Capítulo 53

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JESÚS

—Ella no sería capaz de hacer eso. Joder. Papá. La conozco más que tú. —protesté procurando parecer lo más serio posible.

—Los seres humanos suponemos cosas de las que luego nos arrepentimos. Créeme, lo se por experiencia. —comentó en un suspiro largo y lento.

—No vengas con tus arrepentimientos. Me equivocaré las veces que haga falta. Pero estoy seguro de que puedo confiar en Ale. —resoplé frustrado.

Rodó los ojos como única respuesta y desapareció del salón en a penas unos segundos, impidiendo que pudiera soltarle algún último comentario.

Traté de dormirme, pero me era imposible, las palabras que había soltado mi padre con toda su sangre fría retumbaban en mi mente como martillos de hierro. Comenzaba a marearme y la cabeza me daba vueltas. Necesitaba tomar algo de aire fresco, ordenar mis ideas y relajarme, pero no podía si quiera moverme, no quería despertar a Ale, que estaba acomodada sobre mi con una expresión de relax imposible de romper.

Suspiré nervioso, acariciando sus mechones de pelo con delicadeza, pasándolos entre mis dedos.

—Amor... ¿Qué hora es? —murmuró Ale entreabriendo los ojos lentamente.

—Las siete menos veinte —susurré—. Déjame levantarme, tengo que tomar el aire.

—Claro. —se enderezó el tiempo justo para dejarme salir de debajo suya y poder ponerme en pie correctamente.

ALEJANDRA

Jesús salió del salón con paso rápido e indeciso. Poco después oí la puerta del jardín cerrarse con un golpe seco.

¿Qué le puede pasar? Está muy raro. Lo noto... distante, entristecido. Joder.

Me levanté del sofá intentando recuperar el recorrido sanguíneo de mis piernas, que se habían quedado dormidas y un ligero hormigueo corría por ellas. Caminé hacia el baño lentamente, tratando de no caerme en el camino y montar una escena delante de... ¿Nadie? 

Poco antes de abrir la puerta del baño oí unos pasos acercase a mi, eran pesados y lentos, como de una persona mayor.

—Hola Ale. —me saludó Juan Carlos con una sonrisa amable.

—Hola. —sonreí, tratando de parecer lo mase amable posible.

—¿Dónde está Jesús? —preguntó alzando una ceja de una manera algo cómica, pero con una intención más seria.

—Fuera, tomando el aire. —respondí sonriendo.

—Está bien. —comentó seco y desapareció de mi vista en un abrir y cerrar de ojos.

Entré en el baño y me miré unos segundos al espejo, no sabía qué buscaba exactamente en mi rostro, pero necesitaba pensar, por lo menos reflexionar en todo lo que debía hacer en los dos días que me iba a quedar allí.

JESÚS

Salí al jardín y me senté en el pequeño banco de madera que estaba situado junto a la puerta. Miré al cielo, para luego cerrar los ojos y dejar que la suave brisa chocara contra mis mejillas y revolviera parcialmente mi pelo.

¿Qué vas a hacer, Oviedo? Tienes que estar centrado en tu carrera ahora que no tienes que estudiar, pero también estar pendiente de Ale, joder, estas enamorado, no la puedes dejar a un lado. Si Alejandra no hubiera aparecido no serías el mismo, seguramente habrías perdido la ilusión por el amor hace meses.

Dos bestias en casa. [GEMELIERS] #GBA18kDonde viven las historias. Descúbrelo ahora