II

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- ¿Qué? - digo aún atónita.

Mi padre se abraza a sí mismo mientras mira al techo de forma pensativa. Noto varias notas de sudor en su frente y el párpado de su ojo con un tic nervioso, eso significa cosa mala.

- La señora aquella dijo que por las molestias debería de cerrar mi empresa... aún no entiendo por qué. Sin ella, estaremos arruinados Penny...

- ¡P-pero eso es un delito! ¿No...? - un hilo de voz apenas sale de mi boca. Mi padre niega la cabeza ante mi pregunta.

- No es ilegal... no para ella al menos.

Siento una leve punzada en mi interior al escuchar sus palabras.

Ojalá la hubiesen secuestrado a ella, y quizás que le hiciesen a ella algo peor. Asco de vieja.

- B-bueno, con el dinero de mi trabajo podemos llegar a fin de mes y pagar la hipoteca, tranquilo papá.

- Ah, y te han echado de tu trabajo también...

- ¡Me cago en su madre! - exclamo aporreando con mi mano el colchón de la camilla - ¡Será hija de puta! ¿Cómo lo ha echo?

- Al igual que yo, te han echado de la empresa en la que estábas contratada... - suspira y se sienta en el colchón - Cielo, ya encontraremos algo, no te preocupes.

Sé que miente, lo puedo notar en su voz.

Encontrar sí que lo haremos, pero lo que me preocupa es el tiempo.

Aunque ahora que lo pienso... Esa gente me dijo que vendrían a por mí de nuevo. ¿Tal vez hayan sido ellos los culpables de todo? Lo más seguro es que sea así...

Y todo esto por llamarme Penélope. Si es que al final me cambiaré el nombre y todo.

Suelto un leve resoplido y tomo las manos de mi padre con fuerza, este me mira confuso pero aún así las aprieta por igual. Debo decirle que debo irme o algo, no quisiera irme sin más y preocuparle más.

- Papá...

- Dime, cielo.

- En realidad, hace un buen tiempo que había conseguido un trabajo distinto a el de tanatoesteticista. Pero ese trabajo está un poco lejos de aquí, y ya no podríamos vivir los dos juntos... Pero tranquilo, que vernos nos veremos seguro una vez al... ¿mes? Sí, eso...

Mi padre más sorprendido que un niño al saber que Papá Noel no existe, niega con la cabeza repetidas veces para luego mirar mis ojos con el ceño fruncido.

- Pero, ¿por qué no me lo habías dicho antes?

- Pues... porqué ayer justamente me avisaron que hoy debía... debía ir a ese trabajo. Pero me secuestraron así que... no pude contartelo. ¿Qué irónico, no? - río nerviosa tratando de sonar lo más convincente posible, pero esto ni un niño de 5 años se lo cree.

- Aah, ya veo hija. Entonces ve a ese trabajo con cuidado.

Ostras, pero se lo ha creído. O mi padre es muy inocente, o muy tontito.

- ¿Señor Josh?

En ese mismo instante una enfermera distinta a la de antes entra, avisando a mi padre y amí que ya me dan el alta, y que podía irme en cuanto quisiera. Sin esperar un segundo más, le digo a la enfermera que él y yo ya nos vamos a nuestra casa, así pues los dos cogemos nuestras cosas y en menos de media hora ya estábamos fuera del hospital.

Mi cuerpo entero nota una sensación de inseguridad y un cansancio descomunal. En general, estoy hecha una mierda. Tomo de mi bolso, el cual mi padre me había dado antes, un pequeño espejo para mirar mi cara. Mis labios tienen un color muy poco sano, un rosa muy pálido tirando a morado, ojeras marcadas debajo de mis ojos y mis pupilas dilatadas a más no poder. Joder, si es que parezco un zombie.

Partners in crimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora