Abrí mis ojos por el chirrido de la puerta al abrirse, un chico, alto, esbelto con algunos músculos y de cara bien formada con unos grandes ojos cafés y su cabello negro ligeramente puesto para atrás en forma de cresta. Levanto mi cuerpo desnudo y me llevo hacía una habitación, me puso a descansar en la cama y me quito la venda que llevaba en mi hombro y la remplazo por una nueva y limpia; también puso alcohol en mis heridas y las limpio con pequeños algodones, e igualmente las vendó. Me dio ropa bastante decente para una chica de dieciséis años, me dijo que me arreglara y que me pusiera linda; y seguido de eso, sin mas decir, salió de la habitación.
Tan pronto entre al baño hice mis necesidades, pues lo necesitaba urgentemente, y después de eso me metí a la ducha; al hacerlo, miles de pensamientos invadieron mi mente como una avalancha de nieve en las colinas del Everest. Todos ellos tenían algo en común. Yo salia sufriendo, ya sea mentalmente o físicamente. En tan solo cuatro días mi vida se había vuelto un desastre y todo estaba patas arriba. Me sentía tan impotente, de no poder irme de aquí, que tenia ganas de que todo, simplemente se acabase. Al salir de la ducha me arregle con la ropa que me habían dado, y estornude una vez más, gracias a la chica que no me había dado una maldita toalla para secarme. Saque esos malos pensamientos de mi cabeza adolorida y salí de la habitación, donde mi rescatista estaba esperando afuera sentado en una silla.
-Hey... Te ves muy linda, quien lo iba a decir- Me hablo con un tono divertido y soltó una pequeña y agradable risa después de decir eso.
-¿Quien eres? ¿Porque me sacaste de allí?- Pregunte a la defensiva, pues había asimilado que todos en esta casa estaba locos o tenían algún problema mental grave.
-Je, había olvidado presentarme; mucho gusto, soy Frank ¿y tú?- Respondió y pregunto al mismo tiempo que tomaba mi mano para besarla, supongo que para evitar el tema de que porque me había sacado de allí.
-Soy Ann- Dije y quite mi mano bruscamente.
-Mmh... Bien, acompañame- Hablo mientras llevaba una mano detrás de su cabeza para rascar su nuca de forma vergonzosa.
Frank me llevo hacia el comedor, donde ya todos estaban sentados, exceptuando claro, las que hacían de mucamas. Veía caras nuevas, mas que todo chicos, y una que otra chica. Ellas estaban sentadas a lado de cada chico correspondiente, supondría yo. Y la maldita perra de voz chillona se encontraba al lado del bastardo de Samuel. Como pude, me senté lo mas alejada que pude de ellos dos, y para mi suerte tuve que hacerme al lado de Frank.
Angélica y las otras chicas salían y entraban de la cocina trayendo más y más platos llenos de comida, de todo tipo, saludable y chatarra. Parecía mas un buffet que una simple cena.
Al terminar de servir, las chicas nos dijeron que disfrutásemos la comida, pues les había costado bastante trabajo prepararla; quien sabe por que. Al empezar a comer Frank y yo fuimos los únicos que les agradecimos a las mucamas, y ellas igualmente nos las devolvieron con bastante gracia y cortesía por parte de ellas.Todos empezaron a comer muy refinadamente, y se lo tomaban con bastante tranquilidad; verdaderamente no se como lo hacían, en una situación así, en mi vida diaria, normalmente estaría sinceramente nerviosa. Y aquí... Ya no me importa, ni siquiera tengo hambre.
-Yo... Realmente, no quiero comer, no tengo hambre; me retiraré- Dije mientras me levantaba de la mesa, y salía del comedor.
-Agh...- Refunfuño mientras pegaba un golpe en el comedor tirando así, varios vasos de cristal. Samuel era un hombre de poca paciencia, a pesar de decir que tiene infinidades; vivía en una tonta mentira.
-Ya hombre, no es para tanto, eres un idiota- Hablo un chico de mas o menos veinticuatro años, el cual intentaba tranquilizar a Samuel. El cual se había levantado a tomar un poco de aire en el balcón.
Yo proseguí con mi camino, pensé en ir a “mi habitación” pero recordé que también era la de Samuel. Así que decidí volver al sótano, seguro que allá dormiría mejor que en otro lado. Baje las escaleras con normalidad. Y me di cuenta de una cosa, el frío se hacía más presente a medida que bajabas. Dentro de mi estomago sentía un gran vacío que me llenaba por completo, sin importar lo raro que sonaba, pues lo sentía realmente así.
Abri la puerta, y me dirigí a mi pequeño rinconcito, en donde mis cosas me esperaban con una fría y húmeda bienvenida. Me tape con las mantas y me acosté sobre mi almohada, las cuales aun seguían húmedas, como era de esperarse.
Deje de pensar en lo frío que estaba el suelo y mis mantas, y me dispuse a dormir. Nunca había deseado tanto desaparecer en ese mismo instante.Y, entonces, cerré mis ojos, con la esperanza de que al siguiente día no volviera a despertar.
Sentí que algo, o alguien, me levantaba hacia otro lugar de la sala que se encontraba seco, se sentó a mi lado y paso una tibia manta por detrás de nosotros, nos cubrió con ella. Y, le dio un cálido beso a mi cabeza.
-Es injusto contigo. Pero no creas que soy diferente- Seguido del beso dijo, recostando su barbilla en mi cabeza, escuche sonar a la voz de Frank.
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Amando a mi comprador.
Fanfiction-Ann Torres, tiene 4 años acabados de cumplir, su pureza aun seguirá intacta; vale mucho en el mercado; ¿Que dicen aceptan el trato?- Hablo una voz con amabilidad. -Creo que la suma es muy baja para lo que ella vale ¿no lo crees cariño?- Reclamó una...