LOVE SHOT 📸❤ ➸ DESTIEL © -𝖤𝗇 𝖾𝖽𝗂𝖼𝗂𝗈́𝗇-

Las apariciencias engañan

Tras varios días de reposo, la salud de Castiel se encontraba de nuevo en el máximo apogeo. En su piel no se hallaba rastro alguno de que hubiese presentado una alteración de ningún tipo. Su buena alimentación, sumado a la cantidad de antibióticos y vitaminas que estaba ingiriendo, le habían hecho recuperar esa radiante apariencia aterciopelada.
Sin embargo eso no había sido lo único que había mejorado, sino también su relación con su fotógrafo, quien al sentirse culpable por su estado, había ido a cuidar de él en tanto éste se recuperaba. Aún no eran los mejores amigos del mundo pero al menos ya podían estar juntos en la misma habitación sin querer estrangular el cuello del otro.

El día en el que Castiel se reintegrara a su trabajo, había llegado. Y todo el personal —incluido Dean— se encargaría de que él se sintiera de nuevo parte del equipo, lo cual hablaba bien de ellos a pesar de no aprobar por completo ciertas actitudes por parte del modelo, sin olvidar al grandioso sujeto que tenían por jefe.

Al llegar observó como todo el estudio estaba decorado con listones y globos azul celeste, su favorito. Un enorme pastel de chocolate blanco lo esperaba en la mesa, tenía su nombre grabado con pequeñas perlas y un gran letrero sobre él que decía:

“Bienvenido Novak, te extrañamos”

El chico no pudo evitar esbozar una gran sonrisa, mientras sentía cómo un nudo se hacía presente en su garganta, sintió los ojos vidriosos pero logró contenerse lo más que pudo. Sin duda jamás en su vida había tenido la oportunidad de presenciar algo similar. Tragó saliva y dirigió su mirada hacia ellos.

—¡Sorpresa!— gritaron todos al unísono

—Muchas gracias, en verdad no se hubieran molestado. No...no era necesario—

—¿Pero cómo nos dices eso?— respondió su jefe envolviéndolo en un cálido abrazo —Estamos felices de que estés como nuevo— depositó un par de palmadas en la espalda del muchacho

—Yo...no sé qué decir— sonrió y no estaba seguro de si podía seguir conteniendo las lágrimas

—No te preocupes querido— rió

—No puedo creer que después de cómo he actuado se hayan decidido a hacer esto por mí—

—Las buenas acciones nacen en el corazón— dijo un chico que se aproximaba a él con una gran caja de regalo en sus manos —Esto es de parte de todos nosotros—

—Dean— sonrió —En verdad estoy muy agradecido por todo esto— admitió tomando el presente, con el rostro inundado de felicidad —Necesito ir al baño, vuelvo en un momento—

—¿Justo en este instante?— bromeó Balthazar

—Ya regreso— anunció dirigiéndose a su propio espacio personal, el cual estaba ubicado a un par de metros de la oficina de su jefe. El rubio le siguió

—¿Te encuentras bien?—

—No, Dean...yo, es decir, soy un asco. Sé que lo soy. ¿Por qué estas personas se han tomado el tiempo de prepararme algo como aquello? ¿Se trata de una broma?— dijo al borde de las lágrimas, miró fijamente al rubio y notó cómo en sus labios se formaba una gran sonrisa. Su corazón dio un vuelco —¡Lo sabía, era sólo una mala jugada por parte de todos ustedes!— acusó

—Por supuesto que no— pausó, invitándoloso a sentarse, pero éste se rehusó —Hace un par de días vine a dejar tus análisis con Balthazar y todos querían tener noticias acerca de ti. Fue entonces cuando les pregunté que si en verdad les importaba, a lo que ellos respondieron que sí, que podías resultar odioso pero que sabían que en el fondo tenías un problema y un gran pasado qué contar. Nadie actúa así simplemente porque le da la gana. Todo el mundo sacó conclusiones y yo aposté por ti. Dije que si te hacíamos algo como esto te mostrarías tal cual eres....Castiel, ¿me equivoqué al poner toda mi fe en ti?—