Capítulo Cinco: Salvame.

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Danielle recordaba a su hermano y al recordar una sonrisa se apareció en su rostro había una ventana que dejaba ver el cielo negro y estrellado, realmente era una noche hermosa.
La sonrisa desapareció en cuanto recordó todo lo que estaba viviendo, necesitaba saber donde estaba descansando el cuerpo de su hermano, deseaba hablar tanto con el... ahora lo veía tan lejano, que dolía pensar en ello. No quería pasar toda su vida llorando, su hermano estaría triste de verla llorar. Lo único que podía hacer, era seguir adelante a pesar de todas las dificultades que estaba pasando. ¿Acaso iba a ser eso posible?.

Tenía que intentarlo. Ese beso que inesperadamente le dio, le decía que aquel hombre no podía ser tan inhumano. Debía solo de encontrar la manera de que la dejara marchar.

No había vuelto a hablar con Sebastián, ni quería hacerlo, era una situación demasiado vergonzosa. La joven estaba tan concentrada en la fotografía que no se percató de la presencia de Sebastián que observaba atentamente a la joven.
Simplemente con mirarla sentía un relámpago de emociones que no había experimentado nunca, no sabía que tenía esa mocosa como para que el hombre la considerara alguien especial.
Miraba el cielo con tristeza, entonces cayó una solitaria lágrima de la mejilla de la joven por su mejilla.

—Ven conmigo, no te puedo tenerte aquí por demasiado tiempo —anunció el mayor sacándola  de sus pensamientos.

Danielle no tenía ánimos de ni siquiera verle, camino a lado de el con la vista baja, se sentía nerviosa solo quería largarse de ese lugar de una vez por todas.

—Lo siento —el mayor rompió el incómodo silencio.

La joven no respondió.

—Quiero ir a la tumba de mi hermano... por favor—contestó la joven cabizbaja.

—No.

—Pero...

—No iras a ningún lado, así que deja de insistir—la miró amenazante y Danielle dio un paso atrás.

—¡Eres un egoísta!—gritó de pronto la joven, fulminándolo con la mirada—¿¡No tienes suficiente en tenerme aquí!?¡Quiero verlo!—comenzó a llorar sin poder controlarse, la voz se le había quebrado, pero aún así miraba al mayor, aunque estuviese muriendo de miedo al verlo acercarse enojado.

Un ruido sordo se escucho en la habitación, cortando el llanto de Danielle por unos segundos, y causando una tensión descomunal cuando la menor comenzó a sollozar intentando contenerse.

Le había volteado la cara de una bofetada y vaya que había dolido, pero Danielle sabía que pudo mandarla al piso con ese simple golpe sin problema alguno. No quería provocarle más. Trataba de acallar el llanto. Sentía tanta frustración que quería gritar.

—Si vuelves hablarme de esa manera, te rompo la cara... Muévete tengo cosas que hacer —advirtió Sebastián.

La joven obedeció con temor, caminaba junto a el en completo silencio tratando de controlar el llanto que se avecinaba. Se sentía tan impotente, su orgullo y todo su ser sé encontraban heridos gravemente. Ya ni siquiera le importaba el ardor que estaba sintiendo en su mejilla, sino algo más que no sanaría pronto, lo sabía.

Pensó en un momento en intentar huir, pero no tenía a nadie en la vida, estaba completamente sola. Solo quería visitar la tumba de su hermano, era lo único que pedía, y ese hombre no estaba dispuesto a llevarla, parecía que ni siquiera le importaba.

Sebastián sentía cierta incomodidad al reconocer que se le había pasado la mano, pero le enfureció su manera de recordárselo, a él nadie le hablaba de esa manera.

Finalmente llegaron al espectacular jardín, ahí se encontraba un hombre idéntico a Adrien, pues claro era su gemelo. Pero realmente los gemelos Blake solamente se parecían físicamente porque en su manera de ser y de pensar eran totalmente diferentes.

DIVERSIÓN SIN LÍMITES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora