientras Viktor soñaba despierto las calificaciones fueron dadas. Todo el mundo aplaudió con entusiasmo.
Yuuri ganó por segunda vez el oro en el JGPF.
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Living Legend (AU reverse)
FanfictionViktor Nikiforov conoció al amor de su vida a la tierna edad de nueve años. Sucedió de la forma más simple en que pudo ocurrir: por un programa de televisión.