CAPÍTULO 4
Policía desquiciado a punto de explotar
Adele miró su reloj de muñeca, marcaban las tres y media de la tarde. Se encontraba en una pista de despegue de aviones eléctricos, esperando, con el corazón en un puño, que le informasen algo sobre su destino (porque, obviamente, la llevaban a Goussainville, pero... algo información le darían, ¿verdad?). Junto a ella, un hombre de aspecto peligroso y una cicatriz surcándole la cara vigilaba cuidadosamente a la chica. No le había quitado el ojo de encima desde que había llegado al aereopuerto, y resultaba bastante intimidante.
-¿Alguien me va a decir algo?- se atrevió a preguntar Adele.
-¿Por qué íbamos a hacerlo? Eres una delincuente, así que lo mejor que puedes hacer es callarte y esperar al maldito avión- contestó tajante y con aspereza.
''Vaya'' pensó Adele ''de este no consigo información ni aunque lo intente''. Suspiró y se apoyó en el respaldo de su silla mientras observaba la vacía pista, esperando la llegada del medio de transporte. Nunca había viajado en avión y no podía negar que estaba emocionada por eso, aunque la situación fuese mala.
Pero había algo que no le cuadraba... ¿Cómo la habían descubrierto? Llevaba toda la mañana comiéndose la cabeza pensando y barajando posibilidades, pero no caía en la cuenta. Siempre había sido muy prudente en ese tipo de cosas y ahora, de una manera u otra, había fallado en algo. Y lo que más le dolía era separarse de Ethan, ¿cuánto tiempo pasaría sin verlo? ¿Meses? ¿Años? Su padre no le importaba tanto, realmente... Nunca había tenido una relación muy estrecha con él, tampoco le había visto mucho porque se pasaba el día fuera de casa, trabajando en el hospital. Y su madre... la verdad es que nunca la había conocido, su padre no hablaba sobre ella así eso le daba prácticamente igual.
Vio cómo un pequeño avión de color blanco aterrizaba silenciosamente en la pista. El hombre que había estado con ella se levantó y la sujetó del hombro, algo más fuerte de lo que debería y lo suficientemente fuerte como para hacerle daño, arrastrándola hacia la puerta del avión. La decoración, si se le podía llamar así, era simple y austera: había unos diez asientos, pequeñas ventanas redondas y un par de puertas, una para el baño y otra que conducía a la cabina del piloto. El hombre sentó a Adele lo más alejada de la entrada, la esposó a su asiento y le puso un cinturón atado con una llave. ''Como si pudise escaparme de un avión en marcha'' se dijo así misma. Suspiró, no sabía cuánto duraría el viaje, tenía hambre y sueño y no esperaba mucho de ese hombre ni de Goussainville.
Llevaban ya unos veinte minutos sentados ahí, y el avión no había despegado aun.
-Oye, ¿a qué espera esa cosa para despegar?- inquirió la chica.
-¿Por qué quieres saberlo, tienes ganas de llegar a Goussainville o qué?
-No, pero no sé qué hacemos aquí. Me aburro bastante- contestó Adele, intentando hacer algo parecido a picarle.
-Bueno, pues que te aburras o te dejes de aburrir no es mi maldito problema.
Adele suspiró y comenzó a mirarse la uñas, puesto que no tenía nada mejor que hacer. Justo en ese momento, por la puerta del avión entró otro Policía escoltando a una chica, no mayor de dieciseis años, cubierta de tatuajes y piercings. Se llamaba Danielle, y había sido pillada jugando a videojuegos casi al mismo tiempo que Adele. Por eso, la llevaban a Goussainville al mismo tiempo que ella, aprovechando el avión para detenidos.
-Ah, ya entiendo. Por eso me dijiste que tenía que esperar, ¿verdad, Jean?- preguntó el Policía al que acababa de llegar, con una sonrisa cómplice- este mundo está lleno de asquerosos delincuentes.
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El juego de la muerte (Pausada temporalmente)
Science FictionAño 2124. Los videojuegos han sido prohibidos por las autoridades, alegando que producían enfermedades neurológicas, incluso la muerte. El castigo es severo: el traslado a Goussainville, una cárcel de desintoxicación de videojuegos que todo el mundo...