Detención.

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Se puede jurar
que los días
murmuran con paranoia
tras ver sus propios reflejos,
atándose a sus propias limitaciones,
atándose a nuestras propias cárceles.
No somos más de lo que creamos,
destrozados por toda alusión,
fácilmente reemplazables
en un mundo
donde el tiempo
gira sobre si mismo
sin detenerse
y sin embargo
se pierde.
No se encuentra.
Ni lo hará.
Nunca lo hizo.

Todo se vuelve ciego a la mente
cuando solamente
se puede apreciar
la lejanía
de lo imposible,
durmiendo en los brazos del insomnio
para despertar
sin saber el porqué
todas las galaxias
se reflejan en pesados párpados
que simplemente vagan
como meras brisas otoñales,
dándole vida a unos,
dejando heridas superficiales en otros.
Perdiendo la cordura
en esa libertad inimaginable
solamente posible para quienes
intentan escapar de multitudes en soledad
mas viven sintiendo a los astros fallidos
acompañando al igual que fantasmas
siempre fuera de lugar,
cuanto más se rompen
menos es el miedo
de convertirse
en palabras abrumadoras
de máscaras sin expresión
ni suspiros congelándose
bajo el olvido,
en la línea entre lo real
y los instantes perdidos
hechos espíritus olvidados
mientras todos juraban
eternidades
y bajo sus pieles
solamente había vacío.
Aquel vacío inhabitable,
donde se intenta reparar
el océano desierto
y los cantos nocturnos
de cuando la luna promete
llorar palidez
hasta llenar de pureza a las aves.
Esa caída que lleva a donde el sol
ilumina oscuridad,
sangra taciturnidad
y permite al otoño
llorar primavera,
las almas solitarias
duermen hasta despertar siendo un halo
de silencio
y años luz.

Implorando poder aferrarse
a las flores,
aunque sus raíces carcoman todo lo que quede,
embelleciendo las melodías de la muerte,
anhelando renacer como niebla,
porque no queda ningún camino que seguir
si construimos desesperanzas
y jaulas invisibles,
pero tan palpables
de la misma forma que el pasado
en las fotografías. 

Se puede apreciar a las sombras
jugar a las escondidas,
llevándose a la juventud
hacia su propio paraíso,
clavando las espinas en versos muertos,
dedicando su tiempo
a retratar mentes desgastadas y marchitas.

Con frágiles secretos
ocultándose tras los espejos
se murmuran irracionales emociones
que algún día
huirán
porque la existencia
ya no pende
de sueños dorados
ni vidas ajenas.

YūgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora