Capítulo 12 Dia y noche.

29 1 0
                                    


Hoy Marla está más hermosa que nunca.

Con ese abrigo de piel que hace tiempo se hizo, recorre el follaje para encontrar algunas moras. Yo sigo observando. Su melena caer en una cascada de oscuridad, su pálida piel que resalta sus ojos esmeralda, o más bien acua, eso y sus pequeños labios rosados, ese par me hacen sacar mis bajos instintos y comienzo a asechar. Marla siente mi mirada. Busca por todos lados pero no logra verme.

- ¿Hola? - su voz.

Estremece cada fibra de mi ser, me invita a tomar posesión de su perfecta complexión. No puedo resistirme y salto sobre ella que cae sobre una superficie frondosa.

Esos orbes hacen estragos dentro de mí, es una mirada que ninguna otra podrá igualar. Estira su mano y me acaricia, aún en mi forma animal ella puede decirme muchas cosas con su tacto. Me permito sentir sus suaves y pequeñas manos hasta que vuelvo a ser un hombre. Nuestras miradas se conectan, no hay miedo, no hay rencores, sólo la transparencia que refleja la escencia de Marla, una escencia en la que anhelo fundirme.

Ella toma la iniciativa y me besa, un contacto apenas perceptible. Luego hay una gran hambre de probarnos, conocernos y explorar esas cuevas secretas. Mordidas y suspiros es todo lo que se oye antes de que toque la aterciopelada piel de sus piernas, sus pequeñas manos tiran de mi cabello y desciendo por su cuello. De toda su exquisita figura esta es la parte que más disfruto. Su aroma es hipnotizante, demasiado perfecto para ser verdad. Este es el único sitio que no me atrevo a marcar, quiero que se conserve intacto aunque mi parte animal implora que lo tome.

Marla de arquea cuando hago intromisión en su intimidad, me regala los sonidos más estimulantes y pronto tengo la necesidad de frotarme con ella. Gime por lo bajo y sigo descendiendo hasta sus pechos, ese par de montes coronados por esas duras colinas rosadas. Pruebo el sabor de su piel y una ves más de deleito en ello, nunca me canso de tocarla, de sentirla, me he vuelto adicto a ella.

Sigo jugando hasta que la siento lista, necesitada y suplicante. Su cuerpo exije más atención y gustoso se la doy cuando me hundo lentamente. Sus pupilas se dilatan, sus mejillas están coloradas y una fina capa de sudor aparece en su frente. Responde a mis movimientos y pronto nuestras caderas se encuentran en una deliciosa danza que nos hace jadear. Somos un mismo ser conviviendo, conociéndose, explorando cada centímetro de piel y probando nuevos sabores. Somos una misma escencia.

***

-

- ¿Porque me dices Marla? - estamos tendidos y cubiertos por el abrigo de pieles en medio del bosque. Apenas el sol está saliendo.

- ¿Te molesta que lo diga?

- No, sólo que no entiendo.

Me encojo de hombros y rodeo su cintura.

- Me gusta, va más con lo que eres.

- ¿Y que soy?

Nos miramos, sus ojos reflejan una tranquilidad que no veía desde que antes de nuestro cortejo. Pocas eran las veces que podía observarla relajada pero ahora es raro verla fuera de ese estado. Observo sus finas facciones y me atrevo a acariciar su mejilla.

- Mi esposa - la beso, lento, disfrutando de cada milímetro de ese par de pétalos. Ella sigue el beso y enrda sus dedos en mi cabello. - ¿Era feliz conmigo?

Y me observa seria, meditando la respuesta y su sonrisa inocente me da un vuelco al corazón. Debo ser el lobo más afortunado.

- Si.

NocturnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora