Estaba en los baños del instituto, levanté la vista y lo único que veía en el espejo lleno de restos de pintalabios, era un desastre.
Tenía la nariz roja y los ojos hinchados de tanto llorar. La ropa descolocada y hecha un desastre. Estaba despeinada y me sentía horrible. Por eso mismo odio mirarme al espejo, solo veo un monstruo. Me volvieron a dar ganas de llorar pero, ¿de qué sirve? No voy a cambiar nada con ello.
No quería estar más en clase ni ver la cara de las personas que se encargan de hacerme la vida imposible, solo quería desaparecer a algún lugar lejos, pero lo más lejos que tengo es mi desastrosa casa, a la que nunca podré llamar hogar.
Salí de la “cárcel” y antes de ir a casa, me fui camino a la biblioteca.
-Buenas tardes- Me dijo la bibliotecaria con una sonrisa.
-Buenas tardes- Le correspondí, pero lo mío no era una sonrisa real.
Me encantaba este lugar, siempre venía aquí con mi madre de pequeña, ella me leía cuentos y yo en ese entonces era feliz. La hecho tanto de menos… Las lágrimas me pican en los ojos, y sacudo la cabeza para quitarme los pensamientos tristes. A ella quiero recordarla siempre feliz.
Fui a una estantería y cogí un libro al azar.
“Las ventajas de ser un marginado” eso era lo que ponía en la tapa. Decidí llevármelo, lo único que me llena es leer.
Caminaba por la calle con los cascos puestos escuchando a Demi Lovato, la adoro, ella es mi ejemplo a seguir.
Iba sumergida en mis pensamientos cuando alguien choca conmigo y me hace caer. Levanté la vista y vi unos ojos mieles que me miraban con, ¿preocupación? Cuando hace tanto tiempo que nadie se preocupa por ti o simplemente te preguntan un “¿Cómo estás?” se te hace raro que te miren así, y más si es un desconocido.
-¿Estás bien?- Me preguntó ayudándome a levantarme. Me cogió una mano y una muñeca y eso hizo que me ardieran los cortes. En mi cara tuvo que haber visto reflejado dolor porque la preocupación aumentó.- ¿Te he hecho daño? Iba con prisa, no te vi de verdad yo… lo siento.- Creo que estaba nervioso y se le notaba porque no paraba de hablar.
-Estoy bien- Le dije con una de mis falsas sonrisas. Y la calma apareció en su rostro. Me fijé bien en su cara, era bastante atractivo. A quien voy a engañar, era el chico más guapo que he visto nunca. Tenía las facciones muy marcadas, unos ojos mieles hipnotizantes, el pelo castaño claro, tan claro que fácilmente podría confundirse con rubio, y unos labios carnosos. Podría ser muy atractivo, pero yo no me encariño con nadie, porque siempre pienso que el problema de encariñarte con alguien es que, cuando se va, te sientes perdido.
Seguía hablando y supongo que disculpándose.-Estoy bien de verdad.- Y aquí vino de nuevo la famosa “sonrisa”.-Encantada de conocerte pero debo irme.- Me miró a los ojos y me di la vuelta, me intimidaba y mucho.
Me iba a ir hasta que le escuche.- ¡Espera!- Me volví a dar la vuelta y me preguntó -¿Cómo te llamas?-Me lo dijo regalándome una sonrisa que hizo que me flaquearan las piernas.
-Wissal, Wissal Grey - Se lo dije tímidamente, de seguro me estaba sonrojando.- ¿Y tú?-Saqué ese poco valor que tengo para hablarle.
-Justin, Justin Bieber.
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Creyendo en lo oscuro
FanfictionNovela escrita por mi. Prohibido, copiar o adaptar. ATENCIÓN: Esta novela contiene un alto contenido violento. No me hago responsable de que personas sensibles lean.