CAPITULO II
- ¡No te atrevas ni a pensarlo chiquilla vulgar!- gruñó cerca de su rostro con voz gutural tomando con su otra mano la mandíbula de la hembra que se agitó en un intento por soltarse de su agarre ¡Ese tipo estaba invadiendo su espacio personal! ¿¡Cómo podía ser tan atrevido!? Pudo percibir su aliento fresco golpear sus mejillas cuando él habló notando el aroma a menta de su boca así como el olor a vino amaderado que emanaba de su piel producto del perfume que seguramente usaba.
- ¡No me toques!- chilló ella sintiendo cómo el muchacho que sostenía su cara con su tosca mano movió de un lado a otro su rostro con fuerza mientras la observaba a escasos centímetros.
- Debería de castigarte por ser tan insolente mujer.- articuló fijando su mirada en las orbes turquesa de la peliazul, la chica apreció como su corazón se aceleró al ver esas facciones duras en el rostro del hombre sintiendo temor de sus palabras, parecía que el sujeto hablaba en serio ¿Sería capaz de hacerle daño?- Pero sería una pena marchar de sangre tu hermoso rostro.- añadió soltándola rudamente de un empujón haciendo que ella diera dos pasos atrás. Bulma se quedó estática mirando al salvaje sonreírle con arrogancia cuando le pasó de lado empujándola con su hombro provocando que tambaleara en su lugar.
- ¡Maldito!- gritó ella agachándose a recoger sus cosas de manera apresurada al recordar que pronto sonaría el timbre y si no se apresuraba llegaría tarde a clases, los estudiantes que presenciaron la escena disimularon cuando el nuevo estudiante les lanzó una mirada fulminante mientras se dirigía a su casillero donde lo abrió para dejar ahí alguna de sus cosas, cuando terminó giró el rostro observando a la hembra con la que acaba de discutir a unos metros de él cerrar su casilla donde también había guardado los libros que no necesitaba y luego vio como corría lejos de ahí, sonrió para sí mismo al notar como la falda de la muchacha se levantaba con su trote dejando ver más de sus piernas blanquecinas, sus orbes obscuras no pudieron dejar pasar desapercibido ese panorama.
Cuando Bulma entró al salón aun faltaban algunos minutos para que se llegara la hora de la clase, se sentó de sopetón en su banca dejando caer su mochila con golpe en la mesa donde se recostó con los brazos cruzados y su cabeza sosteniéndola entre estos, respiraba entrecortadamente mientras su corazón galopaba con rapidez cuando a su mente vino la reciente escena ¡Ese idiota! pensó dejando salir un bufido.
- ¿Qué te sucede Bulma?- preguntó Zuno poniéndose de pie al mirar a su amiga entrar agitada a pasos apresurados, se sentó en una silla que estaba frente a la peliazul que alzó la cabeza para ver a la chica que la observaba fijamente.- Te ves muy cansada.- agregó sacando del bolsillo de su camisa a la altura de su busto un pequeño paño blanco que se lo ofreció a la joven para que limpiara un par de gotitas de sudor en su cien. La ojiturquesa lo tomó abriendo su mochila buscando dentro de esta su espejo.
- ¡Maldita sea!- renegó al ver su cabello un tanto revuelto.- ¡Me pasó algo terrible Zuno!- volvió a decir en el mismo tono mientras se limpiaba con el pañuelo, apartó los ojos del espejo y miró a su amiga.
- ¿Terrible?- preguntó la muchacha imaginándose de que algo malo le había ocurrido a la chica.
- Si Zuno, un idiota me tiró cuando iba hacia el casillero y en vez de ayudar a levantarme se burló.- explicó indignada guardando el espejito dentro de su bolso cuando se sintió a gusto con su apariencia más decente al haber acomodado nuevamente su melena.
- ¡Oh mira Bulma! Ese es el chico nuevo al que le mostré ayer el campus.- escuchó que dijo la peliroja así que alzó la mirada sacando la mano de su mochila donde estaba metiendo el espejito, sus orbes turquesa se abrieron con asombro cuando su vista se fijó en el tipo con el que acaba de tener el incidente, lo miró pasar frente a ella casi en cámara lenta, ¡No, esto no puede ser! Se dijo mentalmente sin apartar su escudriño de él que desvió su atención a ella haciendo que su corazón diera un sobresalto cuando aquellos ojos negros llegaron hasta su persona, contuvo el aliento cuando el hombre le sonrió arrogante caminando hacia las mesas que estaban al fondo, la ojiazul no pudo dejar de mirarlo hasta que tomó asiento, incluso se había girado un poco para seguirle el paso, lo vio sentarse y entonces regresó hacia Zuno con expresión estoica mordiendo su labio inferior.
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"Cuando cae la noche"
Romance» La vida siempre pone ante nosotros duras pruebas para superar, pero hay algunas que marcan nuestro destino haciéndonos difícil olvidar el daño que nos ocasionaron, todo parece perdido, hasta que llega a nosotros una persona especial que nos ayuda...