Capitulo Tres: Tiro de gracia.

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Los primeros rayos de sol iluminaban las frías calles de Nueva York, Central Park era el escenario perfecto de un hecho que había causado horror a los curiosos qué merodeaban la zona, ¿Qué causaba tanto disturbio?.
Lo que causaba el desorden eran los restos de dos hombres y una infanta mutilada dentro de una bolsa plástica negra.

La unidad de investigación criminal del FBI merodeaba la zona en busca de alguna pista del culpable de la masacre.

Él forense analizaba cada milímetro de los occisos, en segundos encontró algo inusual, una pequeña tarjeta en la mano mutilada de la niña, este la tomo con sumo cuidado y leyó en ella;

"Simplemente no puedo detenerme, es un deleite oler la agonía humana... simplemente exquisito.
Diversión sin Límites que tengan un excelente día"

El hombre sabía a la perfección de quien se trataba en cuanto leyó aquel trozo de papel.

—¿Encontraste algo? —preguntó una voz femenina a espaldas de éste.
—Por supuesto que encontré algo, es mi trabajo —contestó.
—¿Qué encontraste?

El forense entregó el pequeño fragmento de papel a la mujer.

—Llevamos años con este caso... tu hermanito es todo un bastardo —dijo la mujer con indiferencia.
















































Sebastián y uno de sus guardaespaldas vigilaban una cabaña a las afueras de la ciudad, ya se habían encargado de mantener a la policía distraída con su pequeña sorpresita dejada en Central Park.

Observaban que una mujer salía de la cabaña a prisa y como subía a su vehículo. Una perfecta oportunidad para lo que planeaba hacer el castaño, cuando vio el automóvil de la mujer alejarse, decidió que era momento de continuar con su plan.
Bajo de su vehículo junto con su guardaespaldas, se dirigió a la entrada de la pequeña cabaña y con toda sencillez llamo a la puerta.
Después de algunos segundos un hombre abrió la puerta y este simplemente frunció el ceño.

—Buenos días ¿Que se le ofrece?.—preguntó el hombre con amabilidad.
—Realmente nada... claro contigo.—dijo Sebastián mientras sacaba una revolver.

Disparo en una de las piernas del individuo, así inmovilizándolo, este grita de dolor al sentir el impacto de bala atravesar su piel, desgarrando cada tejido muscular a su paso.

—¿¡Que quieres!? ¿¡Quien eres¡?—pregunto el hombre mientras se retorcía de dolor.
—Tim ve por el niño.—ordena Sebastián.
—Si señor.—respondió el hombre.

Sebastián nuevamente poso su mirada penetrante en el individuo que se encontraba tirado en el piso retorciéndose de dolor.

—Siento la interrupción, no es de mi estilo hacer este tipo de situaciones, así que dime ¿Cuál es tu nombre?—pregunta el castaño con amabilidad.

El miedo del hombre incrementaba en cada palabra que el hombre emitía de sus delgados labios, sintiéndose impotente de no poder hacer nada contra aquel sujeto, temía por la vida de su hijo, en ese momento su vida no le importaba, solamente le importaba el bienestar de su pequeño.

—¿Por qué quieres saberlo?—preguntó el sujeto con respiración irregular.

Sebastián sonrío con burla.

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