Capítulo 24. Caught

5.9K 227 24
                                    


Cuando cierro la puerta del despacho de mi jefe me doy cuenta de que procesidamente eso por lo que siempre había velado se acababa de marchar a un ritmo vertiginoso hacia la basura. Todos somos conscientes de que nuestras acciones tienen consecuencias, no es nada que se haya descubierto a estas alturas de la vida, no hemos descubierto la pólvora, pero estaba claro es que a mí me acababa de explotar en la cara la realidad de una forma muy poco elegante.
Cierto es que mi única ventaja en estos momento era que tenía un jefe que me apreciaba lo suficiente como para no dejar que mi suicidio profesional fuese tan pronto. No todo está tan perdido.

Lo cierto es que lo último que me esperaba cuando aparecí aquella mañana por la redacción era que sólo iba a tener diez minutos de paz en todo el día. No me había dado tiempo a dejar mis cosas sobre la mesa y saludar a mis compañeros cuando la calva cabeza de Julio aparecía en mi campo de visión y no con una cara amable, y aquello sólo podían ser malas noticias para mí. Y no, lo cierto es que no fallé mucho en mis premoniciones.
Sólo tuvo que mover dos dedos para avisarme de que era a mí a quién quiería y yo ya estaba como los niños pequeños, que saben que la cosa está a punto de ponerse fea porque papá o mamá han descubierto eso que has roto horas antes.

– Sabes que te aprecio mucho ¿Verdad?– Fue lo primero que dijo cuando cerré la puerta de su despacho y ya supe de todas todas, que aquello no iba a ser una conversación maravillosa. Más bien todo lo contrario.

– Hazme un favor, no le des rodeos a lo que me tengas que decir y dímelo de una vez. Llevo fatal los mareos.

– Perfecto, entonces siéntate que tenemos que hablar unas cosas. Lo primero es que estoy aquí más como amigo que como jefe, eso quiero dejarlo claro. Esto no tiene que salir de estas cuatro paredes al menos por ahora, quiero recalcarte eso. No me voy a liar más, ha llegado una información a la redacción y te implica de una forma bastante personal. No sé si vamos por dónde voy, pero estoy seguro de que sabes de lo que estoy hablando.– Su mirada cambia a esa que te dedica tu hermano mayor cuando quiere echarte una mano cuando te están echando la bronca.

– Estás hablando de mi vida personal ¿No? –El asiente y yo descubro que hay ciertas cosas que no se pueden esconder tan bien como creemos, que al final todo acaba saliendo a la luz antes o después.– Sólo quiero dejar claro que sigo siendo igual de válida profesionalmente y he sido objetiva todo este tiempo, si es eso lo que te preocupa. He demostrado que puedo separar perfectamente mi vida profesional de la personal.

– Estoy de acuerdo, pero soy tu jefe y estoy aquí para velar por ti de alguna forma, la filtración venía acompañada de unas cuantas fotos de cuando estuviste en Londres, también aparece Álvaro. Lo que quiero decirte es que hemos sido capaces de parar la publicación de las fotos, pero no puedo asegurarte que pueda hacer lo mismo la próxima vez.

Suspiro y me dejo caer contra el respaldo de la silla, está claro que esto tenía que pasar pero supongo que la sensación de que están tirando de la alfombra que tienes bajo los pies es algo que no se iba a ir, por mucho que supiese que hay ciertas cosas que no se puedes esconder eternamente y que están destinadas a que salgan a la luz. Porque sí, era consciente de que en cualquier momento, una persona con un móvil podía encender la chispa y a partir de ahí ya sabemos como funcionan estas cosas. Sólo necesitas una cuenta de Twitter y unos cuantos retweets para mover la noticia. Y unas horas, listo.

– Gracias, no tenías por qué lidiar con esto, pero muchas gracias, de verdad. Supongo que tendremos que andar con pies de plomo a partir de ahora si estamos en el radar.

– Siento decirte que no vais a dejar de estar en el radar, de hecho ahora mirarán vuestros movimientos con lupa, pero creo que por lo menos te merecías saberlo a fi nde cuentas es tu vida privada, y nadie tiene derecho a publicar algo sobre ella si nunca has participado en ese mundo y menos sin tener idea alguna de ello.– No me está regañando ni me está juzgando, simplemente está ejerciendo más bien de hermano mayor.

(Un)Lost | Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora