Lección 41

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Después de darle varias vueltas al asunto decidí que tal vez, lo mejor sería decirle de una manera directa pero sutil, respire hondo y mire a Anna quien comía con un tenerdor entre la mano, lo peor que podría pasar sería que me apuñalara con ese tenedor, o tal vez me tiré por la ventana de este restaurante, ahora temo por mi vida.

-Anna hoy vi a tu madre.- hable por fin llamando su atención.- y puede que haya dicho algo de una manera que ella malinterpretara y pensará que tu y yo salimos.

Espere a que ella me apuñalara pero simplemente dijo un, oh, de una manera tan desinteresada y volvió a comer, medite un poco pensé haber sido claro pero tal vez no lo fui.

-Anna, ¿si entendiste lo que dije?.

-A la perfección Tobías y no veo el problema.

-¿A no?.- pregunte confuso.

-Por supuesto, de hecho creo que es perfecto así podré deshacerme del tipo loco que me quiere por esposa.

-¿Entonces no estás molesta?.

- Jamás podría molestarme con un chico tan lindo como tu.- guiño su ojo antes de volver a concentrarse en la comida, yo la seguí observando y no pude evitar reír mientras la miraba esta chica era especial.

-Jamás pensé que ser lindo tendría sus ventajas.

Mientras volvíamos a casa Anna no dejaba de contarme lo mucho que le había encantado estar en la guarderia, al parecer le encantaban los niños, aunque fuese un peligro para ellos según mencionó ella sacandome una sonrisa del rostro.
Mientras miraba la televisión oí el teléfono del departamento sonar, Anna me gritó desde la cocina que ella contestaria, después de unos segundos tocó mi hombro mientras me extendía el teléfono.

-Es Kimberly.- mencionó y yo le indique que no quería hablar.- dice que no quiere hablar.- yo golpee mi frente, había olvidado que a Anna no le gustaba inventar excusas.- no lose, debe tener algún mal momento de rubio.- comenzó a reir tras su chiste.- claro que si, aja... Con gusto iremos a la boda, no te preocupes.

Anna me miro y yo comencé a hacer ademanes, había decidido no ir a esa boda, pero Anna sólo me saco la lengua y siguió hablando con Kim sobre lo mucho que nos gustaría ir a su boda, al colgar el teléfono la observe con seriedad y ella también hizo lo mismo.

-No seas inmaduro, para continuar otro libro primero debes cerrar el otro. Tobías algún día querrás empezar otra relación pero no lo harás porque aún tendrás ese tope de Kim, déjala ir por completo.

-Me es difícil.- confesé.

-Bueno aún podemos robarnos a la novia, sabes que tienes mi apoyo.

-La fiesta es en París, ¿como piensas ir conmigo?.

-Tengo mis propios metodos, no porque sea inglesa debo ser refinada.

-Gracias Anna, eres una buena amiga.

-Ni lo menciones.- dijo antes de volver a la cocina.

Volví la mirada a la televisión mire la película sin prestar algún atención en especial, gire la mirada y observe a Anna en la cocina y de alguna forma me era más interesante verla a ella que la pelicula, cuando ella tomó mi mirada entrecerro los ojos y llevo el cuchillo a su cuello fingiendo contárselo y luego me señaló, fingi terror mientras la miraba antes de tirarme en el sillón simulando un desmayo.

-Tememe Parisino.- gritó Anna haciéndome reír.

- Eso hago.- me dije a mi mismo antes de volver mi vista a la televisión.

-Aquí tienes.- dijo mientras me entregaba un plato de lo que sería la cena.- lo a estado pensando y si seremos pareja debemos practicar.

-¿A que te refieres?.- pregunte confundido mientras dejaba el plato a un lado, Anna me miro mientras bailaba sus cejas.- Anna, me asustas.

Ella soltó la carcajada antes de llevar su vista a la televisor, medite un poco, ella se había burlado de mi, de hecho siempre lo hacia, no podía creer que una mujer inglesa me viera la cara es decir se supone que son gente sofisticada y sería y yo debería ser el divertido. La llame pero ella me respondió sin siquiera mirarme, volví a llamarla mientras giraba su mirada con cuidado para que me miraba, nos miramos fijamente y sol saco su lengua como burla, yo me acerqué lo suficiente, yo tan sólo quería asustarla o intimidarla un poco, pero había algo en su mirada que me había llamado su atención y era como si sus labios me insitaran a algo, nisiquiera supe como sucedió o que fue lo que me impulso, mis labios estaban sobre los de ella y el que ella me estuviese correspondiendo, no me detenia, no quería hacerlo, un fuerte estruendo nos sobresalto a ambos, gire la mirada se acercaba una tormeta, me levanté de mi lugar para cerrar la ventana y me detuve un momento, golpee mi frente contra el vidrio me sentía más idiota de lo normal no podía creer lo que había hecho.

-Nada mal.- dijo Anna llamando mi atención.- sabes siempre había oído que los franceses basaban bien y desde que te conocí queria comprobarlo.- gire para verla tan tranquila mientras comía su cena.- pero nunca sube como pedirtelo, pensé que me vería más vulgar, menos mal que diste el primer paso.

Me guiño su ojo antes de lanzarme otro beso, yo frunci el ceño y volví a centarme a su lado.

-¿No estás molesta?.- pregunte con algo de temor.

- Porque estar molesta por algo que me fascinó, un beso no se le niega a nadie.

-Creo que estás mal de la cabeza.- dije ante de reir, calle al sentir los labios de Anna nuevamente sobre los míos.

-Estamos igual ahora, así que no te preocupes.

-Eso no es lo que me preocupa.

-¿Entonces que es?.

Yo guarde silencio nisiquiera estaba seguro por la respuesta, simplemente le sonrei, volví mi mirada hacía la televisión sin poder concentrarme en lo que miraba, mire de reojo a Anna y realmente me era más interesante el verla ahí sentada a mi labo con su pijama rosada con estampados de conejitos, con su cabello atado en una coleta mientras masticaba aquella cena que había preparado para ambos, creo que estaba empezando a llegar una tormenta dentro de mi.

El rey de los Idiotas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora