5. Quédate

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Sungmin se restregó los ojos húmedos, exprimió las últimas estúpidas lágrimas que derramaría por aquel hijo de puta. Se levantó pesadamente de la cama y volvió a caer en ella, sus caderas dolían como el infierno.

—Mierda...—.

Sus párpados cansados se entrecerraron con furia, sobre la cama se encontraba ropa que sabía muy bien a quién pertenecía. 

¡Vaya! Por lo menos le había dejado algo que ponerse porque si mal no recordaba su camisa fue hecha trizas y su propio pantalón no lo veía por ningún lado.

—Hijo de perra...—.

Volvió a levantarse acariciando sus caderas, recorriendo el cuarto sintió como su respiración se mostraba pesada, trató de regularizarla pero no pudo, volvió a tirarse en la cama. Cogió esa camiseta rosa agua y la apretó con fuerza.

—Debo bañarme, debo largarme de aquí—.

Se paró de nuevo, con un poco de dificultad, ese maldito imbécil había sido un salvaje con él, le había jodido bien duro en la cama.

«Como si no te hubiese gustado»

Pretendió salir de la habitación pero vio una puerta al lado derecho de una de las paredes, al abrirla se dio cuenta de que era un baño privado.

—Bien—.

Debía bañarse, debía quitarse el olor a sexo, el olor de ese sujeto que solo usó su cuerpo. ¡Claro que debía! Pero seguía ahí, apoyándose en la puerta color marfil. Mirando la ducha que le daba una invitación.

—¿Qué mierda pasa conmigo? — se recriminó cayendo lentamente hasta el piso.

Sus ojos decaídos miraban la cama, así es, esa misma, de sábanas blancas y arrugadas que ahora estaba cubierta por una frazada miel. Ésa donde la noche anterior se había entregado a aquella persona que tanto ¿amaba?

« ¡No seas pendejo Sungmin! ¡No confundas las cosas!»

Claro cómo confundirlas. Sólo había sido sexo y nada más...

«Mi cuerpo dijo que te ama. Y el tuyo ¿Qué me dijo?»

Se paró de una sola vez, caminó hasta la ducha y giró la llave, el agua caía tan rápido. Sin pensarlo dos veces, se metió en ella, agua fría, eso necesitaba.

«Nuestros cuerpos han hablado lo suficiente»

Apretando su puño, golpeó la pared húmeda. Sus cabellos mojados, las gotas que caían de ellos se confundían con las rebeldes lágrimas que salían de sus ojos, apretó fuertemente los dientes mientras se jabonaba el cuerpo.

«Por lo menos dejó el jabón»

Una risa irónica esbozó.

«Si aquí hay un culpable ese eres tú Sungmin»

¡Claro! El castaño jamás le había dado ilusiones.

«Eso te pasa por puta»

Sí, ahora mismo Kyuhyun estaría riéndose de él seguramente, de lo fácil que fue llevarlo a la cama, de sus gemidos que parecían a los de una puta.

«Eso seguramente debe estar haciendo»

Luego de secarse con una de las sábanas, de ponerse la ropa de aquel sujeto y de haber hecho trizas esa maldita hoja, inhaló aire profundamente cerrando los ojos, por la ventana pudo divisar a duras penas su amada moto. Ni que se lo fueran a robar en un lugar como ese, ahora que estaba de día podía observar esa gran residencial a la que se había metido. Los pastos y los árboles verdosos, las veredas impecables y el lugar tan silencioso que daba miedo. Sacudió su cabeza y se aproximó a la puerta. 

Body talk🎶 KyuMin - FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora