EPÍLOGO

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EPÍLOGO

Kurt, Rachel, Finn, Santana, Brittany, Nick, Jeff y Cooper estaban sentados, entre una gran multitud, en sillas dispuestas en un jardín. Sobre el escenario, Blaine y noventa y nueve alumnos más esperaban a recibir su diploma que confirmaba la realización con éxito de sus estudios universitarios. El moreno saludó a su familia desde allí, porque esas personas no eran sus amigos, eran su familia. Como la entrega era por orden alfabético, el primero en ser llamado fue él. “Blaine Anderson” exclamó el profesor Mayer, alguien qué, contra todo pronóstico, se había convertido en el favorito del ojimiel, un mentor para él y alguien que le había dado la gran oportunidad de su carrera. En esos momentos, el compositor había alcanzado su primer gran éxito profesional. Hacía dos meses, Mayer le había presentado a un productor musical que buscaba canciones para su nueva cantante. La chica tenía una gran voz y magia en el escenario. Sólo le faltaban buenas canciones. Le encargaron trece sencillos, con la idea de elegir alguno para el primer disco de la chica y al final, eligieron todos y ahora ella era número uno en varios países cantando sólo canciones compuestas por Blaine.

Por su parte, Kurt y Rachel trabajaban en Broadway, el castaño había conseguido un papel secundario, pero que tenía un solo y bastantes líneas, todavía era joven y tenía mucho tiempo para conseguir llegar más lejos, ya que todo parecía bien encarrilado. Brittany era diseñadora de juguetes, Santana era actriz, Mercedes cantante (tenía varias canciones compuestas por Blaine en su repertorio, pero todavía no había llegado a tener gran éxito). Sam había encontrado su vocación como cocinero, Finn era profesor y el curso siguiente comenzaba a impartir clases en un instituto público, Nick había empezado sus prácticas como abogado y Jeff escribía artículos en un periódico mientras trabajaba en su primera novela.

Blaine dio el discurso de graduación puesto que él había sido el primero de su promoción. Después de eso, todos se fueron a celebrarlo. Acabaron en el restaurante en el que trabajaba Sam, que no había podido acudir al evento por su trabajo. Sin embargo, ellos sabían que le habría encantado estar al lado de su amigo. La comida fue deliciosa, como siempre. Después se fueron a un bar y allí se reunió Evans con ellos. Mercedes y él ya no estaban juntos pero seguían conservando su amistad.

Eran las dos de la mañana cuando Kurt y Blaine llegaron al apartamento que compartían. Se habían mudado juntos durante su segundo año en Nueva York. Tanto Finchel como Niff estaban felices de tener algo de intimidad. Al entrar, Blaine vio que todo el apartamento estaba lleno de rosas rojas.
– Blaine... Se supone que es tu día, era yo el que debería haberte sorprendido... – Exclamó el castaño mientras miraba la hermosura de las flores que adornaban cada rincón del apartamento. Cuando se volvió para mirar a su novio, éste estaba con una de las rodillas en el suelo y con una pequeña caja de terciopelo azul en una de sus manos.
– Kurt, no necesito que me sorprendas ni que prepares algo especial para mí. Sólo necesito que me digas que sí. Eres el amor de mi vida y no me imagino con nadie más... Kurt, mi amor... ¿Me harías el honor de casarte conmigo?
El ojiazul dejó caer una lágrima antes de gritar su “si” y lanzarse a los brazos de su, en ese momento ya, prometido. El moreno temblaba de emoción mientras le ponía el anillo en el dedo que correspondía, con las lágrimas cayendo por sus mejillas.

Anderson había encontrado la felicidad al lado de Hummel, había encontrado una familia que lo amaba y había encontrado la oportunidad para triunfar en su profesión. Valoraba mucho lo que tenía y se encargaba de luchar por conservarlo. Con todo lo que había sufrido, no pensaba dejarlo escapar.

Mi Pesadilla (Klaine boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora