El inicio del verano

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Prólogo

Ya era una noche sombría cuando una fina silueta se abalanzaba entre callejones, la lluvia caía sobre la delgada fémina que tenía lágrimas negras corridas por sus mejillas. Y de un momento a otro la mujer cayo rendida ante al cansancio y se abrazó a un poste viejo que apenas y alumbraba ese pedazo de calle.

Levantó la mirada y con el corazón destrozado, la cólera y la ira le hicieron jurar una promesa a la noche tormentosa de aquel día; invocando venganza con aquel que timó sus sentimientos y robó tanto de lo que ella amaba, en una voz combatiente juró venganza al que alguna vez llamó su rey... Sombra.

Capítulo 1- Inicio del verano

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Capítulo 1- Inicio del verano.

Hace tres años atrás la escuela Canterlot High veía con orgullo los hermosos frutos del esfuerzo y el trabajo de una generación completamente fresca y con esperanzas en el futuro; su alumna estrella, la bellísima Celestia, daba el último discurso a sus compañeros y alentándoles que el paso que sigue es convertirse en hombres y mujeres que llevan en sus manos un mundo mejor.

Entre las filas, se encontraba una joven Luna, orgullosa de ver como su hermana partía mientras ella entraría a dicha escuela para continuar un legado del cual se sentía halagada de seguir.

-Sin más, seremos por siempre Potros de Canterlot...- la multitud aplaudía con emoción y nostalgia al motivador discurso de su siempre fiel compañera y amiga Celestia.

A la tarde luego de eso, las dos hermanas salieron a tomar algunos postres, en celebración de la graduación y la admisión respectivas; era una tarde de risas y charlas de dos buenas hermanas.

-Entonces crees que... ¿podre ser como tu hermana?- Luna parecía emocionada de la idea, lo que su hermana con una sonrisa calmada, le miro

-No, tú debes ser lo que tu desees ser- Acaricio sus mejillas y luego tomó de su mano.

Luna sonrió, haciendo un gesto que aceptaba la idea, luego solo continuó la tarde tomada de la mano de Celestia, para después ir a casa.

Jubilosa, en la recamara, Luna miraba las estrellas y pedía con todo su corazón que fuera pronto el primer día de clases, conocer nuevas amigas, tener increíbles recuerdos, hacer cosas que todos recuerden, pero sobretodo, ser igual de reconocida como su hermana o incluso un poco más...

El verano de ese año, sería un cambio drástico y quizás no sería el principio perfecto para Luna; la primer mañana de ese verano, una llamada de la policía despertó a la casa de las dos hermanas, un terrible accidente había ocurrido–Si señor, iremos en seguida- Su padre habló en un tono bastante serio y con un gesto consumido por la sorpresa y la desgracia, al colgar, súbitamente tomó su chaqueta. Su madre las llevó a la sala y les pidió a ambas hermanas que se quedara en casa.

-Pero mamá ¿qué está pasando?- Luna era demasiado joven para entender estas cosas, solo observaba lo mucho que sus padres se contenían las ganas de llorar, entonces Celestia abrazó con cariño a Luna y estos dos se fueron.

La incertidumbre era un peso con el cual nunca había lidiado Luna, pero siempre lograba sacar fuerza al ver a su hermana Celestia, quien era su gran admiración; si ella no flaqueaba, Luna tampoco lo haría. Más pasaron algunas horas hasta que volvió la noche y fue justo ahí donde la voluntad de Celestia se vería a prueba. Una patrulla se hallaba estacionada frente a la casa, Celestia salió dejando a Luna adentro:

-Dígame ¿Dónde están mis padres?- Celestia por primera vez parecía preocupada

-Lo lamento señorita... No sabría cómo explicar lo grave de su caso...- Justo en ese momento Celestia se quedó paralizada y a pesar que sabía que Luna le veía desde la ventana, no podía dejarse abatir por la pena, y gritaba, lloraba e incluso maldecía en su interior –Pero, el asunto ahora es ¿Qué pasará con ella?- el oficial y Celestia miraron al interior de la patrulla y se encontraba una niña. Sus ojos estaban vidriosos, su ropa estaba sucia de escombro y su cabello enmarañado.

-Cadence...- reaccionó al instante, abrió la puerta y abrazo a la pequeña, sacándola en sus brazos -¿Qué ocurrió?...- La pequeña no podía mirar a Celestia, tenía miedo, frío, estaba en shock, era como si no tuviese ningún motivo en su alma para seguir.

El oficial acercó unos papeles y le pedía a Celestia que fuese ella la que ahora se encargará de las dos pequeñas, pues era la única adulta que quedaba en esa pequeña familia...

Corazón de obsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora