CAPÍTULO 14: Un Error Fatal

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Camila, luego de arrojarse sobre Emilia, cae al suelo con ella y la pistola se libera de las manos de su amiga.

Las dos, en el suelo, no hacen otra cosa más que abrazarse. Y Emilia sabe que ese abrazo no le es merecido, sabe que cometió un error terrible al engañar así a Camila, y sabe que debe pagarlo caro, tarde o temprano, de alguna manera.

—Solo quiero saber por qué no hablaste conmigo —le dice Camila—, por qué, en vez de hacer todo esto, en vez de querer matarme a mí o a mi novio... no me dijiste lo que estabas sintiendo.

—Ya te dije —responde Emilia, llorando y tirada en el suelo junto a ella—: porque soy un desperdicio de vida... porque no puedo controlar mis celos...

Una vez que Camila se pone de pie y le da una mano a la otra para ayudarla a levantarse, nota que Pablo tiene el arma en sus manos, y ésta apunta en dirección a Emilia.

Camila se queda sin aliento e intenta entender la situación.

— ¿Qué estás haciendo? —le dice a su novio. Emilia abre los ojos, asustada por la amenaza y aún en el piso.

— ¿Acaso no recuerdas lo que hizo tu amiguita? —le pregunta él.

Camila no comprende todavía, pero sí lo hace cuando Pablo se mira el hombro vendado.

—Esta basura humana, a quien tú llamas amiga, me disparó en pleno colegio, ¿no lo ves? ¿Eh? ¿No ves esta herida de bala en mi hombro? ¡Ella intentó matarme!

Y ahora es el dedo de Pablo el que está por gatillar.

— ¡Pablo, no!

— ¡Tiene razón! —exclama Emilia, que aún no deja de lagrimear—. Es lo que merezco... ¡Dispara ahora!

Pero en ese momento los oficiales de policía se hacen presentes, y solo ven eso: Emilia en el piso y Pablo amenazándola, a punta de pistola.

— ¡Al suelo! —grita uno de ellos. Los otros dos se arrojan sobre Pablo y lo atrapan, quitándole el arma.

— ¡Las manos en la espalda! —grita otro.

— ¡Yo no fui! ¡Se están equivocando!

— ¡Arréstenme a mí! —exclama Emilia, levantándose—. ¡Yo soy la dueña del arma, yo misma intenté lastimarlos, él no hizo nada!

—Lo sentimos, jovencita... pero lo que acabamos de ver nos dice otra cosa, ¡no defienda a este delincuente!

Camila, en su último intento por arreglar la situación, les dice:

—Oficiales, ella está diciendo la verdad... Ustedes vinieron para ayudarme, ¿no? Él no tiene nada que ver con esto...

Los policías no lo dudan y uno de ellos concluye:

—La ley es la ley, Camila, y lo que vimos no está dentro de ella —le pone las esposas a Pablo y le dice—. Joven, usted está arrestado. Tiene derecho a permanecer en silencio. Todo lo que diga podrá ser utilizado en su contra.

Y lo llevan, al instante, hacia el auto de policía, ante la atónita mirada de las otras dos.


Usuario23 comenzó a seguirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora