Capítulo 8.

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Estaba apoyada en la puerta esperando a que Luke saliera de la ducha. Aproveché que él seguía dándose su querida y esperada ducha, para echar un vistazo a su habitación, ni anoche ni esta mañana miré cómo era. Las paredes parecían estar pintadas de un azul claro, como el de sus ojos, apenas se veía la pared, ya que estaba empapelada con posters de grupos de bandas, algunas estanterías que tenían algunos premios de fútbol, me preguntaba a qué instituto iba, si es que iba a alguno, ni siquiera sabía su edad. Oigo que la puerta del baño se abre y Luke entra solo con una toalla alrededor de su cintura, dejando ver su trabajado torso, en el cual tenía un tatuaje, no sabía qué era, era pequeño y no se distinguía. Subí la mirada y aún tenía el pelo mojado cayéndole gotitas de agua por la frente y algunas por el pecho, debía admitir que Luke era guapísimo y su cuerpo estaba muy bien trabajado, en pocas palabras: Luke está buenísimo. Creo que no se había dado cuenta de que yo estaba en su habitación al quitarse la toalla para ponerse sus bóxers.

-¡Tápate joder! –dije gritando y apartando la vista. Él se sobresalto.

-Me cago en … –se puso la mano en el pecho por el susto, ¿había sido para tanto? – Tampoco va a ser la última vez la veas –dice giñándome el ojo.

-En tus sueño… –dije cortante– Por favor, ¿qué está pasando…? –dije ya seria.

-Será mejor que te sientes… –voy a la cama y me siento con las piernas cruzadas, mirándole para que siga. Coge su silla del escritorio y la pone delante de mí. Tose y se rasca la nuca– A ver…, yo conozco a tu hermano, de tener amistad o empezar a hablar, lo que sea, desde hace tres años, al yo cumplir los 14 años, él tenía 16; pero lo conocí cuando yo éramos pequeños, nuestros padres eran amigos y así se conocieron nuestras madres, cuando ellas quedaban nos llevaban a tu hermano y a mí ahí nos conocimos. Tu padre no es como te piensas, él y mi padre eran unos narcotraficantes, de eso se conocían.

-Espera, ¿qué? ¿Cómo es qué yo no te conocí?

-Déjame acabar, por favor. Nuestros padres trabajaban juntos, pero ellos probaron su propia mercancía y escaparon los dos con parte de la droga, equivalente a dos millones de libras –dice y yo abro los ojos como platos, genial mi padre un drogadicto, preferiría que se hubiera ido con otra–, y bueno en la “banda” –hizo gesto de comillas cuando dijo “banda” –, les advirtieron que pasarían a sus hijos, pero les dieron igual y huyeron. Últimamente la banda está mal económicamente y quieren 500.000 libras en unos días, antes de ayer nos dijeron que 10.000, pero se ven que no quieren esperar más. En la banda somos muchos más, pero que tú conozcas nosotros dos. Ya hemos pagado parte de la deuda, pero quieren más y más. Todo acabará cuando les entreguemos todo –estoy con mis manos apoyadas en mi frente sin poder creerme nada–. Cuando nuestros padres huyeron fue cuando tú naciste, ese mismo año. Haciendo que nuestras madres perdiesen el contacto, mi madre sabía desde el principio que mi padre nos abandonó por la droga, en primavera o así tuvimos otro “ataque” –volvió a hacer lo de las comillas–, mi madre se enteró que Ashton era el de años atrás y decidió que nos mudáramos cerca vuestra para protegeros, a la familia de Ashton. A ti –dice mirándome a los ojos–. Hace tiempo nos advirtieron que nos quitarían lo que más queríamos si no les dábamos parte de la deuda, cosa que hicimos, al parecer se han olvidado y vuelven a hacerlo. La prueba la tienes en el salón. Tu madre no sabe nada, y no debe saber nada.

Estaba en shock, ¿cómo me podía decir todo eso sin ni siquiera inmutarse? No me di cuenta de que estaba llorando sin parar, esto no le podía estar pasando a Ashton, no a él. Tenía miedo, mucho. Miedo de lo que le pudiese pasar a Ashton y a mi madre.

-No le va a pasar nada, y a ti tampoco. No sabe donde vivís.

-¡Pero sí saben dónde vive Ashton! –dije frustrada poniéndome de pie, alzando los brazos y cogiéndome del pelo por los nervios.

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