14. En la mira

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El fin de semana había sido, exceptuando aquella fatídica noche llena de encuentros detestables, un periodo de tiempo en el que el médico Do había podido descansar plenamente, durmiendo más de seis horas seguidas en una superficie digna para su espalda. Haciendo tres comidas completas al día y dándose el lujo de abastecer su estómago con más de un refrigerio.

Su cuerpo había olvidado la sensación de una vida sin aceleres. Y entre tanto disfrute, la idea de retornar al nosocomio se tornaba cada vez más indeseable.

El lunes a las cinco de la mañana, un nudo muscular en la zona anterior de los hombros se instauró, siendo un persistente dolor de tipo contractura. Ni siquiera se había calzado con el uniforme cuando la tensión ya se estaba asentando en su cuerpo.

—Los gajes del oficio— murmuró para sí mismo, yendo hasta la regadera de manera automática. Cuando la primera gota de agua tibia tocó su cuerpo, su ser entero despertó y realizó todas las actividades siguientes de una forma acelerada. El tiempo estaba encima y a pesar de encontrarse poco deseoso de toparse con todo el personal del hospital, no debía dejar de lado sus obligaciones y responsabilidades. Su deber era para con los pacientes y no para con el personal.

Por ello fue capaz de estar listo con el tiempo justo para llamar al taxi que lo llevaría hasta el nosocomio.

Eran las cinco cincuenta y tres de la mañana cuando KyungSoo corría por las escaleras del edificio, esperando llegar al menos un minuto antes de las seis de la mañana. Sabía lo estricto que su jefe se ponía con aquello de la impuntualidad y después del encuentro fuera de horario laboral no quería tener más cosas que pudiera utilizar en su contra.

Seis dos de la mañana y KyungSoo había terminado de sellar su papeleta de asistencia, colocó su tarjeta con el resto y espero que un par de minutos de retraso no repercutiera tanto a la hora de firmar su salida. Era bien sabido que su horario tenía una hora de entrada específico que debía acatar con puntualidad impecable, pero su hora de salida era incierta, el hospital no se abandonaba por nadie del personal si los deberes del día no habían sido terminados. Y teniendo esto en cuenta, KyungSoo esperaba que ChanYeol no tuviera entre sus planes dejarle una carga inconsciente de trabajo extra, había perdido demasiado tiempo divagando en sus propios pensamientos que no se percató cuando el médico de alta estatura irrumpió en la pequeña oficina de registros, tomaba su tarjetón con total naturalidad y de manera triunfal ignoró la presencia del doctor Do.

KyungSoo lo vio por fin, cuando ChanYeol ya estaba abandonando el cuarto de registro, se quedó estático en su lugar, pensando en las posibles razones por las que no había sido brutalmente atacado y decidiendo dejar el asunto de lado, también abandonó el salón de registro para ir directo hasta el cuarto de descanso, ahí donde los casilleros, literas y regaderas de los residentes se encontraban. Dejó su mochila en una de las repisas y tomando la tabla metálica para los documentos se apresuró hasta la sala de trabajo.

Todos sus compañeros ya se encontraban en el interior, revisando los expedientes de los pacientes que tenían a su cargo.

—¿A quién le tocó guardia anoche?

—Fue fin largo. Sólo se quedó el médico de guardia.

KyungSoo escuchaba la conversación informal sin especial interés, se acercó a la estantería que contenía todos los expedientes y a punto de tomar los expedientes que le correspondían, se dio cuenta que durante el fin de semana el número de los enfermos a su cargo había aumentado, dirigió entonces la mirada hasta el pizarrón mientras tomaba cada uno de los documentos y los colocaba bajo su brazo. En una de las paredes de la sala de trabajo había un pintarrón donde se anotaban los ingresos de los pacientes nuevos y el número de cama donde habían sido acomodados. Habían llegado cinco pacientes nuevos de los cuales dos eran de KyungSoo.

Chasing dreams. [ChanSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora