MI PEQUEÑO Y TRAVIESO FANTASMA «TERMINADA»

CAPÍTULO IV

¿TRABAJAR?

Escucho un ruido muy molesto, no me quiero despertar después de haber dormido tan plácidamente en una cama cómoda, no lo hacía desde hace tiempo, me he acostumbrado a la dura banca y ahora siento como dormir sobre las nubes.

El fastidioso chillido de la máquina continúa que aprieto mis ojos para tratar de conciliar el sueño; sin embargo, rápidamente me doy cuenta de la situación. He despertado.

El volver a la vida no ha sido una ilusión. De inmediato me levanto de la cama y corro hacia el origen del ex molestoso sonido, pues éste me hizo reaccionar.

En la cocina está Daniel licuando unas frutas que aparentemente serían para el desayuno. También me alegra verlo, saber que él no es producto de mi imaginación es reconfortante.

—¡Buenos días! —saludo muy enérgica—. He despertado.

—Ya veo —sonríe—. Siéntate, vamos a desayunar.

No dudo en volver a deleitarme con la comida de Daniel, es buen chef y si de mí dependiera pasaría la vida entera, si la tuviera, comiendo sus platillos.

—Me tengo que ir a trabajar, te quedarás aquí. ¿De acuerdo?

—¿Sola?...

—Tengo trabajo en el restaurante —añade mi chef favorito—. No puedo llevarte para allá, si me llaman de la estación de policías con algo de información yo vengo para llevarte con ellos.

—¿No tiene miedo que una extraña se quede en su casa sola? —tratando de buscar excusas para que me lleve con él, no me quiero quedar sola.

—No, para nada. Confío en ti.

Asiento con mi cabeza pero en mi mente me entristezco al haber fallado con mi excusa. Al cabo de unos minutos él sale rumbo a su trabajo y yo me quedo encerrada en una casa sin nada que hacer. Primero recorro lo que es mi habitación temporal, hay muchas cosas de su hermana, ropa, zapatos, cepillos y maquillaje, todo lo que una mujer debe tener.

No recuerdo si en algún momento de mi infancia me he maquillado, tal vez porque era una niña nunca tuve la oportunidad y ahora con 19 años lo puedo hacer, pero el problema es que no sé cómo.

El tiempo pasa y me estoy aburriendo, no puedo distraerme en la televisión porque la única que hay está en el cuarto de Daniel y no me parece correcto entrar sin su permiso, así que leo el periódico de hace días que está en la sala para mantenerme al corriente con los cambio de esta nueva era.

Es medio día y ya me está dando desesperación, camino de un lado a otro, me asomo por la ventana, como lo que Daniel me dejó para el almuerzo y me recuesto a tratar de dormir y que así pase el tiempo. Acostada sobre la cama y mirando hacia el techo me pongo a pensar en mi familia, si aún están vivos y quiénes serán, qué pensaría mamá o papá si me vieran, miles de pensamientos se vinieron a mi mente y recuerdo el principal motivo de mi regreso. Resolver mis asuntos pendientes, mi muerte.

Decido salir y tratar de encontrar pista alguna que me ayude, camino por los alrededores del barrio. Éste es un barrio elegante, tranquilo y muy bonito. La mayoría de las personas permanecen en casa solas y cuadras más adelante hay un parque.

Recorro distintos lugares, locales, edificios; uno más grandes que otros, y sin darme cuenta me he perdido. Trato de no entrar en pánico y me pongo a recordar los lugares por donde previamente he pasado, aunque mi intento sea en vano, debo regresar a casa de Daniel.

Transcurren alrededor de 10 minutos y en vez de volver siento que me estoy alejando cada vez más del barrio. Mi pulso se está empezando a acelerar con tan solo de pensar que nuevamente podría pasar la noche a la intemperie. Con el fin de agilizar las cosas corro muy veloz por la ciudad tratando de orientarme, pero como soy una tonta en este mundo humano me resbalo y caigo.