0.0.5 [filio]

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Capítulo corregido. Ah.

Un grito ahogado fue acallado por aquella lana húmeda que había dentro de la cavidad bucal del castaño. En ese preciso instante pudo jurar ver centellas a su alrededor debido al dolor tan crudo que le estaba sacando cada parte de él, literal. El padre Min rio mordiéndose los labios con ganas de contener más risas. Miró el borde filoso de aquel cuchillo carnicero y la sangre que había en este. Sus ojos brillaron y su mente pidió más.

Sin mirar al castaño atado a la pared, acercó por décima vez el arma cortando irregularmente la carne de su pierna izquierda. JiMin tembló por aquella sensación de ser cortado por partes; agitó su cabeza y apretó los puños, solo pudiendo hacer esto. Estampó diversas veces su cráneo contra la mullida pared provocándose más dolor.
Sollozó con impotencia deteniendo sus movimientos al darse cuenta de que solo se estaba lastimando más.

Cuando el mayor hubo terminado, dejó caer el objeto ensangrentado al piso con una sonrisa plantada en su cara. Limpió el sudor de su frente manchándola así mismo de la sangre de JiMin y olió ésta poniendo los ojos en blanco.

- ¿Algún deseo que quieras que haga realidad por ti? -JiMin tenía su cabeza gacha. Las lágrimas salían sin control alguno y los sollozos algunas veces lo hacían atragantar. Las manchas carmín empezaban en sus antebrazos y terminaban en sus muslos. Casi todo su cuerpo estaba bañado en su propia sangre, y ardía.

El hombre acercó su rostro al del chico sacando su lengua y delineó los labios de este. Su rostro era el único libre de heridas, y por lo tanto, también de sangre; solo reinaba el sudor. Aquella lana fue arrancada bruscamente de la boca de JiMin y el llanto fue más palpable que antes.

- P-Pad-dre N-No No -Los temblores no le permitían hablar correctamente. El padre Min lo remedó con gracia y JiMin cerró la boca rindiéndose al darse cuenta de que no lograría nada con esto.

- ¿Sabes JiMin? Me alegro mucho de que hallas venido a mí -Espetó dándose la vuelta para ir por uno de sus juguetes favoritos.

- Y-Yo n-nunc-ca --

- Lo mejor de todo es que te tengo a mi merced ¿No es eso grandioso? Oh, cielos. Solo mírate, luces hermoso ahí; colgado, atado con cadenas oxidadas y rusticas, desnudo. Con una erección -Se burló - ¿Es enserio JiMin?

El menor evitó decir algo para no caer más bajo. El dolor y la vergüenza eran demasiado para él, solo quería desaparecer; que la tierra lo tragara y lo regurgitara en otro lugar, lejos de aquel hombre.

- Padre M-Min. Libéreme -El hombre volvió a acercarse a JiMin con ese objeto extraño en sus manos. Su mirada sombría le avisó a JiMin que las ideas de él eran otras - Por favor.

El padre besó con rudeza los labios de JiMin antes de cubrirlos con la lana nuevamente. La roja vista de JiMin se volvió a perlar al notar lo que el padre hacía.

Sus piernas estaban abiertas a causa de la forma en la que el hombre mayor lo había atado. Aprovechó la posición del menor para introducir la punta de cono de ese objeto en su entrada, forzándola con cada segundo. JiMin apretó los ojos y chilló al sentir ser abierto desde abajo, la intensidad del dolor no se comparaba en nada con los cortes que antes le había hecho el padre Min.

- Esto es una pera, JiMin. Te voy a destrozar -Informó con una sonrisa gustativa en sus labios. El menor negó repetidas veces dejando caer más lágrimas y sollozó con fuerza articulando cosas inentendibles por lo que cubría su boca - ¿Cuánto podrías soportar? No quiero asesinarte.

JiMin continuó negando con su cabeza con brutalidad, creyendo que quizás así el dolor no se sentiría más. Pero no fue así.

La pera estaba solo un poco abierta y el padre Min se sentía grandioso al ver el gran hoyo del chico frente a él. Soltó la pera, dejándola intacta dentro de JiMin y manteniéndola abierta.

- JiMin, quiero que grites como solo tú lo sabes hacer ¿Bien? -El menor hipeó sin dejar de llorar y el padre quitó el trapo de su boca - Esto me gustará.

