Si hay algo que comería todos los días por el resto de mi vida, esa comida sería sin duda las hamburguesas. Por alguna razón su sabor me parece de otro mundo, simplemente genial. Frente a mí, estaba servido con mucho cariño, un par, grandes y con papas fritas a un lado.
—Una hamburguesa no puede ser disfrutada si no es acompañada con papas— Mi madre lo sabía muy bien.
Al dar la primera mordida sentí como el sabor inundaba mi boca.
“Deliciosas como siempre”
Mi madre cantaba mientras cocinaba, en las noticias solo había reportajes sobre festivales, nada de asesinatos o muerte, el sol resplandecía y los pájaros acompañaban a mi madre con sus sinfonías. Todo era perfecto, todo hasta que él llego. Con su estúpida sonrisa, y sus estúpidas palabras. Por la ventana se podía ver el camión del colegio llegar, grande y amarillo.
Segundos después, la puerta de la casa se abría y su maldita voz interrumpió mi perfecto día.
— Hola a todos... —Dijo el muy bastardo
— ¡Mamá! Tienes que ver esto.
— Estoy en la cocina cariño.
Llego a la cocina agitando algo entre sus manos, una hoja de papel. En su espalda cargaba su ridícula mochila, la cual tenía una ilustración de un superhéroe con una garra robótica. La odiaba con el alma. En su frente, con su cabello rubio recogido hacía atrás, había una estrella dorada.
— Mira mamá… —Dio un pequeño salto y entrego a mi madre la hoja de papel.
— ¡Vaya! Daniel…es…es muy bonito.
— ¿Enserio te gusta mamá?
— Pero claro que me gusta…es muy hermoso ¿en verdad lo has hecho tu solito?
— Sipí. —Una de sus muchas estúpidas palabras, agh como lo detesto.
— Pues entonces lo pondré aquí, ¿Qué te parece?
Mi madre coloco la hoja de papel en la nevera, la detuvo con imanes y continúo cocinando. Era un dibujo de lo más feo. En el cual estaba pintada toda la familia. Incluso se atrevió a dibujarme a mí. Se sentó y me pregunto miles de cosas. Sobre si me había gustado su dibujo, a lo cual no respondí.
Pero si hubiera respondido le hubiera dicho cuan estúpido me parecía. Me conto su día en el colegio. Yo solo no podía soportarlo, incluso hizo que el sabor de mi hamburguesa fuera malo, al punto en el que ya no quería seguir comiendo. Por momentos sentía como la comida subía por mi laringe para ser expulsada.
Pero me contuve, no quería que mi madre tuviera que limpiar mi vómito, simplemente la amaba demasiado. Termine de comer y subí a mi habitación. Por desgracia tengo que compartirla con él. La habitación está dividida en dos; De un lado está mi cama, junto a un mueble en donde coloco mis cosas.
Tengo una extensa colección de comics guardada en los cajones. Una colección que cualquier coleccionista envidiaría y pagaría lo que fuera por tener algunos de los ejemplares raros que conservo. Del otro lado está la cama de Daniel; Con sus tontas sabanas de ositos. Alado hay un gran juguetero lleno de porquerías para niños.
Él respeta mi espacio y yo respeto el suyo. Estaba bastante cansado, mi día en la escuela había sido un asco. Tome mis audífonos, coloque algo de Alice y me quede dormido.
Unos ruidos hicieron que abriera los ojos, el cd había terminado y el reproductor se había apagado. Podía escuchar como unas tijeras cortaban algo. También escuchaba unas pequeñas risitas. Por la ventana podía ver aun el sol.
ESTÁS LEYENDO
Leyendas Urbanas 2
TerrorSi tuviste unos cuantos sustos con la primera parte, estoy segura de que no te vas a querer perder la segunda. Porque hay que admitirlo: ¡Nos encanta el terror! Podes estar cagando ladrillos de lo asustado que estas pero vas a querer más y más... ...