Capitulo 1

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Habla Cari

Las luces de la discoteca Benidorm me estaban abrumando. Rocky y yo llevábamos como una hora ahí metidas, y ella ni siquiera me había dejado sentarme en un taburete a tomar un Dr. Pepper. Bueno, esa era una de sus reglas: “de fiesta, solo alcohol y baile”. Aun siendo tan diferentes, de verdad que no sé cómo podíamos ser amigas.

—Estoy agotada, Rocky, necesito sentarme o salir a tomar el aire.

—¡Vamos Cari! ¡Que la noche es joven!

Rodé los ojos mientras me daba la vuelta y comenzaba a caminar hacia la barra. Ella me agarró de la muñeca y fue conmigo hacia uno de los taburetes.

—Dos vodkas con cola —pidió al camarero.

—¡Que sea solo uno! —Me apresuré a corregir—. Para mí un Dr. Pepper.

Rocky me lanzó una mirada envenenada. Esa era la segunda de sus reglas de oro de salir de fiesta que rompía, ¡y en menos de cinco minutos!

—Sabes que mañana tengo que ir a cuidar al hijo de la señora Moore. No es bueno presentarse con resaca el primer día de trabajo.

—Aburrida —farfulló mi amiga mientras el camarero la traía su bebida—. Dentro de poco cumplirás los diecisiete, y entonces no te escaparás. Te emborracharé como una cuba y no llegarás viva a casa.

—Te tomo la palabra —me reí mientras tomaba el primer sorbo de mi bebida con sabor a cereza.

—Dios, ¿has visto esos bombones de ahí? Señor, como adoro esta discoteca.

Dirigí mi vista hacia donde ella señalaba, en la pista, a un grupo de tres chicos. Dos rubios y uno moreno. Todos demasiado cliché para mí. Altos, fuertes y bien vestidos. Y para completar con lo estadístico, una chica también alta, rubia y con tetas enormes (vamos, todo lo que yo querría ser), se acercó al moreno. Visto y no visto, a los dos segundos ya debía tener la lengua metida hasta dentro de su campanilla, mientras sus otros dos amigos vitoreaban como locos.

Rocky resopló a mi lado.

—Caso perdido, si ese son el tipo de chicas que están en su liga, no hay nada que podamos hacer.

Sonreí suavemente. Sinceramente, ella sí tendría alguna posibilidad, al menos más que yo. Sin embargo no podía decírselo, estaba segura de que jamás me daría la razón y no quería iniciar ninguna discusión. Rocky era preciosa. Su pelo negro, liso y brillante. Sus ojos verdes oscuros con mirada felina, como la decía mi hermano Jake para tomarla el pelo. Tal vez pesase un kilo o dos de más, pero en eso se quedaba. No se podía considerar siquiera “rellena”, y mucho menos gorda. Aunque tenía una insana obsesión con su culo, yo mataría por tener sus tetas. De verdad. Pero, ¿quién querría ser como yo? Yo, el tipo de nadie. Mi pelo no era negro brillante, sino esa combinación entre castaño y oscuro, demasiado soso. Mis ojos oscuros no podían llamar la atención, y era tan baja y tan plana que no tenía ningún atractivo físico. Aun no entendía como mi carnet falso funcionaba conmigo… ¡Ni siquiera tenía culo!

—¡Santa madre! ¿No es ese Dan Watson? —Gritó Rocky tan alto, que me extrañó que el susodicho no se girase—. ¿Qué demonios está haciendo aquí?

Reí por lo bajo mientras mis ojos se posaban sobre él. Hacía unos años era el chico que mejor me conocía del mundo. Algo así como mi mejor amigo, pero lo fastidió todo. ¿Y cómo lo hizo? Pretendiendo ser algo más que eso, amigos. Pero ya había cruzado la frontera hacia la amistad hacía tanto tiempo que se me hacía imposible mirarle de otra forma. Cuando le rechacé él simplemente dejó de quedar conmigo, se alejó y ahora solo hablamos de vez en cuando.

Tu + Yo = Imposible ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora