Capítulo 9 ¿Quién eres?

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- ¿A donde vamos?

Rohlo no me responde, es irónico pensar que más de una ves me ha tocado pero apenas y se su nombre. Si bien no es tan rudo, sigue siendo el mismo reservado y serio lobo. Sólo me dijo que preparara un abrigo y algunas provisiones ¿Que tan lejos será? Salimos con el medio día y caminamos una distancia considerable. No es hasta que tenemos que subir unas rocas que dejo a Rohlo cargarme. El las sube sin problemas y tengo que sujetarme de su ropa para infundirme confianza.

Caminamos entre el follaje y al llegar quedo sin palabras

Es un prado hermosísimo, como los que describen en las historias de mi pueblo. Esta bañado por los rayos naranjas de la tarde y le da una vista asombrosa, más aún con el pequeño arrollo alimentado por la cascada. Miro a Rohlo y parece leer mis pensamientos porque me da un empujón para que vaya y explore el lugar.

Me siento una niña de nuevo, no había visto algo más hermoso desde que mamá me llevó a una madriguera de conejos y pude ver a las crías dar sus primeros pasos. Uno de los pocos buenos recuerdos que tengo. No me doy cuenta del tiempo hasta que ya es de noche, busco a Rohlo por todos lados y me preocupa cuando no lo veo en ningún lado.

- ¡Rohlo! ¿Dónde estás? - nada, barro el perímetro y ni si quiera están las provisiones. Mi corazón late muy rápido ¿Y si me había dejado? ¿Cómo iba a regresar al clan? ¿Cómo diablos iba a-

- Dime.

Doy un grito que podría haber despertado a un oso y lo miro con reproche. El por el contrario ríe a carcajadas, es la primera ves que lo veo así de relajado y me sorprendo al ver los más minúsculos detalles de su rostro.

- ¡¿Porque hiciste eso?! - chillo.

- Porque fue divertido - admite entre risas.

- ¡Para mí no lo fue!

El hambre nos hace hurgar entre las provisiones y nos sentamos cerca del arrollo. Es un ambiente tan agradable que me pierdo en el sabor de la carne. Pero hay algo que no me deja en paz

- Rohlo - lo llamo despacio y me mira - ¿Porque me elegiste?

Parece haberlo tomado desprevenido pero aún así no se inmuta mucho.

- Porque sabía que eras la única con la suficiente paciencia como para soportarme.

- ¿A qué te refieres?

- Antes te había visto, en el bosque con una mujer. Yo estaba hay por accidente así que me acerque y te vi, eras de las más bellas que había visto en los pueblos humanos. Te seguí, te observé - mira la quietud del agua - después de un tiempo entendí que si alguien debía ser mi compañera debías ser tu.

- ¿Porque?

- Porque nadie está más dispuesta a sacrificar tanto por el bienestar de otros, a costa del suyo.

Ninguno dice nada después de eso, sólo observamos las luciérnagas ir y venir por todo el lugar hasta que caigo rendida.

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