Capítulo 7 Culpa

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— Lo haces mal de nuevo, Marcela - me regala Laura por enésima vez. Desde aquella noche no he podido hacer nada bien, sólo han pasado tres días y ya siento que voy a morir por la culpa.

— Perdón.

Laura suspira y me ve con pena, no le he dicho a ninguna de las mujeres lo que ... Sucedió. Pero tengo la sospecha de que sabía algo.

— No eres buena en esto ¿Verdad?

La verdad es que los cultivos jamás fueron lo mío, siempre que intentaba plantar algo moría a los pocos días. Pequeño detalle que olvido decirle a Laura y ahora he aniquilado dos plantas de tomates. Suspira frustrada.

— Dime ¿Eres buena en algo?

Lo medito y asiento.

— Soy buena en la costura - admito.

Después de unas rápidas instituciones y varios pinchazos logro hacer un abrigo con la piel de un siervo. Esto me servirá mucho ya que el invierno se acerca, se siente en las noches que son más frías, sin embargo la cabaña parece mantener el calor en su interior, lo noté la noche que trate de ponerme un vestido y me estaba sofocando por el sudor.

Luego de una jornada entre telas y agujas hechas de hueso vuelvo a la cabaña para hacer limpieza y algo de comer. Esta es la parte del día en que me siento más normal, haciendo las tareas del hogar. Jamás me molestó hacer esto y la verdad me servía para sacar cualquier mal sentir que hubiera tenido en el día, para cuando hago la comida ya estoy relajada. Tomo algunos vegetables y los pongo a coser junto con unos trozos de carne que previamente puse al fuego. No sabe tan mal, sólo que podría saber mejor con algunas especies.

Salgo de casa a buscar pero la verdad es que no se dónde. Voy a donde están los cultivos y no veo ninguna planta que busco.

— Señorita ¿Que está buscando? - chillo y miro al chico que de inmediato reconozco. - perdóneme si la he asustado.

— Descuida - trato de sonreír - busco algo de romero, si tienen.

— Sigame porfavor - vamos hacia una huerta detrás de una choza vieja y hay  todo tipo de especies. - tome lo que quiera señorita.

— Gracias...

— Logan - completa con una sonrisa gentil. Le correspondo y regreso a la cabaña.

Agrego algunas hojas y dejo que hierba por un rato, mientras tanto sacudo las pieles y me preparo para darme un baño. Humedesco un paño limpio y lo paso por mis brazos tallando bien, cuidando las heridas que aún quedan. Vuelvo a aquella noche y me estremesco al recordar todo lo que pasó. Mi corazón duele al haber reaccionado... Así ¿Que me pasaba? El era un salvaje, una bestia que me había tomado y llevado a la fuerza a este lugar. Pero la forma en que me tocaba, sus caricias, tu tacto...

— ¿Qué haces? - susurra sobre mi oído y acunando mis pechos con sus ásperas manos.

Chillo y trato de apartarme pero me retiene.

— ¡C-como... ¡¿Cuando entraste?! - balbuceo cuando me besa el cuello.

No me responde, en su lugar acaricia mi piel expuesta y trato de correrle las manos.

— Hace rato, no pude evitar mirar - admite con voz ronca y me sobresalto al sentir una de sus manos rozar mi intimidad - te habría llevado al lago pero no quería que alguien nos viera.

Toma mi barbilla y no me da tiempo de protestar cuando me besa. Es un beso feroz, hambriento y demandante que me hace perder el oxígeno y jadear ante sus caricias. Una solitaria lágrima escapa de mis ojos y mi pecho duele, me hace sentir mal, sucia, culpable. Muy culpable por disfrutarlo, me siento la peor cuando dejo de luchar y me abandono en el placer que me produce

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