CAPÍTULO XIV

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DESPEDIDA

Hoy es un gran día. Tengo libre en el trabajo y por fin luego de la estadía de Leonardo en el hospital; le dan de alta. Él ya se estaba hostigando de la comida sin sabor del lugar y de lo aburrido de pasar solo acostado, pocas eran las veces que caminaba por los alrededores en compañía de Yanna. Pero lo mejor del día es que por fin Cinthya se va a la India.

Estoy en el aeropuerto junto con los hermanos Andrade para despedirla y aunque su estadía fue corta ella aprovechó cada instante para molestarme.

Cinthya conversa con Daniel mientras que Yanna y yo nos tomamos fotos. La pequeña adolescente quiere tener imágenes de nosotras de cada cosa que hacemos para conmemorar el momento. De pronto Cinthya se acerca a despedirse de ella y luego se dirige hacia mí.

—Sé que no te caigo bien, ya me imagino la cantidad de veces en que me insultaste en tu mente.

Me la quedo viendo detenidamente. ¿Acaso es adivina para saber lo que pienso? En realidad nunca la insulté en mi cabeza, por ahí una que otra mueca, pero de eso no pasaba.

—Tú me caes muy bien, ¿sabes? Todo lo que te hice era para probarte. Quería saber si eras apta para trabajar en mi restaurante.

—¿Entonces todo fue como una prueba psicológica? —pienso.

—Ahora comprendo por qué Daniel te escogió.

—¿Escogerme? —articulo.

—Eres muy despistada, ¿lo sabías? —susurra—. Debes prestar más atención de las cosas que suceden a tu alrededor. Nos vemos —termina su despedida y se va.

No entendiendo lo que quiso decir con prestar más atención si eso es lo que constantemente hago.

Yanna y Daniel se despiden haciendo señas con sus manos hasta que la imagen de ella desaparece. Mi chef favorito y yo volvemos a casa; Yanna va a visitar a Leonardo, así que pasamos el resto del día descansando. Él prepara el almuerzo y yo lavo los platos, luego vemos una película en su habitación debido a que solo hay una televisión.

Escoger cual película ver es difícil. Él quiere una de terror y yo una animada, las de terror me dan miedo; además, no quiero tener pesadillas en la noche. Esas películas me dan mucho temor que incluso la última que vi fue "E.T., el extraterrestre" y a causa de ella no pude dormir bien pensando que él llegaría en su nave a llevarme consigo.

Me alegra que mis recuerdos poco a poco estén regresando, algunos son bonitos y otros no tanto, pero el simple hecho de que ya los recuerde me alegra mucho.

Decido irme a caminar por el barrio porque Daniel insiste en ver "Destino Final", tener que ver escenas de muerte y sangre por doquier me da náuseas, me basta y sobra con tener que ver a las personas heridas y en mal estado en el limbo.

El hombre se queda solo en su casa y yo me dirijo al parque. Hay unos pequeños jugando en él y me uno a ellos. El niño rubio de ojos azules es hijo de uno de los vecinos y la pequeña que usa lentes es su hermana. Les hago cosquillas, caras chistosas, jugamos a la cogida y nos rescatamos sobre el césped a ver como las nubes corren y el sol se oculta.

Ya son las 6 de la tarde y los infantes son llamados por sus padres y se van. Lo mismos hago yo.

Está todo silencioso, Yanna aún no ha llegado y Daniel está tomando una siesta. Entro a mi habitación y un oso de peluche está en la cama sentado como si estuviera esperando a alguien. No es la primera vez que lo veo, pues es el mismo peluche que había visto días atrás cuando fui a comprar el celular.

—¿Cómo llegaste aquí? —le pregunto.

Lo tomo entre mis manos y una nota cuelga de él. "No te enojes, te ves fea cuando lo haces. Daniel. Psdta. El oso es tuyo".

Abrazo el muñeco de alegría. Al parecer ese día sí me prestó atención.

Hoy me encuentro en el restaurante; estoy a cargo de la limpieza del piso del sitio, mas me detengo al ver que una mujer vestida de rojo ingresa al local. Es Cecilia, la prometida de Carlos, quien hace su ingreso.

—¡Hola! —saludo—. ¿Me recuerda?

—Claro, te recuerdo muy bien —sonríe.

—¿Cómo así por acá?

—Vine a comprar algunas cosas que necesito para Carlos.

—¿Para Carlos? —cuestiono atónita.

—Mañana se cumple otro año más de su partida. Por eso estoy por aquí.

—Ya veo... ¡¿Se le ofrece algo del menú?! —digo de inmediato.

Ella ordena su comida y se sienta a almorzar. Yo la veo desde lejos y no puedo evitar que un nudo en mi garganta se forme. Creo que ella aún también lo ama, tuvieron un final muy triste y anhelo que algún día puedan reencontrase y ser felices.

Cecilia paga la cuenta y se despide. Yo le deseo los mejor y le doy una que otra palabra de ánimo.

—Sé que Carlos es mi ángel de la guarda, así que todo está bien –menciona confiada.

Cuando ella sale toma el camino de la derecha hacia la parada del bus, mientras que a mi izquierda, a lo lejos, está mi ángel guía. Él va tras ella, a lo mejor Cecilia tiene razón y Carlos es su ángel de la guarda.

Admiro eso amores que van más allá de la vida y la muerte, de verdad deseo que el Todo Poderoso se apiade algún día de ellos. Hombres como Carlos hay pocos y mujeres como Cecilia también.

—¿Lucía qué haces allí afuera? Es mejor que ingreses —ordena mi jefe.

Corrijo. Hombres con Carlos y Daniel hay pocos.

MI PEQUEÑO Y TRAVIESO FANTASMA «TERMINADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora