-Todo va a ir bien Alexis, ya verás.-me tranquilizó mi madre por décima vez.
El simple hecho de volver a cambiar de instituto me aterrorizó, era extraño ya que me mudé varias veces por los constantes traslados de mi madre, pero jamás me acostumbré.
Nunca me fue difícil hacer nuevas amistades o adaptarme a un nuevo hogar. Yo era una muchacha bastante jocosa y afable, siempre mofándome de todo lo que me rodeaba. Pero acompañada de mi nerviosismo y mi negligencia.
Aunque, ese pequeña pero tan grande molestia, siempre está ahí.
Lo que de verdad aborrecía era disociarme de la gente que llegaba a ocupar un lugar en mi corazón.
Pero aquello era rutina.
Esta vez me mudaba a Australia, a Hornsby para ser exactos, un suburbio de Sídney. Por la información que mi padre me ofreció estaba situado al norte del Centro de Sídney en la comuna de Hornsby. Algo que realmente me agradaba era la cercanía al río Hawkesbury, el mar y sus derivados me embelesan. Como no quería aparecer en este lugar sin información alguna, hallé también transportes que conectasen con el Centro de Sídney , el tren entre ellos.
Mi madre había insistido en la rapidez de la inscripción a un instituto de enseñanza privado de Sídney, así que cada mañana tendría que coger el tren. Ciertamente, mi hogar era bastante amplio y contaba con un vecindario grato.
Wackydam Institut, así tomaba por nombre mi instituto.
-No sé, mamá tengo miedo.-divisé mis manos, dándole a entender a mi madre el por qué de mi terror.
-Alexis, si no lo desvelas, nadie lo sabrá, es fácil.-asentí y me liberé de mi cinturón.-Es la hora, debes irte.
-Cierto.-me aproximé a ella y le di un beso sonoro.
Cerré la perta del coche tras de mí y agité la mano en forma de despedida.
-Suerte.-fue lo último que oí antes de subir los escalones del instituto.
Cuando llegué a la puerta principal, que se encontraba abierta, me detuve.
Observé todo a mi paso, paredes repletas con pancartas dando la bienvenida, vocifero por aquí y por allá y un ambiente estudiantil agradable.
Sin saber qué hacer, me dirigí hacia el número de mi taquilla, sacando la llave entregada por mi madre anteriormente, dejando allí la mochila y cogiendo únicamente mi estuche repleto de dedicatorias.
Estaba buscando el número de mi clase, el que tenía apuntado en una nota, cuando algo, o mejor dicho alguien me interrumpió.
-Tú debes de ser Alexis ¿no?- una joven de belleza portentosa, estatura media, larga cabellera rubia se extiende por debajo de su hombro y una tez pálida, me cuestionó con una sincera sonrisa dibujada en su delicado rostro.
-Sí.-sonreí de la misma manera.-Llámame Alex, todo el mundo lo hace, ¿cómo te llamas?
-¡Oh perdón!-se disculpó.-Yo soy Gabrielle, Gabi para los amigos. Soy la encargada del comité de bienvenida, es un placer.
¿Para los amigos? ¿Me estaba incluyendo en aquel término?
-Igualmente.-respondí.-¿Sabes por dónde queda esta clase?
Tomó mi papel y observó el número.
-134.-repitió en alto, ensimismada.-¡Ah, sí claro! Sígueme
