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30 de Agosto

Narra Maluma

Miro todos los papeles en mis manos simplemente los tiro sobre la mesa. No necesito ni quiero esto ahora.

Ha pasado una semana desde su Nina me dijo que estaba cansada de todo nuestro drama. Y no la puedo culpar, no he sido la mejor pareja.

-Mamacita deje eso- me levanto con ayuda de las muletas y voy hacia Nina- ¿Estás nerviosa?

Se que Nina solo organiza la casa, como lo está haciendo en este momento, cuando está nerviosa y no se puede contener. Nina deja los juguetes de los mellizos en la cama y me mira. Se muerde el labio y se toca el vientre.

-Se que hemos tenido nuestras altas y bajas estos últimos días, pero dime que pasa.

-Son los nervios- me dice mirando su vientre pero le tomo de la barbilla para que me mire- La cesaría, tener otro bebé, que los mellizos crezcan, que nuestros problemas afecten a los bebé...

Mi corazón se parte en mil pedazos al escucharla. Nina no se merece toda las preocupaciones que yo le causo. Pero desde el primer momento en que la vi, me convertí en un egotista que no la podía dejar ir a pesar de que era una niña. 

-No tienes porque preocuparte ¿si? Moveré cielo y tierra para que los bebés y tu estén bien- le aseguro- Y con respecto a nosotros... se que soy yo el problema. Soy el que te toma por menos y que...

-No digas eso cariño- me interrumpe mientras se acerca a mi y me acaricia la mejilla. 

Se siente bien. Después de una semana evitándonos menos cuando estábamos con los mellizos, su simple gesto se siente como el cielo.

-Sabes que es verdad- continuo- Pero soy demasiado egoísta como para dejarte ir.

Nina envuelve sus brazos en mi cuello y sonrío al sentir su vientre hinchado contra mi abdomen. Paso mis labios por su mejilla hasta la parte de atrás de su oreja y le doy un beso allí sintiendo sus brazos tensarse. 

-Juan...- la escucho suspirar.

Se como las hormonas de Nina la descontrolada así que me alejo un poco ya que no las quiero alborotar sabiendo su deseo de no hacer nada hasta después del nacimiento del pequeño.

-¿Porqué no dejamos a los bebés en casa de Manuela y nos vamos a cenar?- le ofrezco sabiendo que quiere que hagamos cosas así, que nos unan mas como pareja- O hacemos una cena en casa, como te sientas mas cómoda pequeña.

- ¿Seguro?

-Hagamos algo- le digo acercándome de nuevo a sus labios- Se que con los mellizos no tenemos la casa mas tranquila del mundo, pero cuando nazca el pequeño no tendremos tiempo de nada y será un caos.

Me da una sonrisa tímida. 

-¿Qué pasa?- le devuelvo la sonrisa.

-Créeme que encontraremos el tiempo para...- deja la oración a completar y se inmediatamente de lo que está hablando.

Suelto una carcajada y escondo mi cara en su cuello. Lo beso y chupo un poco sintiendo como tiembla contra mi cuerpo. Nunca puedo alejar mis manos de Nina, pero en estos momentos quiero tenerla pegada a mi cuerpo por todo el tiempo que pueda.

-Juan...- empieza pero es interrumpida por un sonido en la puerta de nuestra habitación.

Al voltearnos, nos encontramos con Lucas gateando con su niñera persiguiéndolo. El pequeño lo único que hace es reírse hasta que llega a los pies de su mamá y levanta los brazos para que lo tome.

-Lo siento- se disculpa María- En cuanto lo puse en el piso para jugar, no hubo manera de pararlo.

Le doy una mirada tranquilizadora y dejo que se vaya.

-Cada vez está peor- tomo la mejilla de Lucas quien se ríe- No se como será cuando tenga que ir a la guardería- al escuchar mis palabras, Nina abre los ojos como platos y los abraza fuertemente. Frunzo el ceño- ¿No habías pensando en eso?

-No...- susurra

-Tranquila, todavía están pequeños. No te preocupes de eso por ahora.

Nina me da un beso y me dice que va a tomar un baño de burbujas con Lucas. Se que me podría meter con ellos, pero se que me volvería loco. Así que para despejar mi mente y dejar de imaginar la suave piel de Nina empapada en espuma, decido llamar a mi doctor intentando que la preocupación baje el bulto en mi pantalón.

Media hora después, regreso a la habitación con una gran sonrisa en el rostro. Pero desaparece cuando no veo a Nina por ningún lado. Escucho ruidos en el baño y entro encontrándome con Lucas y Nina jugando.

-¡Ma!- mi pequeño grita llamando a Nina mientras me señala- ¡Ma!

Nina me mira y me acerco cuando veo como sus ojos se llenan de lágrimas. Me olvido de sus perfectos pechos, me olvido de como sus piernas están recostadas contra el borde de la bañera o hasta de como sus ojos brillan. Solo pienso en lo que siento por ella y en lo que nuestro hijo acaba de hacer.

-Mamá- repito agachándome al lado- ¿Quieres a mamá?- le pregunto y el pequeño me da una sonrisa tímida antes de abrazar a Nina- Vamos a quererla mucho ¿si?

Miro a Nina y le seco las lágrimas con mi pulgar. Se cuanto le afecta ver cuanto los mellizos y yo la amamos o cuanto dependemos en ella así que lo emocional que se puede poner. Siempre me agradece darle la vida que tiene, nuestros hijos y amor o hasta por haberla sacado de la vida que tenia; pero ella es la que me dio y da todo eso a mi. Momentos como este me sacan de la cabeza que ella solo tiene diecisiete años, que causé todos los problemas en su familia y que podría estar en París o donde le provocara si no fuera por mi; pero al ver la manera en la que me mira me deja claro que no solo soy yo quien volvería a hacer todo exactamente igual de nuevo. Con las peleas, problemas e inseguridades... haríamos todo exactamente igual.


Mi Pequeño Gigante 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora