Capitulo 11. Nuestra piel

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-¿Dónde vamos? ¡Luis! ¡Qué dónde vamos! ¿Hoooola?
-Por favor, Aitana, no seas tan impaciente
-Me llevas en el coche a alguna parte y no sé a qué parte. ¡Exijo mi información!
-Pe-sa-da
-Que te den- contestó Aitana arrugando los labios a modo de enfado

Un semáforo en rojo permitió que Cepeda girara su cara para mirarla. Con media sonrisa. Le encantaba cuando se hacía la enfadada. Pero aún le gustaba más ver cómo solo tardaba 3 segundos en contener la risa

-¡Eres un tonto!
-Un tonto que te quiere
-Ves. Un tonto- la mirada de Luis se clavó en las pupilas de Aitana.
-¿Qué?
-Soy tonto. Pero no por quererte. Por quererte, soy superdotado- después de esas palabras, Cepeda trataba de contener la risa, para dar la seriedad que el momento merecía, sin embargo, Aitana comenzó una carcajada que le hizo estallar a él también de risa
-Tonto no se, pero cursi eres bastante
-Idiota

La noche se iba apoderando de Madrid y Luis continuaba conduciendo con la música -elegida por Aitana- de fondo

-Ya hemos llegado
-¿Dónde estamos?
-Baja y lo descubres
-Pero está oscuro
-Ven, anda- contestó Luis mientras que daba la vuelta al coche y cogía la mano de Aitana

-¡¡Luis!! ¡Esto es precioso! ¡Se ve todo Madrid!- los brazos del gallego rodearon por la espalda a Aitana, quien seguía emocionada viendo Madrid desde las alturas, sintiéndose en ese momento gigante en una ciudad tan grande que veía diminuta desde ahí arriba. Era precioso

-Pensé en ir a algún restaurante pero se me quitó la idea de la cabeza al recordar a los paparazzis... Y aquí no hay nadie más que tú y yo. Y Madrid a nuestros pies. Ah, y esta pizza- contestó mientras sacaba del maletero un par de bebidas y una caja de pizza

-Podria acostumbrarme a esto toda la vida
-¿Toda la vida comiendo pizza, Aitana?
-Idiota- contestó golpeando su brazo
-Yo también- dijo el gallego mientras que besaba su frente

Guitarra en mano, canciones a medias, composiciones improvisadas... La noche no podía ir mejor

-¿Te quedas a dormir en casa?
-¿Me invitas?
-Claro- contestó el gallego con media sonrisa
-Podria ser peligroso
-¿Peligroso?
-Si
-¿Por?
-Porque llevo condones
-¡Aitana!- contestó Luis con los ojos muy abiertos
-¿Te vas a asustar a estas alturas?
-Bueno, vamos a casa y luego... Ya vemos
-Te voy a echar de menos
-Lo vas a pasar muy bien en Londres
-Ya... Pero te voy a echar de menos
-Y yo a ti
-¿Al final vas a irte a Luxemburgo?
-Si- contestó Luis ilusionado
-Algun día haremos un viaje juntos
-Uy qué rápido vas ¿no?- contestó riendo
-Idiota

Y entre risas llegaron a la casa de Luis -casi ya tanto de ella como de él-

-¡Me voy a dar una ducha Luis!- contestó Aitana desde la otra punta de la casa, gritando, como si hiciese falta dadas las dimensiones del apartamento. Cepeda río y sacudió la cabeza- nunca cambiará-  pensó.

Terminó de recoger un poco el pequeño desastre que reinaba entre las paredes de la casa y se dirigió a la habitación para ponerse cómodo, aunque solo le diera tiempo a quitarse la camiseta, pues Aitana abría la puerta del baño justo en ese momento

-Olvidé mi ropa encima de tu cama
-¿Tu ropa?
-Si
-Diras MI camiseta
-Sabes tan bien como yo que esta camiseta se va a ir conmigo y mi maleta en cuanto salga de esta casa...
-Ah, ¿si?- respondió el gallego acercándose a Aitana
-Si- contestó ella comenzando a ponerse nerviosa

Luis acarició su brazo, aún con pequeñas gotas de agua sobre él, al mismo tiempo que acercaba sus labios al cuello de la chica, provocando en ella un escalofrío desde las puntas de los dedos del pie, hasta su parte más alta de la cabeza

Por ti estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora