#1 Comprada.

21 1 0
                                    

Mi cabeza duele, ¿que me paso?, no puedo abrir mis ojos... Duelen. ¿Que tengo en mis muñecas?... Y en mis pies. No veo nada. Mis piernas y brazos se durmieron, siento ese horrible cosquilleo que da cuando pasa eso. ¿Estoy en un baúl? Escucho el sonido del motor de un carro cerca mio, tanteando con mis manos encuentro herramientas propias de un auto, ¿que hago aquí? Escucho tres personas hablar... Dos de ellas son hombres la otra voz es mas suave, no logro entender de que dialogan... Tengo sueño... Mucho sueño.

-¿Crees que debemos dejarla aquí?

-¡No idiota, si quieres dejala en ese pozo!

-Joder que carácter, solo preguntaba...

-"Joder que carácter, solo preguntaba." Imbécil.

Escuchaba voces desde lejos, eso era lo único que había logrado entender. Sentí como entraban a un lugar mientras uno de ellos me llevaba en brazos, no estaba segura de que tipo de lugar era, pero cuando apenas entramos otros brazos más fuertes y grandes me recibieron. Sólo por estar cargándome sabía que se trataba de un tipo corpulento.

-Aquí tiene su encargo Señor De Luque- Hablo mientras me entregaba a los brazos del hombre corpulento, ¿"encargo"?.

-Muchas gracias, aquí tiene, su propina por el tiempo de entrega- Respondió con una voz ronca y aguda a la vez, con un tono de sincera amabilidad. Como si le hubieran entregado algo de uso habitual... En vez de una persona.

-Yo le debo dar las gracias a usted, hasta luego, tenga feliz noche- Hablo con un tono de picardía. Sin razón alguna, creo.

El hombre que me llevaba en brazos cerro la puerta, le puso llave a esta y me llevo a lo que parecía ser un sofá; me sentó en el, saco una llave y retiro las cadenas de mis manos y pies, e igualmente lo hizo con la venda que cubría mis ojos y la mordaza que cubría mi boca.

-¿Cual es tu nombre?- Pregunto con un tono cariñoso.

Yo lo miraba atónita, quería hablar, quería gritar, quería pedir ayuda, pero de mi boca no salían las palabras, me sentía realmente incapaz de hablar, tenía miedo, miedo de lo que este hombre me iba a hacer, yo no era tonta, si me había comprado era para algo, si fue capaz de comprar a una persona era capaz de cualquier cosa.

-No tengo toda la noche linda, estoy siendo bastante paciente contigo, pero tampoco ayudas- Hablo nuevamente con un tono de enfado próximo a explotar.

-Ann... Mi nombre es Ann, Ann Torres- Dije agachando mi cabeza tímida, respondiendo a un hombre que no conocía... Mi madre siempre me decía que no debía hablar con desconocidos, y eso era lo que estaba haciendo ahora mismo. La estaba desobedeciendo. Me sentía mal.

-Lindo nombre Ann, mi nombre es Samuel De Luque. Encantado de conocerte- Me respondió con cortesía, con amabilidad.

-...- Guarde silencio. No quería hablarle ni verlo, me sentía realmente aterrorizada.

-Ann, se ve que no eres tonta, se que sabes para que te trajeron aquí. ¿Cierto?- Hablo con un tono mas en serio y con un tono de voz ronco.

-Lo sé- Hable sin pensarlo, tal vez pensé en voz alta.

-Muy bien Ann, Angélica te llevará a conocer la casa, ella te enseñara tú habitación, y te dará vestimentas según tus gustos.

-Ven conmigo querida, acompañame- Hablo una voz femenina bastante suave y apacible. Seguido de eso, me levante del sillón y como pude, me dirigí con tremendo dolor en mis tobillos y muñecas hacía donde se encontraba la chica con traje de Maid. Ella me enseño la casa en donde estábamos, habían varias habitaciones, algunas eran cuartos, otras eran simplemente lujos. Como una de un jacuzzi y un sauna; en el patio unas termales y la piscina cubierta. Era una casa de ricos, vaya. Al compás de los lujos, los muebles también se veían de marca, de marcas bastante caras.

Al fin llegamos a "mi habitación" ya verán por que lo digo así...

-Ey, disculpa... ¿Porque en el vestidor hay ropa de hombre?... Acaso yo... Esto es un pros-

-No... Tranquila, no es lo que piensas, es solo que el amo pidió que te dejáramos en su habitación, al parecer... Te quiere para eso. ¿Sabes?. Lo siento- Me respondió antes de que siquiera pudiera terminar la oración, lo sabía, las cosas son así. - Ya puedes cambiarte, no tengas miedo, te acostumbrarás a vivir aquí. Como yo, no es tan malo si lo piensas de una forma positiva.

Al segundo de decir eso salio de la habitación con unas palabras bastante simples, "te esperamos mañana para el desayuno". Fue lo único que dijo al marcharse.

Mire en el vestidor, había ropa de hombre y de mujer, era casi un cuarto lleno de vestimentas y justo al lado se encontraba el baño privado. Era como un sueño, o una pesadilla en mi caso. Tome una pijama bastante aceptable, tome una ducha y me arregle. En la habitación había un PC y un portátil, tenia todos los lujos que mis padres querían tener.

Me sentía algo tonta, y me puse a pensar en lo feliz que estaría si mi familia estuviese aquí conmigo, en vez de un montón de desconocidos.

-Toc, toc, ¿puedo entrar? Bromeo, lo haré de todos modos- Hablo Samuel desde el otro lado de la puerta, abriéndola así, sin importarle nada. Entro con la camisa y el cinturón desabrochados; sabía lo que iba a pasar -¿Ángel te enseño la casa?- yo respondí asintiendo -¿te gusto?- Hice un movimiento de hombros y agache mi cabeza -me alegra, supongo- Voltee la mirada para ver que estaba haciendo, se dirigía al vestidor.

Amando a mi comprador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora