El silencioso ruido de estar solo.

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[Narrado en tercera persona]

El pelinegro llevaba tiempo, quizá horas, fuera de casa, sentado a la orilla de una calle desolada y vacía hacia altas horas de la noche, observando el cielo mientras acababa un cigarrillo que había encendido hace tan sólo unos pocos minutos.

Solo, se encontraba solo... completamente solo...

A lo lejos no se podía observar ni un alma, ni se podía oír un pequeño sonido, ni se podía observar una pequeña y tenue luz.

Nada, no había nada ni nadie...

Teniendo veinte años no debería existir la preocupación de "¿Qué dirán mis padres cuando vean que llegué tarde a casa?" o el simple temor al regaño por cualquier error, estúpido o no.

Pero Jory... Jory no quería volver a casa. No en ese momento, no así, no después de lo ocurrido. Simple y sencillamente no quería enfrentar a sus demonios al regresar.

-Vaya noche- Murmuró para si mismo de una forma muy poco positiva, suspirando pesadamente al mismo tiempo que se inclinaba hacia adelante para poder abrazar sus piernas y esconder su rostro entre sus brazos, evitando recordar lo sucedido hace un par de horas atrás.

La buena pregunta aquí sería: ¿Qué ocurrió?

Jory debió haber estado, hace un par de horas, a punto de firmar un acuerdo o tratado con una famosa empresa internacional, esto para poder aumentar la fortuna familiar y satisfacer a su padre. Sin embargo, esto no sucedió.

El pelinegro no tenía las órdenes de su progenitor de leer el acuerdo en su totalidad, solamente debía firmarlo y reafirmar su fidelidad y compromiso con el mismo. No obstante, se atrevió a leerlo, pensando que no consistiría en nada de el otro mundo.

Al leerlo casi se desploma al suelo por el impacto, al ser algo tan cruel y descarado lo planteado en él; y sin más se negó a formar parte de aquello, excusándose por medio de explicaciones de que lo establecido iba en contra de su moral y principios.

Su padre obviamente se enteraría de esto, por desgracia.

-No tenía que gritarme- Masculló nuevamente para si mismo, buscando darse apoyo en medio de la oscuridad y silencio de la noche y soledad. -Siempre tiene que exagerarlo y arruinarlo todo, ¡yo no hice nada malo!-

Él claramente no se arrepentía de haber tomado su decisión, después de todo Jory creía y seguía creyendo que había sido la opción más viable... el verdadero y único problema era su padre.

-No es justo...- Su voz comenzaba a sonar cada vez más quebrada, y se aferraría a si mismo mordiendo su labio inferior.

Numerosos y casi imperceptibles sollozos provenientes del pelinegro serían interrumpidos de un segundo a otro por un ensordecedor y aturdidor sonido de un celular, el cuál de podía escuchar a la lejanía... pero muy lejos no se encontraba... realmente no se enconreaba para nada lejos.

Jory sintió sus musculos tensarse en un instante, y un pequeño escalofrío recorrió su cuerpo. Ya la tristeza había desaparecido... ahora quién predominaba era el terror mismo.

Un último suspiro se oyó salir por parte del chico y se limitó a contener la respiración de golpe, tomando con las manos temblorosas su teléfono celular y revisando dudoso el mismo.

Germain Frances. ✔✔ 3:37 A.M.

No puedo creer que hayas hecho eso. ✔✔ 3:37 A.M.

Maldición, Germain. ¿Qué hiciste? ¿cómo pudiste hacerme esto? ✔✔ 3:38 A.M.

Hacernos* ¿Cómo has podido hacernos esto?✔✔ 3:39 A.M.

¿Será que piensas dignarte a responder mis mensajes? ✔✔ 3:52 A.M

Ya veo. Piensas no responderme. ✔✔ 3:55 A.M.

Germain Alexander Bernard Frances Dahl, te encuentras en grandes y serios problemas. ✔✔ 3:59 A.M.

Lo has arruinado todo, otra vez ✔✔ 4:02 A.M. 

Cuando decidas volver a mi casa tú y yo tendremos una seria plática... y sabes en qué terminan nuestras conversaciones si no decides colaborar. ✔✔ 4:05 A.M.

-No más... por favor...- La voz débil de Jory se hizo presente luego de haber leído una gran parte de los mensajes... pero no quiso leerlos todos... no podría leerlos todos.

El chico se encontraba con la mirada perdida en un punto inexistente entre alguna parte de su teléfono celular y entre algún lugar del suelo que se encontraba de fondo bajo sus pies, mordiendo y apretando los labios fuertemente, y evitando que las lágrimas cayeran desde sus ojos por su rostro, demostrando de una manera mucho más clara lo mal que se encontraba.

Lágrimas finalmente brotaron de sus ojos, invadiendo casi por completo su rostro y humedeciendo el mismo. -No puedo seguir con esto- Diría en voz baja, hablando consigo mismo y quizá con alguno de sus demonios.

El pelinegro, luego de pasar un par de segundos decidiendo entre terminar de leer los mensajes que restaban o no, optando por no leerlos... su salud y estabilidad mental no se lo permitiría.

Más sonidos que notificaban la llegada de nuevos mensajes de texto, posiblemente provenientes del mismo remitente, se hacían presentes, apoderándose de el silencio del momento y acabando con él. Esto causó que Jory comenzara a sentir una fuerte combinación entre nervios y pánico.

-Estoy harto de tanta basura- Espetaría Jory con tono amargo y desganado, aún con la voz un poco temblorosa por el llanto y sujetando su teléfono celular fuertemente con su mano dominante, arrojando este mismo lejos de él igualmente con fuerza. -¿Quién necesita un teléfono?-

Jory dejaría relajar su musculos que antes tensos se encontraban y se dejo caer hacia un lado, recostándose en el suelo de lado y recogiendo sus piernas para poder aferrarse a ellas desconsoladamente, elevando la mirada un poco para observar el cielo nocturno y estrellado.

"A veces el silencioso sonido de estar solo termina siendo tu principal compañía y quizá el sonido más aturdidor que cualquier otro" Diría una voz irónica, pero agotada, que se haría presente dentro de la mente del pelinegro, sin haber avisado previamente e invadiendo la mente del chico; se trataba de sus propios pensamientos. "Al menos mi subconsciente y yo mismo nos haremos compañía mutua... ninguno esta del todo sólo..."

A boy with no name Donde viven las historias. Descúbrelo ahora