Capítulo VI

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Oigo un crujido de tela, su mano se posa en mi cintura. Siento una descarga en mi columna vertebral y unos deliciosos escalofríos recorren mi piel. Por alguna razón que ignoro, me siento casi hipnotizada y recibo su contacto con placer, lo estaba esperando. Noto su cálida respiración. Se queda así unos instantes, como si sopesara la situación, como si evaluara mi estado de ánimo y lo que siento como para haberle dado un beso. Acaricia mi mejilla con el dorso de su mano, se entreabren mis labios y mi respiración se entrecorta. Mi corazón está a punto de explotar. De repente deseo de nuevo que su boca se pose sobre la mía. No decimos nada. La mezcla de su perfume, masculino y sutil, invade mi nariz y termina por despojarme de toda voluntad. Su mano toca sensualmente la curvatura de mi espalda, mientras que su torso firme se pega contra mi, para inmovilizarme en ese banco. Me encuentro atrapada entre su cálido cuerpo y el frío acero. Adivino que ha apoyado un brazo en el banco, para controlar mejor la situación, mientras la otra se pasea libremente por mi cintura. Soy incapaz de ordenar mis pensamientos. Mis piernas comienzan a temblar, mientras su mano continúa recorriendo lentamente la base de mi espalda, hasta regresar el nacimiento de mis caderas. Posa sus labios con una lentitud casi diabólica, sobre la delicada piel de mi cuello. El contacto es embriagador, casi irreal...

Me dejo llevar por el deseo que me aturde, simplemente por las sensaciones vertiginosas que estoy sintiendo...

De repente toma mis labios como si fuera a devorarme. Contengo la respiración y mis labios se entreabren para coger su lengua, que se insinúa ávidamente entre ellos. Coloco mis manos sobre su pecho y disfruto de ese momento voluptuoso, respondo al ritmo que impone. Nos quedamos un momento así, rozándonos, con la respiración entre cortada, los ojos cerrados. Intento luchar una última vez contra lo que mi cuerpo reclama. Dejo de resistirme, me siento encima de él y lo miro fijamente. Pero, sin darme un respiro, agarra mi nuca y comienza a besarme de nuevo. La exigencia de su beso hace que me sienta completamente aturdida. No sé ni donde estoy. No soy más que un cuerpo ardiente, impaciente, suplicante por sus besos. La capacidad y la voluntad de su abrazo dejan pocas dudas sobre el curso de los acontecimientos...

Suavemente afloja la presión sobre mi nuca y mi cintura. Coloco mis manos sobre su esculpido pecho, para bajar la cremallera de su chaqueta, que se mantenía cerrada. Oigo el roce del tejido que se desliza y cae al banco. Cuando mis manos acarician su cuello y parte de su pecho, que su camiseta dejaba ver, oigo como ahoga un pequeño gemido totalmente perturbador. A su vez, acaricia mi piel bajo la tela de mi camisa. No se oye nada más que una mezcla de gemidos ansiosos y murmullos apagados por los cantos de los pájaros. Mi consciencia me dice que detenga todo esto inmediatamente. No soy de ese tipo de mujeres. Pero mi cerebro se ha detenido, mi corazón se ha acelerado. Cesamos, vemos que ya son las 9 de la noche. El sol ya ha caído, el cielo ha comenzado a oscurecerse, dejando una degradación desde un tono rosado, pasando por uno violeta, hasta llegar al azul intenso oscuro. El me sonríe y dice:

Dawson: Se ha hecho tarde.

Cristal: Sí lo se, se me ha pasado el tiempo volando...

Dawson: No me extraña- Ríe y me mira con cara perver- a mi también.

Cristal: No pensaba que te gustase tanto... De hecho, pensaba que, al lanzarme, saldrías corriendo, por parecerte atrevida.

Dawson: No me gustas, me encantas. Y las chicas valientes más aún.

Cristal: Ay, que bien. -Sonrió y me sonrojo-

Dawson: Deberíamos marcharnos ya, aunque yo no quiero...- Me acaricia.-

Cristal: Sí, lo sé, yo tampoco... -Le sostengo su mano en mi rostro-

Dawson: ¿Te gustaría que mañana nos viéramos?

Cristal: Por supuesto. -Mi cara se ilumina-

Dawson: Pues genial, está noche hablamos.

Cristal: Sí, claro.

Dawson: Ahora venga que te lleve a tu casa.

Cristal: No hace falta, vivo aquí al lado.

Dawson: Insisto, no quiero que te pase nada y así paso otro rato contigo.

Cristal: Esta bien.

Me levanto de su regazo y el se incorpora, pero antes de emprender el camino hasta su coche, me agarra de la cintura y deposita un pequeño beso en mis labios, ese beso es todo ternura y amor. Comenzamos a caminar y al llegar al coche observo que es un pequeño twingo rojo ya bastante viejillo, pero en el que sé que dejaré bastantes recuerdos con Dawson. Montamos en el vehículo y durante el trayecto hablamos de que lo ha pasado genial, que el también deseaba lo que hoy había sucedido porque le gusto mucho. Pero él y yo sabíamos que no era solo atracción física, sino que había más...

Me deja en mi portal, le doy otro beso antes de salir del coche y entro a mi casa.

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