El padre Min agarró una vela enorme y la posicionó frente al rostro de JiMin.

- No -Intentó hablar. La garganta de JiMin quemó con horrores, sus cuerdas vocales estaban destrozadas al igual que su ano. Todo su cuerpo dolía.

- Cuenta conmigo, pecador. -Ordenó. JiMin lo miró de reojo con todo el odio que pudo transmitirle a través de la mirada - Hana, Dul, Set.

- ¡NOO!

Las risas del padre Min se fusionaron como coro con los alaridos de dolor de JiMin. Toda el agua de la vela fue a parar a la erección de menor que se agitó con fuerza. El castaño volvió a aullar sintiendo espasmos en todo su cuerpo, sus dedos se movieron en descontrol y se sintió desfallecer en un mareo que le movió todo su alrededor. Sus gritos callaron luego de unos instantes.

El padre Min dejó la vela a un lado y observó con lastima a JiMin; unos canticos que aves se oyeron a lo lejos.

- Los demonios vienen  por ti -Habló no queriendo despertar al joven aparentemente dormido. Había perdido el conocimiento debido a tanto dolor, el padre bufó cerrando la pera y sacándola del recto del castaño. Este se mantuvo quieto con las melenas cayendo sobre su rostro y cubriéndole los ojos - Hoy duraste menos que la última vez.

El padre quitó todas sus prendas quedando completamente desnudo y terminó de soltar a JiMin. Se encargó de quitar la caspa que había provocado el agua seca de la vela en el miembro del contrario y se percató de que se hallaba rojizo y flácido. Tiró sin mucho cuidado el cuerpo inerte de JiMin al piso y este cayó de frente; el padre Min abrió las piernas de JiMin desde atrás y alineó su grueso miembro en la entrada sangrante del menor. De una sola estocada lo penetró por completo. Agradeció a los ángeles del infierno que JiMin estuviera inconsciente, ya que así no tendría por qué escuchar sus quejas y lloriqueos de nena.

Dio estocadas sin control alguno.  Las paredes del ano de JiMin estaban contraídas de una forma tan placentera y sangraban. El padre Min mordió la espalda baja de JiMin con toda la fuerza que su mandíbula le permitió, estuvo a punto de arrancarle un trozo de carne más pero su mandíbula se relajó al sentir esa sensación de plenitud que lo llenó de pies a cabeza.

Respiró irregularmente aguantando soltar un gemido y continuó penetrando el cuerpo de JiMin.

Cuando todo terminó el padre se fue del lugar dejando a JiMin en ese frío sótano. La misa mañanera de aquel domingo seguramente debía iniciar hacía unos minutos y se había atrasado por culpa de ese maldito niño.

Divisó a lo lejos la silueta de su sobrino y le sonrió alegremente.

- YoonGi, hijo -Saludó. La mirada seria de YoonGi lo desconcertó - ¿Pasa algo?

- No, nada. -Susurró - ¿Ha visto a JiMin? Hace dos día debía ir  por leche al pueblo y no lo he vuelto a ver, además ayer y hoy le tocaba turno en la misa y no ha cumplido con sus labores.

El padre Min frunció el ceño fingiendo enojo y reocupación.

- No lo he visto -Inquirió - Va a ser castigado por no cumplir con su deber en la iglesia, seguro pronto lo veremos.

YoonGi inmediatamente se arrepintió de haber dicho algo respecto del joven castaño. Nunca le había tocado castigo, pero había visto como a los demás les tocaba tirarse al suelo para comer de las migas que caían cada vez que era hora de comer. Definitivamente no le gustaría ver a JiMin en esa situación, de solo imaginárselo le daban escalofríos.

Fue tarde para contradecirse cuando el padre desapareció de su campo de vista.

Suspiró luego de unos segundos y caminó directamente a la torre para subirla. Miró por la ventana con la viva esperanza de ver una señal del joven. Lo cierto era que se sentía muy solo cuando aquel chico no estaba cerca de él haciéndole pregunta extrañas y que lo confundían.

Se descubrió preocupándose demasiado por JiMin y suspiró nuevamente.

- ¿Dónde estas metido...?

DAIMÓN » yoonmin;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora