CAPÍTULO 15: NO ELEGIMOS DE QUIÉN NOS ENAMORAMOS

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CAPÍTULO 15: NO ELEGIMOS DE QUIÉN NOS ENAMORAMOS

Blaine llegó al aeropuerto de Los Angeles y, tras recoger su maleta, salió en busca de su hermano. En cuanto lo vio, ambos se acercaron para darse un gran abrazo. No se habían visto desde el final de las vacaciones de verano y se habían echado de menos.

– Squirrel, me alegro tanto de verte. – Cooper dijo sin soltar al menor.

– Yo también, ya necesitaba alejarme de Lima un poco. – Comentó el ojimiel.

– Tantos problemas te está causando Kurt. – Quiso saber el más alto.

– Cuando lleguemos a tu apartamento te cuento.

– De eso nada, iremos a tomar un café y allí me cuentas todo.

Los hermanos Anderson llegaron a la residencia del mayor. Después de deshacer la maleta salieron a una cafetería. Pidieron sus bebidas y se sentaron en una mesa. El más bajo le contó todo lo sucedido.

– Ese beso... Sé que soy idiota, que no debería sentir nada por él pero... Me erizó la piel, yo... Me siento impotente porque no puedo sacar ese recuerdo de mi memoría y lo peor... Lo peor es que quiero que se repita. Debería odiarlo y lo único que siento por él es... ¿Cariño? – Blaine miró a su hermano con vergüenza.

– Te gusta, te gusta mucho. Es normal Squirrel. No siempre nos enamoramos del príncipe encantador. A veces es el villano el que nos roba el corazón y no se puede hacer nada para evitarlo.

– Me gustaba antes de convertirse en el villano. La primera vez que lo vi me quedé asombrado. Es muy atractivo...

– Vale, tengo veintiseis años. Todavía no estoy preparado para dar consejos de padre de un adolescente, pero lo haré lo mejor que pueda. La comunicación es la clave. Habla con él, intenta solucionar todo lo que ha pasado, cerrar las heridas e intenta construir una nueva historia. Tenéis amigos en común y es inevitable que coincidais. Intenta encontrar una amistad y puede que poco a poco vaya a más. Piensa que está arrepentido y que quiere ganarse el perdón. Tendréis que ceder los dos. – El ojiazul se esforzaba por decirle a su hermano esas palabras que debían pronunciar su madre o su padre pero que el menor jamás escucharía de ellos. Él mismo llevaba más de dos años sin hablar con sus progenitores...

Flashback

¿Diga? – La señora Anderson respondía al teléfono.

Hola mamá. – Cooper saludó.

¡Hijo! ¿Qué tal todo?

Genial, tengo un casting pronto. ¿Vosotros qué tal?

Muy bien, tu padre trabajando mucho, como siempre. Yo ahora estoy aprendiendo cocina japonesa. Cuando vengas a vernos prepararé sushi.

Seguro que está muy bueno. Quería comentarte algo. Pronto el enano tendrá las vacaciones de primavera... ¿Por qué no le dejas que venga a verme? El vecino del primero tiene un sobrino que va a venir y es de la edad de Squirrel. Pensé que le gustaría pasar esos días en la playa... Ya sabes...

No va a poder ser. Tu hermano está internado en una academia. – La mujer se puso muy seria.

Tendrá vacaciones esos días, ¿no? Y aun así... ¿Por qué lo cambiasteis? ¿Pasó algo en El Carmel?

Es complicado. El traslado no ha sido facil y tiene que esforzarse para ponerse al día...

¿Qué me ocultas?

¿Yo? Nada...

Mamá

Estoy educando a mi hijo lo mejor que sé. Si no me hace caso no es mi culpa. Yo soy la madre y soy quien tiene la razón. – El tono de la mayor se tornó serio.

Cooper se despidió y colgó el teléfono. Sólo había una persona que le podía resolver su duda.

¿Coop? – La voz débil, cansada y sorprendida del menor de los Anderson respondió al teléfono.

¡Squirrel! ¿Qué tal todo? – El mayor había notado lo decaído que sonaba su hermano pero intentó sonar lo más alegre posible.

Bien... Supongo. ¿Qué tal en Los Angeles?

Genial. Aunque he intentado convencer a mamá para que te deje venir conmigo en las vacaciones de primavera pero no quiere.

No me extraña... – Murmuró el ojimiel pero el otro lo escuchó.

¿Qué ha pasado? Mamá no me ha contado nada.

No quiero contártelo.

El ojiazul notó que el más bajo estaba a punto de llorar.

Soy tu hermano y voy a estar contigo sea lo que sea. Nunca tengas miedo de contarme nada.

Cooper jamás estuvo más orgulloso de unas palabras pronunciadas por él mismo. Sobre todo porque había demostrado que eran verdad. Cuando su hermano se atrevió a contarle lo ocurrido en el Carmel y lo que sus propios padres habían hecho, la furia se apoderó de él pero pudo controlarla por Blaine. Los sollozos del menor eran audibles a través del teléfono y eso sirvió para que el ojiazul se prometiera a sí mismo jamás dejarlo solo. Él sería el padre que su hermano necesitaba aunque fuera sólo ocho años mayor.

Jamás te avergüences de como eres. Estoy orgulloso de ti. Nadie podrá hacer que deje de amarte. Eres mi hermano por encima de todo.

Coop, te has perdido una parte de la conversación. Soy gay. – El ojimiel esperaba rechazo por eso como había sufrido con los demás.

Y yo soy fabuloso.

¿Qué?

Blaine, quiero que te quede clara una cosa. Tú eres gay al igual que yo soy fabuloso. Es algo que forma parte de lo que somos y que no podemos cambiarlo. Tenemos que aceptarlo y vivir con ello, pero eso no significa que sea malo. Nadie va a poder cambiarlo y, sinceramente, si a alguien no le gusta, será mejor que no forme parte de nuestra vida. No quiero que vuelvas al armario. Siéntete orgulloso de lo que eres porque yo estoy muy orgulloso de ti.

El llanto de su hermano le demostró que el menor se sentía solo, por eso terminó de planificar con él las vacaciones de primavera. Cuando colgó se sintió aliviado porque se dio cuenta de que estaba haciendo lo que debía. Se prometió a sí mismo que ayudaría a su hermano y que no lo dejaría solo.

Fin del flashback

***

Hummel paseaba por el centro comercial de Lima con Rachel. Estaban realizando las compras de navidad cuando se encontraron con Karofsky. El jugador se acercó a ellos.

– Kurt... ¿Puedo hablar contigo a solas? – Dave preguntó.

– Sí, claro...

Los dos se alejaron de la joven que fingía mirar un escaparate.

– Quiero pedirte perdón. Conocer a Blaine me ha enseñado que no debo juzgar a nadie por ser gay... Siento el daño que te hice y espero que me perdones. Quiero empezar de nuevo.

El castaño se quedó mirando al otro. Esas palabras no se las esperaba. Su primer impulso fue no perdonarlo pero se dio cuenta de que era la misma situación que tenía Anderson con él.

– Está bien. Te perdono. Espero que a partir de ahora todo mejore entre nosotros. – El ex Warbler accedió.

– Seguro que sí.

Lo que Hummel no sabía, era que ese perdón venía con otras intenciones por parte de Karofsky. El jugador había comprendido que él también era homosexual y quería intentar algo con Kurt. Le empezaba a gustar el castaño y estaba dispuesto a intentar vivir sin esconder su verdadera identidad. La pregunta era si sería correspondido.

Mi Pesadilla (Klaine boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora