Narra Carina
—¿Estás segura de que no quieres esperar dentro?
Asentí con la cabeza hacia Luca. Estábamos fuera de la cárcel donde se encontraba su padre. Me había costado dos largos meses convencerle pero finalmente lo había logrado. Y sabía que después de esta visita él sería más feliz, solamente tenía que derribar su rechazo inicial y ver a su padre.
Yo había aprendido eso a las duras. No era que mi situación familiar fuese igual a la suya, al fin y al cabo lo único que mi padre había hecho era abandonarnos. Aun así desde que llegó al pueblo y decidió quedarse nuestra relación había mejorado notablemente. Seguía haciendo fiestas casi todos los fines de semana a las que mi madre se negaba rotundamente a dejarme ir. Al menos ahora no eran fiestas repletas de adolescentes borrachos: estaban repletas de adultos borrachos.
La vuelta de mi madre fue un alivio, tanto para la limpieza de la casa como para la salud de mi estómago y de la nevera. Comer comida sana era un viejo hábito que parecía haber quedado en el olvido después de las abundantes cajas de pizza que había digerido durante la estancia de mi padre. Además mi madre estaba encantada con Luca y no dudaba en darme permiso para salir con él todos los fines de semana.
Lástima que Jake había empezado a coger la costumbre de venir de visita cada fin de semana. No tenía muy claro de si era por ver a Rocky o por desanimar cualquier intento que Luca y yo tuviésemos de conseguir intimidad. Cabe decir que no era muy bueno consiguiéndolo y… Digamos que nunca tuve tanta intimidad con un chico.
—Ya te dije, tengo que ir a comprar unas cosas —le sonreí dándole ánimos.
Notaba su recelo a entrar tras las paredes de ese oscuro edificio incluso dentro de la seguridad de mi coche. Coche nuevo que mi padre se había tomado la molestia de regalarme, debo añadir. Y me encantaba estar empezando a convertirme en una niña mimada.
—Está bien. Estaré fuera en una hora.
Asentí y Luca tomó mi rostro entre sus manos acercándole al suyo por encima del freno de mano. Sus labios fueron ansiosos contra los míos.
Al principio pensé que esa avidez en los besos, aquella pasión, sería solo propia de los primeros días. Sin embargo parecía que nunca iba desaparecer y yo estaba más que feliz por ello.
Luca mordió mi labio inferior delicadamente antes de separarse de mí mirarme con ojos sinceros.
Luca mordió mi labio inferior delicadamente antes de separarse de mí mirarme con ojos sinceros.
—No tenías nada que yo buscase. De hecho eras lo contrario a mi tipo. Estoy completamente seguro de que en la vida me hubiera fijado en una chica como tú, nunca.
Alcé las cejas levemente molesta pero también divertida ante su confesión. No sabía a qué venía eso ahora.
—Vaya, tú realmente sabes cómo lanzar piropos.
Él rió y atrapó un mechón de mi cabello en sus dedos.
—Y ahora mírame. Soy como un perro vagabundo y hambriento, pero en vez de buscar un hueso que morder, busco la más mínima y mísera de tus miradas. Estoy rendido ante ti, y ya no se qué hacer para tratar con esta jodida mierda.
Sonreí y él me sonrió de vuelta. Esta vez fui yo quien se inclinó por encima del freno de mano para darle un beso.
Luego salió del coche y me quedé mirándolo hasta que llegó junto a los policías custodiando la entrada. No moví el coche hasta que dejé de sentir su calor. Entonces tomé aire y todo mi rostro cambió. Me preparé mentalmente para lo que estaba a punto de hacer. Solo que la preparación mental nunca es suficiente para eso.
Conduje por más de veinte minutos hasta la ciudad más cercana. Era estúpido lo que estaba haciendo pero también aparqué el coche a al menos dos manzanas de distancia. Tomé un largo camino andando pero ni siquiera eso funcionó para relajarme. Estaba más que nerviosa.
Entré en la tienda con los dedos de mis manos enredados y retorciéndose con nerviosismo en mí regazo. Apenas había gente y aunque eso era bueno no lograba tranquilizarme. Mantuve mi mirada escondida en el suelo mientras avanzaba hacia el mostrador. No levanté la vista siquiera cuando el dependiente me habló.
—¿Qué desea?
Tragué saliva. Mis ojos seguían clavados en el mostrador de cristal. Mi corazón palpitaba muy rápido, ya no solo por el incómodo momento que estaba a punto de suceder sino por lo que significaba todo lo que estaba haciendo. El dependiente carraspeó llamando mi atención y por fin me armé del valor suficiente para hablar.
—Quería una prueba de embarazo.
FIN
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¡Hola!
Aquí esta finalmente, ¡la historia subida al completo! Espero que os haya gustado y disfrutáseis leyendola.
Aun no estoy muy convencida de hacer una segunda parte... :S Supongo que me tomaré un tiempo para valorar si merece la pena o no y mientras tanto me centraré en mis otras historias.
¡En el caso de escribirla la empezaré a subir aquí!
El PDF está online por si alguien quiere descargarlo, lo dejaré en un comentario ^^
Muchísimas gracias por haber leído la historia, me hace muy feliz ver los votos y comentarios :)
Os mando abrazos gigantes y besos enormes,
Andrea S. :)
ESTÁS LEYENDO
Tu + Yo = Imposible ©
Teen FictionLuca y Carina son dos personas totalmente diferentes. Él nunca pensó que podría enamorarse de ella. A ella jamás se le pasó por la cabeza que pudiese fijarse en un chico como él. Mientras ella es una adolescente cabezota, mandona y seguidora de las...