Capítulo 1. Euphoria

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-A ver, chicos, veníamos a deciros que vais a pasar la Navidad con vuestras familias

La emoción de la noticia se podía ver en los ojos de los ahí presentes.
Aitana se abrazó fuertemente a Amaia, no podía creerselo. Estaba realmente feliz

-Confiamos en vosotros, podéis hacer lo que queráis, pero os vamos a dar algunas advertencias. Yo os recomendaría que nada de redes sociales. Son pocas horas las que vais a tener, disfrutad de los vuestros.  Tenéis todos muy buena prensa, pero eso no quita  que podáis ver comentarios negativos y tengáis una imagen diferente a la realidad. Cuando salgáis de aquí, tendréis tiempo de poneros al día y prepararos para todo tipo de críticas; buenas, malas, constructivas o destructivas

Todos asintieron al unísono. Noemí, se percató que uno de ellos tenía los ojos encharcados

-¿Qué pasa Alfred?
-Nada, nada.

Pero el catalán empezó a llorar de forma descontrolada. Cerca, Amaia, lo miraba con tristeza. Ambos se habían hecho ilusiones al pensar que podrían pasar juntos la Navidad
Cepeda, que hasta ahora había estado en silencio, hizo alguna broma con el otro gallego. Este le proponía salir de fiesta por la noche. La directora los veía muy capaces, así que les advirtió

-Nada de tonterías. Como alguno venga resacoso mañana, no va a haber ni un Ibuprofeno, aviso

-Que no joe Noemí, que era coña

Desde el anuncio de la Navidad fuera de la academia, todos estaban eufóricos
El día pasó entre ensayos de las canciones que iban a cantar en la próxima gala y los nervios de todos. Tras la cena, Roi repartió unos cuantos libretos para que sus compañeros firmasen en ellos. Quería regalarselos a su familia. A la mayoría de sus compañeros les pareció una buena idea, así que no tardaron en aparecer con hojas y bolis para copiar al sapoconcho.

-Venga Luis, te toca. Este es para Vicente y estos para mis padres

Cepeda miró la hoja de Vicente y luego observó a Aitana, quien le retaba con la mirada

-Bueno casi que mejor me das el de tus padres ¿no?
-Pues no chico, pues no. Ay venga Luis pon algo bonito a Vicente
-¿Pero, y qué le pongo?

Al gallego pareció que se le encendía la bombilla. Cogió el boli y escribió:

Si es que la tienes que querer, por lo pesada que es contigo

La pequeña lo leyó y se echó a reír.
-Joe Luis que soso. Ponle algo más
El gallego cogió entonces las hojas de Cosme y Belén, dejando la propuesta de Aitana en el aire

Gracias por hacer a la niña con más luz que conozco, justo en el momento perfecto para ponerla en mi camino

Aitana se emociono al leerlo. Aunque fue incapaz de reconocer que esa dedicatoria le gustaba. Optó por hacer rabiar a Luis. Le encantaba eso, ver como exteriormente Cepeda aparentaba enfado pero por dentro ambos sabían que nunca podría enfadarse con ella.

Ya con el 24 horas fuera de emisión, parte de los triunfitos se encontraban en los sofás, hablando y riendo.
Invadidos por el sueño, fueron desfilando hacia las habitaciones. Mañana tenían un día largo y querían estar descansados para aprovecharlo al máximo.
Aitana y Cepeda permanecieron unos minutos más en aquella sala, en silencio. Hasta que la pequeña se decidió a hablar

-Sabes, me da un poco de miedo salir

Luis la miró con sorpresa. Sabía a lo que se refería. Él tenía el mismo miedo a enfrentarse a una nueva realidad. Trató de quitarle importancia para que estuviese tranquila

-¿Miedo? ¿De qué?

-No se, de la realidad. De que algo haya cambiado... O de que yo haya cambiado

-Creo que todos aquí dentro hemos cambiado Aitana. Pero eso no es algo malo. Los de nuestro entorno seguro que nos ponen las cosas fáciles, y aunque en un primer instante sientas alguna sensación extraña, como si estuvieses fuera de lugar, estoy seguro que te irás acomodando poco a poco

-¿Tú crees?

-Claro idiota- Contestó el gallego depositando un beso en su frente

-¿Vienes a dormir?

-Ve yendo, ahora voy

Narra Cepeda

Me sentía confuso. Muy confuso. Debería estar feliz por salir, por ver a los míos. Y lo estaba. De verdad que lo estaba. Pero desde que entré en la academia no había tenido apenas noticias de ellos. Y mucho menos de ella. No sabía si estaba preparado para enfrentarme a esa situación. Tenía muchas ganas de verla, de saber que todo estaba bien. Y al mismo tiempo el miedo invadía cada uno de mis costados. ¿Y si no aparecía? No sabía si mi familia habría hablado con ella, ni los planes que tendría para Navidad.

-Luis
Miré extrañado. Aitana me miraba preocupada
-¿No te ibas a dormir?
-¿y tú?
-Venga vamos

Antes de entrar en la habitación, se abrazó a él con fuerza

-Se que tú también tienes miedo- Le dijo

Por ti estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora