Cap 6-"Olimpo"

133 11 4
                                    

Entré por la puerta principal y… era impresionante. Lo primero que te encontrabas era la sala de estar. Que era enorme, con una televisión de pantalla plana montada sobre la pared, y adosados a la pared opuesta, tapando una ventana cerrada con persianas, se encuentra un sillón de tres piezas que tiene enfrente una mesa cuadrada con algunas revistas de espectáculos y divulgación científica. Al lado derecho del sillón, recargado en otra pared, está un sillón individual, reclinable, y frente a él se encuentra un diván. Casi todo tenia tonos azules pastel o blancos, excepto algún que otro detalle.

A la derecha te encontrabas la cocina/comedor. Esta tenía como centro una isla de granito al igual que las encimeras. Los armarios y las estanterías era de madera, y los taburetes que rodeaban la isla tenían el asiento tapizado de cuero.

Había una salida a un jardín enorme, que tenía una piscina. Al final de la sala había unas escaleras que te llevaban al piso superior en el que supongo que estarían las habitaciones.

Todavía llevaba las maletas en las manos cuando miré a Ayatima. Estaba sumergida en sus pensamientos y para nada tenía el asombro que tenía yo. Bueno, porque se iba a asombrar, vive aquí.

-Wissal- Me llamó.- Vamos, voy a enseñarte tu habitación.-Solo asentí y la seguí. Subimos por las escaleras. Pasamos un pequeño pasillo y llegamos a una puerta blanca.

Al abrirla me topé con la que sería mi habitación por un tiempo y comparada con mi antigua habitación yo estaba en el Olimpo.

Había una cama, que si la comparabas con la “cama”, entre comillas porque era un colchón en el suelo con mantas, esta era enorme. Tenía las sábanas moradas con detalles en blanco, al igual que las cortinas. Delante de la cama había un diván negro y en la pared al frente una tele. Había dos puertas mas, una llevaba al baño y la otra a un vestidor.

Entré al vestidor y me puse a colocar toda la ropa, no es que tuviera mucha así que tarde muy poco.

Aunque para mi esta casa sea un paraíso, no me siento cómoda. Creo que tardaré en adaptarme más de lo que pensaba.

Como ya era tarde, cogí el pijama y me fui a dar una ducha. Abrí el agua y esperé a que se calentara y entré. Me enjaboné el pelo y mientras hacía lo mismo con mi cuerpo me fijé en mis muñecas, llenas de cicatrices. No tenía ya ninguna herida abierta, porque si encontraban heridas nuevas en las muñecas me metería en problemas con la psicóloga y mi vida ya es bastante complicada como para tener que lidiar con eso también. Aunque he tenido a veces tantas ganas de hacerlo, me lo he merecido tantas veces… Pero tengo que olvidarlo.

Al salir de la ducha, me puse sequé y me puse el pijama. Subí las mangas de la camiseta y volví a mirar mis muñecas, se me empezaron a aguar los ojos y las lágrimas no tardaron mucho en salir.

No lloras porque se ve feo, lloras porque cada cicatriz te recuerda cada insulto, cada golpe, cada mala mirada… Y créanme que eso. es mil veces peor que el dolor físico.

Creyendo en lo oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora