Epílogo

19 0 0
                                    

Los funerales de mi tío fueron solemnes, pero no porque le tuviera respeto a su alma o su persona. No, por mí su cadáver puede pudrirse en su cama, pues pensaba mandar tapiar sus aposentos. Sin embargo, no dejaba de ser el difunto emir de Granada, y como tal se le debía dar ese último homenaje. Todos los nobles y generales se encontraban a mi lado en el lugar de sepultura. No estabas allí, pues has simulado una jaqueca y unos vómitos para no estar presente; y para mi suerte la ceremonia transcurre con rapidez y pronto estoy de vuelta contigo...

-¿Nerviosa?

-... un poco.

-¿Por qué?

-Hay mucha gente mirándome...

-Por supuesto: la flor más bella de Granada merece ser admirada.

-¡Anda ya tonto!- dices mientras me das un ligero golpe en el rostro, pero luego te acercas y acaricias el lugar donde me has golpeado-. ¿Estás preparado?

-¿Sinceramente?

-Sí.

-Nací preparado para esto.

-Egocéntrico- ambos nos reímos, luego te agarro de la cintura y te beso con mimo. Luego te agarro de la mano.

-¿Lista?

-Sí- afirmas mientras me agarras fuertemente la mano. Nos sonreímos y, con un gesto de mi otra mano, dos guardias abren las puertas que dan a una enorme sala llena de cortesanos, nobles y soldados, todos listos para presenciar una coronación... y una boda.

De Ánaer y AleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora