Capitulo 5: Comida

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Capitulo 5: Comida


A la hora de la salida, Victoria esperaba en la fila de los autobuses escolares, para dirigirse a casa. No había hablado todo el día con Samantha, pero tenía una sospecha de que la estaba evitando; se sintió triste, Samantha era su mejor amiga y la necesitaba más que nunca.

No se había percatado del convertible rojo que estaba a un costado de ella, hasta que oyó la varonil voz de Bruno, dirigiéndose a ella.

- ¡Hey! - Victoria lo vio montado en su convertible, con su tradicional chaqueta de cuero negro y unos lentes de aviador - Ven, sube, que te llevo a tu casa - por un momento Victoria no pensó que le decía a ella.

Victoria dudo un poco en subirse o no.

- Anda, sube - Victoria se dirigió a la puerta del copiloto y se metió en el auto. Este dio un rugido antes de avanzar rápidamente a la salida del estacionamiento.

Afuera las miradas de toda la escuela se dirigían hacia ellos, todos boquiabiertos. El día siguiente iba a estar lleno de chismes, de eso estaban seguros.

- Por aquí no es el camino hacia mi casa- dijo Victoria viendo que el carro tomaba un rumbo diferente.

- Lose, te llevare a comer antes- Bruno estaba decidido a levantarle el animo a Victoria, no tenía mucha experiencia en mujeres, pero se daba perfectamente cuenta de que todavía estaba muy afectada por lo que había pasado.

- No tengo hambre de verdad- No se sentía muy bien, solo quería llegar a su casa y dormir.

- No está en discusión, tienes que comer algo y después te llevare a tu casa- ordeno Bruno, pero al instante se regaño mentalmente, ese no era el tono para una mujer y menos para Victoria, temía haberla asustado.

- Está bien- dijo quedito, también se había dado cuenta que era más una orden que una invitación.

Bruno se volvió a regañar así mismo, no debía de sacar esas actitudes con ella y menos en lo frágil que estaba ahora. Él solo quería que comiera algo y si podía, levantarle el ánimo.

- Lo siento, no tenemos que ir si no quieres - se disculpo

- No, tienes razón, se que si llego a mi casa no comeré nada- Victoria le dedico una sonrisa, le daba curiosidad Bruno, era muy diferente a todos los demás hombres que había conocido por afuera la impresión que daba era de ser alguien solitario, serio y poco social, pero en lo poco que había conocido sabia que era caballeroso, justo, amable, pero también duro y mandón.

Bruno la llevo a uno de sus restaurantes Italianos, le abrió la puerta del carro y le tendió la mano para que pudiera bajar.

- Gracias - le sonrió y se sonrojo un poco, no estaba acostumbrada a este tipo de tratos, Román no era nada caballeroso, así que nunca le abría las puertas o le ayudaba a bajar.

Al entrar una voluptuosa chica se acerco a ellos y le dedico a Bruno una gran sonrisa

- ¡Bruno!, que gusto verte, ¿la misma mesa de siempre?- era como si Victoria no existiera para ella, en ningún momento la volteo a ver.

- Si, por favor Silvia - contesto Bruno indiferente, paso una mano por la espalda de Victoria para que fuera ella primero.

- Por aquí - Silvia la miro de arriba a abajo juzgándola, se volteo y contoneo sus caderas hasta llegar a su mesa, que era la última del restaurante, una mesa un poco privada y alejada de las demás. - Disfruten su comida. - y con eso se alejo.

Bruno le recorrió la silla a Victoria y después se sentó él, rápidamente llego uno de los meseros a atenderlos.

- Buenos tardes joven Bruno y señorita ¿Les puedo ofrecer algo de tomar? - se inclino un poco hacia ellos.

- Hola Damián, una botella de vino por favor.- Le sonrió con amabilidad.

- En un momento- con eso se retiro.

- Al parecer todos te conocen- dijo Victoria

Bruno se encogió de hombros- Vengo seguido aquí, la comida es muy buena. - Lo que no sabía ella era que en realidad el restaurante era de él.

Damián llego con la botella y dos copas y les sirvió - ¿Algo para comer joven Bruno?

- Primero ella - dijo dirigiéndose a Victoria.

- Me puedes traer una lasaña de la casa, ¿por favor? - dijo Victoria

- Enseguida- anoto en una pequeña libreta - ¿y para usted joven Bruno?, ¿Lo mismo de siempre?

- No, comeré una lasaña también, Gracias

- Enseguida esta su comida - y con eso se retiro.

Bruno le dio un sorbo a su copa y contemplo a Victoria, que estaba viendo asombrada todo el lugar, era un restaurante grande y lujoso, pero con un estilo italiano muy particular. Por un momento se sintió cohibida, por que no iba arreglada para este tipo de restaurantes, sin contar que la Hostess, la tal "Silvia", no dejaba de mandarle miradas asesinas desde donde estaba.

- Así que tu y Román ya no son nada - Pregunto Bruno curioso, no sabía porque pero quería asegurarse de que Victoria y Román no fueran nada. En ese momento la mirada de Victoria se entristeció un poco - lo siento, no quise recordártelo.

- No te preocupes, está bien,- le dio una pequeña sonrisa forzada, se notaba que lo había querido mucho- Si y para siempre, era lo mejor, nuestra relación se había deteriorado demasiado, no era el mismo, yo... ya no me sentía cómoda con él, de pronto era muy violento o brusco conmigo.

- Hijo de perra - Bruno negó con la cabeza, sentía las ganas de volver a golpearlo. - ¿Ósea que ya había intentado propasarse contigo?

- Si, lo había intentado, pero yo siempre me había negado, pero ayer... fue horrible - le dio escalofríos solo de recordar - quería forzarme a hacer cosas que yo no quería - Había empezado a temblar de recordar la impotencia que sintió al no poder quitárselo de encima.

- Tranquila - Bruno la tomo de la mano por encima de la mesa para que dejara de temblar, estaba furioso, eso no se iba a quedar así - yo no dejare que eso vuelva a ocurrir otra vez, ¿okey? - la tomo de la barbilla para que lo mirara directamente a los ojos, Victoria asintió.

- Gracias, otra vez, por todo, yo... tal vez no me atrevía a dejarlo porque era la única familia que tenía, había pasado toda mi adolescencia con él - Bruno se sintió identificado con ella, el también sabía lo difícil que era sentirse solo, había perdido a su padre y a su hermano, tenía a sus primos, pero a veces se sentía como si estuviera solo en este mundo, sin que le importe a nadie y había mucha gente que deseaba verlo muerto - y ahora ni mi mejor amiga me habla - a Victoria se le escapo una lagrima.

- Hey, no llores- Bruno no le gustaba verla así, con su mano, limpio la lagrima que le resbalaba por el rostro - Ahora somos amigos ¿no?, estaré aquí para lo que necesitas - se le hacía raro usar esta palabra con Victoria, no estaba tan seguro si la veía como una amiga, siempre se le había hecho muy bonita y las pocas veces que había hablado con ella sabía que era una buena persona, pero había algo más que a veces lo volvía loco, quería saber como estaba, si se encontraba bien, estaba al pendiente de ella y odiaba como la trataba Román, varias veces estuvo a punto de golpearlo.

- Gracias, de verdad Bruno - ella también le apretó la mano, se sentía muy reconfortante tener su mano entre la suya, la hacía sentir protegida.

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Amor en la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora