Debajo de tus pies.

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¿No les ha pasado que van caminando por calles solitarias y no hay rastro de algún ser vivo?

Pues a mí si…

Todo comenzó un viernes, ya era tarde y salí de la escuela camino hacia mi casa. Yo en ese tiempo estudiaba en el turno vespertino.

Me había despedido de mis compañeros ya encaminado a un callejón que pasaba por mi casa, empecé a sentir un olor a rata quemada por una corriente de electricidad muy fuerte y escuché pasos atrás de mi, pasos muy fuertes, como alguien que estuviera muy enojado.

Volteé a ver hacia atrás y no ví señal alguna de alguien caminado, ni un solo perro o gato, había mucha neblina como en las mañanas de frío. Me puse un poco nervioso al saber que alguien caminaba junto a mi, pero no lo lograba ver a nadie, de repente escuché un susurro muy leve que me dijo: “No mires debajo de tus pies.” Me espanté y corrí, mi piel se puso de gallina, sentía un frío en mi cuerpo muy penetrante, como si una placa de metal estuviera adentro de mi piel. Seguí corriendo hasta ya no poder más, recuerdo que ese callejón estaba más corto pero de alguna manera sentía que al correr no avanzaba nada y seguí corriendo hasta el cansancio, mi mente solo pensaba en una cosa, en llegar a casa con mi familia.. Y de nuevo otro susurro: “Ya no corras.”

Sentí como de golpe me detuve, como si esa persona me hubiera agarrado con toda su fuerza para evitar que corriera. Volteé para todos lados en busca de alguien que me ayudara, pero ni los más fuertes gritos se oían. Supuse que si miraba mis pies algo malo pasaría, y no quería eso me atrapara. No podía moverme, pero si podía mover mi cabeza. Entonces miré hacia atrás, y ví a una persona vestida de traje rojo, con una capucha. La miré y le dije: “¿Que quiere usted de mi?” Siguió como si nada. Se acercó más a mí y lo único que sabía es que este era el fin, pero algo extraño sucedió… Otro susurro: “Mira a tus pies” me comía la curiosidad y miré... para mi sorpresa, encontré un foto de mi. Era extraño.

La foto que ahora cargaba en mis manos era de mi, de pequeño, yo no sabía qué hacer con ella… De repente el hombre se quedó parado, dejó de caminar, extendió su mano y escuche otro susurro: “Dale la foto.” Se la entregué y de la nada se esfumó. Volví a mi casa todavía con una intriga de que fué lo que pasó.

Hace más de un mes que tengo pesadillas acerca de ese momento terrible que pasé, pero lo único que sé a ciencia cierta es, que esa voz o susurro que me decía que hacer, hizo que ahora en este preciso momento este vivo… por ahora… lo único que les digo es que nunca, pero por nada del mundo, volteen, corran si es posible, porque él se alimenta de tu miedo y lo más importante de todo es…

Núnca veas debajo de tus pies…

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