[Beso]

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🌓🌒🌑






—Hoy es el día, joven Chae —avisó Hoseok al retenido, muy seriamente.

Hyungwon miró el rostro serio del jefe y, con lágrimas de desesperación en sus mejillas, negó en un movimiento de cabeza.

—Por favor, no. Haré cualquier otra cosa que usted me diga, pero esto no, por favor.

Hoseok estaba harto de escuchar tantas plegarias de parte del castaño. Nunca se cansaba de pedir piedad, a sabiendas que él jamás se la otorgaría. Por lo menos no, hasta que se sintiera satisfecho.

—Basta. Me hartaste —dijo con enojo notable en su rostro y voz— Escucha bien.

Jaló al joven hasta la pared adornada con un fondo demasiado infantil: un hermoso cielo rosa con nubes blancas y un sol sonriente, además de tener un arcoiris bastante grande, y bajo este, una camada de tiernos conejos bebés. Pero, a pesar de que ese cuarto contaba con muchos adornos y juguetes infantiles, no se trataba de una habitación para niños. Por supuesto que no.

Esa alcoba era usada por los clientes del burdel donde se encontraban ellos. Era una de las cincuenta y cuatro habitaciones con las que contaba ese lugar de mala muerte; lleno de gente enferma y malvada, la que sólo se empeña en hacer daño a niños pequeños y, sobre todo, inocentes.

Por otra parte, Hoseok azotó, tomando del cuello, al menor contra el concreto de esa pared, haciendo que este soltara un gemido de dolor. Sonido que fascinó y, lógicamente excitó, al rubio.

Suavizó sus facciones.

Acercó su rostro hasta tenerlo muy cerca del contrario y generó el sonrojo del castaño. Sus ojos miraron detalladamente las delicadas facciones de su víctima. Sonrió coqueto, había olvidado el motivo de su aprisionamiento.

—Eres realmente muy hermoso —dijo sin pensarlo sobre los labios del menor, cautivando a este último por la manera de su hablar —No merecías haber tenido ese tipo de padre que te crió. De seguro, trataba de hacer contigo, lo que hacía con los niños que compró.

Casi pudo sentir el infierno que vivió ese hermoso joven con el sujeto al que llamaba padre. Aflojó su agarre en el cuello ajeno, pero no se distanció, al contrario, conservó la poca distancia para continuar admirando la hermosura que desprendía el más joven.

—Nunca me tocó —respondió Hyungwon en defensa de su padre, totalmente rojo de vergüenza por estar en ese momento tan íntimo junto al albino.

—¿Nunca lo hizo? —preguntó el jefe mafioso, suave y tranquilamente, más por estar embobado viendo el cuerpo del pequeño, que por otra cosa —¿Nunca probó esos preciosos labios que tienes? —tocó con su índice el belfo inferior de Hyung —¿Nunca besó tu blanco cuello? —delineó, con el mismo dedo, la longitud de toda la zona mencionada —¿Nunca chupó o tocó esos blandos pezones de tu fino pecho? —rozó la línea que divide el pecho del menor en dos —¿Nunca llenó de húmedos besos tu vientre? —acarició el contorno de su ombligo dando dos o tres vueltas en este —¿Nunca manoseó tus bien formados glúteos? ¿Nunca acarició tus ejercitados muslos delgados? —finalizó su serie de preguntas, tomando las manos del menor y llevándolas sobre la cabeza del mismo.

Hyungwon estaba estático y excitado. No cabía la menor duda: su secuestrador era un seductor de primera. Estaba cortejándolo muy sensualmente, y eso le gustaba, le fascinaba mejor dicho.

Hyungwon tenía ya, su pene semi erecto, las palabras y sutiles caricias que presenciaba, lo llevaban al cielo y de regreso. Hoseok lo cautivaba mucho. Su forma de hablarle era muy respetuosa, delicada y fina. Jamás había sido tratado de esa manera, con ese tipo de atenciones y halagos.

Síndrome de Estocolmo. [HyungWonho/2Won]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora