BIANCA

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 Bianca


-¿Quién será tu próximo ligue de verano?

Cerré mi casillero y pude ver la cara pecosa de mi amiga.

-¿Próximo ligue de verano? –pregunte mientras iba caminando agarrando mis útiles en la mano.

-Sí, ¿a quién te le tiraras en el verano?

Reí mientras la pelirroja daba saltitos cortos alado mío.

-¿sí o si tiene que ser solo uno?

-Preferiría no tener una amiga con sida. Gracias.

Reí moviendo mi cabeza.

-Aun no escojo una presa.

-Yo te aconsejaría que te apures.

-¿Apurarme? ¿Por qué?

-Ya tienes una larga fila esperando.

Mire hacia donde dirigía su mirada y me lleve una mano a la boca para aguantar la risa. Un grupo de chicos (nada lindos tengo que decir) me miraban y me guiñaban el ojo o me tiraban besitos. Daj, que asco. No podrían ser un poco más ¿Caballeros? No, absolutamente no. Seguramente nunca habían estado con una chica.

-Prefiero no tratar de apurarme.

-Seguramente estan teniendo sexo contigo ahora mismo imaginariamente.

-Dios, soy una zorra imaginaria.

-Y también en la vida real.

Le pegue en el brazo y Celeste se rio y siguió caminando a mi par. Mi panza rugía como un demonio. Mire mi reloj. Faltaban 4 horas para el almuerzo. Obviamente no iba a durar tanto y mi amor por la comida era más fuerte que cualquier otra cosa por no hablar de lo histérica que me ponía cuando tenía hambre.

-Estoy muriendo de hambre – me queje mientras apoyaba mi cabeza en el hombro de Celeste ya que sabía que odiaba que hiciera eso.

Se alejo bruscamente y luego me sonrió como si nada hubiera pasado. Rodee los ojos y sonreí.

-Y estoy cansada.

-Mmm, ¿Qué habrás estado haciendo anoche? –subió y bajo las cejas repetitivamente y no pude hacer más que reír.

-Ver una maratón de películas de zombis.

Amo los zombis. Tal vez piensan que soy un extraterrestre o algo, pero amo sus caritas de muertos y hambre de cerebro. Creo que así me veo yo todas las mañanas cuando me levanto y tengo hambre. También amo los juegos de guerras y así poder matar a todo el mundo, inclusive a los que no tengo que matarlos.

Rodeo los ojos. –sorpresa, sorpresa.

Entramos al aula antes de que el timbre tocara y el salón estaba vacío y como de costumbre nos sentamos adelante. Odiaba sentarme adelante, pero debía hacerlo para que el profesor creyera que en realidad me interesaba su materia y prestaba atención. ¡Pobres ingenuos!

-Y ¿tu? ¿Hiciste algo?

-Si te refieres a que me acosté con chico y con acostarme con chicos te refieres a come, pues, te supere, pesha.

Reí. Celeste era igual de golosa como yo. Una de las pocas cosas que teníamos en común. Las dos éramos estúpidas y reíamos por cualquier cosa y podíamos comunicar telepáticamente, pero solo hasta ahí llegábamos. En todo lo demás éramos polos opuestos.

Apoye mi codo sobre mi banco y luego mi cabeza en mis manos mirando aburrida el pizarrón sin escribir. Incline mi cabeza hacia un costado y mire por el rabillo del ojo a Celeste que sonreía a la pantalla del celular.

GUARDAESPALDAS (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora