Nuevamente atrapada

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Bianca

Subí las escaleras tiritando y dejando un camino de gotas de agua por donde pasaba. La casa estaba helada y el viento estaba helado. Había tiritado desde que me había subido al auto y no había podido poner la calefacción porque Celeste se ahogaba.

Entre en mi habitación y me la encontré tirada en mi cama con el pijama puesto. Tenía la vista fija en el techo y una mano sobre su barriga.

-Siempre que vienes usas el mismo pijama ¿No quieres otro?

Sonrió aun mirando arriba.

-No, me gusta este.

Abrí la puerta que era para entrar en mi armario y saque un pijama. Bóxers y una musculosa. Me metí en el baño me hice un moño desordenado y me di una ducha caliente rápida, para poder entrar en calor. Cuando me hube puesto mi pijama me tire en la cama junto a Celeste.

-¿Qué tal te pareció?

Pude ver por el rabillo del ojo que se ruborizaba.

-Es muy lindo.

-Sí, lo es –admití.

No podía decir que no lo era. Aun que fuera un imbécil metiche era atractivo. Pelo corto negro pero despeinado, musculoso, ojos negros, facciones duras y definidas. Mi Dios, a cualquier chica le encantaría que alguien como él viviera bajo el mismo techo.

Me acosté sobre un costado mirando a mi amiga.

-¿Qué haremos mañana?

-Lo que siempre hacemos, supongo.

-¿Qué dices si vamos de compras?

Sus ojos se iluminaron y sonrió.

-Creo que conoces la respuesta.

Mordí mi labio inferior.

-¿No? –la mire dudosa.

Ella me devolvió la mirada y me pego con un almohadón en la cara y luego en todo el cuerpo. Yo me hice un ovillo mientras reía.

-¿Eso es un sí? –dije mientras mi voz quedaba amortiguada por los golpes de la almohada.

La pelirroja dejo de golpearme y me miro feliz. Estaba arrodillada con todo el pelo despeinado. Parecía el personaje de Valiente.

-Claro que es un sí. Pensé que me conocías –se hizo la ofendida.

Iba a decir algo pero alguien toco la puerta. Ambas miramos en esa dirección y luego nos miramos mutuamente. Sonreímos.

“Debo abrir?” alce una ceja. Con Celeste nos comunicábamos con miradas.

Sonrió traviesa, respuesta que era sí.

-Pase –grite.

Gire sobre mi misma hasta chocar con Celeste y me metí bajo las sabanas y espere a que abrieran la puerta.

Se abrió con un chirrido muy agudo. Mis dientes vibraron y los apreté para sacar esa sensación. Celeste chillo y se tapo los oídos con las manos y tiro su cabeza a la almohada. ¿Cómo era que la bendita puerta de mi cuarto pudiera hacer tanto ruido? ¿Desde cuándo lo hacía?

-Lo siento.

Rodee los ojos al reconocer esa voz.

Me apoye sobre mi codo para ver a la Mascota de mi papá.

-Hey, Pet ¿Qué onda?

Junto sus gruesas cejas al escuchar su nuevo sobrenombre.

-Siento lo de antes.

GUARDAESPALDAS (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora