CAPÍTULO 3: AUDICIONES

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CAPÍTULO 3: AUDICIONES

Esa mañana, Blaine se levantó aun más temprano que el día anterior. No quería encontrarse con Kurt, aunque esta vez no era por causarle buena impresión, sino porque le tenía miedo. Se fue a desayunar y el comedor estaba casi desierto. Sin embargo, el chico de sus pesadillas estaba allí. El moreno se sentó en su mesa habitual cuando eligió lo que iba a comer y decidió fingir que no lo había visto. El castaño se levantó, dejó las cosas para que se las llevaran y se acercó al ojimiel.

– Creo que ya te has dado cuenta de que no tienes nada que hacer. No vas a escapar de mí, voy a hacer que dejes de presumir de algo que es vergonzoso. Te voy a mostrar la forma en la que debes vivir. No voy a permitir que contamines esta escuela con tus depravaciones. – Susurró el más alto al oído de Anderson haciendo que éste se estremeciera. Le tenía pánico y no sabía como reaccionar.

El ojiazul se marchó y dejó al más bajo mirando su desayuno sin ganas de comer nada. Nick, Jeff y Trent se sentaron junto a él pero apenas lo notó. Los tres se quedaron muy preocupados porque su amigo no podía estar así. Él era un chico alegre, cariñoso, extrovertido y optimista pero en esos momentos estaba retraído, triste y distante. Todo por culpa de Kurt Hummel.

La hora de la primera clase del día llegó. Por suerte para Blaine, era español. Allí se sentó junto a Thad, justo detrás de David y Wes y delante de Niff. Trent era el único que había elegido otro idioma ya que tenía una abuela en Italia. En cuanto vieron llegar al líder de los Warblers, los que no estaban internos en Dalton se dieron cuenta de que algo ocurría. Duval negó con la cabeza indicándoles que no era el momento indicado para preguntar por lo sucedido.

– He conocido a una chica... – El asiático intentó distraer a sus amigos pero su relato sólo sirvió para darse cuenta de que el ojimiel estaba mal. Le recordaba a sus primeros días en el instituto, cuando la tristeza y la desconfianza lo acompañaban. En aquella época sólo el asiático lo conoció ya que los demás no estaban en el Glee Club en ese momento. Le costó una semana sacarle la primera sonrisa pero, una vez lo consiguió, conoció a lo que él siempre llamó “el verdadero Blaine”, ese que no se esconde en un armario y que contagia su actitud positiva allá donde va.

La siguiente clase fue peor. Cuando los amigos entraron, todos los demás alumnos comenzaron a observarlos mientras susurraban.

– Puede que no nos queráis contar lo que pasa, pero todos lo saben. – Dijo Wes y el resto de sus amigos miraron hacia Blaine. El moreno suspiró y se sentó, el resto imitaron su gesto y comenzó a contarles lo sucedido el día anterior.

– ¿Te has fijado que Hummel se relaciona con Clarington y el hijo de Bates? – Preguntó Thad.

– ¿Qué hay de malo con eso? – Quiso saber Trent.

– Siempre han tenido envidia de Blaine. Su popularidad y su éxito han impedido a Hunter ser el “dueño” de Dalton. Tal vez ha encontrado un aliado que puede ayudarle. – Informó David.

– ¡Se la regalo! Sólo quiero que me dejen en paz. – Protestó Blaine.

Todos mostraron su apoyo a su amigo. Sabían que venían momentos difíciles y que el moreno sería incapaz de afrontarlos solo.

Después de comer, tuvieron las audiciones de los Warblers. Al ser castigado, Anderson no pudo presenciarlas. Varios chicos entraron e interpretaron sus canciones. Algunos eran buenos, pero no lo suficiente como para entrar en el Glee Club. Afortunadamente, ya eran quince jóvenes y si no encontraban a nadie, no importaba. El último en entrar fue Kurt. Todos los chicos se quedaron mirándolo, sabían que no entraría por respeto a su líder.

– Me llamo Kurt Hummel y voy a cantar Bring Him Home del musical Les Miserables.

Todos debían reconocer que lo hacía bastante bien y que sería una gran incorporación para los Warblers, pero temían la reacción de Blaine. El moreno era su voz principal y el líder espiritual de un equipo unido, de un grupo de amigos con una afición en común. El que el ojiazul pasara a formar parte de ese grupo era peligroso ya que podía destruir lo que habían estado construyendo durante tres años. Pidieron una hora para dialogar y corrieron hacia la habitación de Anderson. Le comentaron lo ocurrido y el moreno se opuso a su entrada en el Club.

Wes colgó la nota que decía que no había ningún nuevo miembro en los Warblers cinco minutos antes del plazo solicitado. Lo que no esperaba era que le llamaran a la oficina del director veinte minutos después.

Blaine entraba en el despacho del señor Bates con miedo. La última vez que había estado allí se le había impuesto un castigo muy severo. Su estado de ánimo empeoró al ver a Kurt allí. También estaban los otros dos miembros del consejo de los Warblers.

– Me ha llegado una queja por parte del señor Hummel porque dice que no le habéis incluido en el Glee Club porque el señor Anderson no quiere tenerlo cerca. Se supone que deberíais olvidaros de los aspectos personales y ser buenos líderes. – Dijo el adulto.

– Esto es muy sencillo. – Wes intervino con calma. – Cuando estás en un escenario necesitas confiar y tener complicidad con los que te acompañan. Si Kurt forma parte del equipo, perderemos eso.

– Es asombroso como todos protegéis al señor Anderson. Pero creo que eso no le beneficia en nada. A partir de hoy, el señor Hummel formará parte de los Warblers y además se le hará hueco en el consejo para evitar que se le discrimine.

Blaine se levantó, se quitó la insignia de los Warblers y se la dio al castaño, que lo miraba sorprendido. No dijo nada, el ojimiel se dio media vuelta dispuesto a salir de allí.

– Señor Anderson, si se va ahora le aseguro que no volverá al Glee Club. – Dijo el director.

– No me importa. – Susurró el moreno.

– ¿Y Juilliard?

Blaine se quedó quieto mientras sujetaba fuertemente el pomo con sus manos. Sabía que si dejaba los Warblers sus posibilidades de estudiar en Nueva York desaparecían. No sólo necesitaba entrar, necesitaba una beca. Nick se levantó y se acercó al oído de su amigo. Puso su mano para que nadie le escuchara.

– No estás solo. No les des la satisfacción de renunciar. Lucha.

El más bajo miró a su amigo con los ojos brillantes y humedecidos indicando que estaba a punto de llorar.

– No puedo. – Confesó tan bajo que Duval casi no lo escucha.

– No te vayas, al menos no todavía. Siempre tienes posibilidad de irte, pero no de volver... – Susurró el otro moreno.

Blaine odiaba que su mejor amigo tuviera razón. Al final los tres Warblers aceptaron las condiciones del director y Kurt pasó a formar parte de los Warblers. Lo que nadie sabía era que Anderson planeaba algo, aunque eso le costara sus estudios en Juilliard, aunque eso supusiera que su último año fuera una mierda. No iba a liderar al Glee Club e intentaría que los eliminaran el los Sectionals. Esperaba que su talento y su campeonato de boxeo fueran suficientes para cumplir sus sueños. Aunque tuviera que trabajar mucho para conseguirlo. Kurt Hummel no le quitaría todo. Podía quedarse los Warblers, pero jamás tendría a sus amigos y su futuro...

Mi Pesadilla (Klaine boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora