Capítulo 1

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En este mundo las reglas son un poco diferentes.
Al morir tu alma va a un universo paralelo para encontrar otro recipiente en el cual residir. Eres consciente al estar muerto, puedes ver tu cuerpo transparentoso moverse libremente en el aire desafiando las leyes físicas. Después de morir las almas pueden decidir vivir o seguir muertos. Pero todas las almas deciden desesperadamente vivir, y al instante en que se dan cuenta de su estado fantasmal van a residir en otro recipiente desvaneciéndose ni bien acabaron de aparecer. Pero hay casos extraños en el que un alma se toma su tiempo para observar a su alrededor y verse a sí mismo, y hay casos aún más extraños en el cual el alma decide quedarse en su estado y vagar como un alma errante por la eternidad.

Pasaron décadas, y unos siglos. El tiempo es diferente cuando se está muerto.

Y así se encuentra ella, muerta pero más viva que nunca, saltando tejados, saltando en las cabezas de las personas que aún viven y asustando uno que otro gato. Todo sigue igual, con la diferencia de que todo tiene un color gris. Se podría decir que no hay color en el mundo de los muertos, y esto es algo insignificante cuando se está muerto.

Caminaba por unos cables que colgaban muy alto en los techos. Observaba a una pandilla de niños robar una tienda de un anciano casi ciego. La situación le molestó bastante, ya que el anciano le recordaba a su anciana bibliotecaria del pasado.

Decidió tomar el asunto en sus manos.

Se acercó de un brinco a la tienda y se colocó detrás del anciano. Uno de los niños que se encargaba de distraerlo inmediatamente se percató de ella. ¿Mencioné que las almas pueden decidir cuándo hacerse ver y cuando no?

En fin, el pequeño engendro palideció y dio media vuelta para salir gritando.

-¡¡UN DEMONIO UN DEMONIO!!EL ANCIANO TIENE UN DEMONIO!!-

Empezó el caos. Algunos corriendo, otros mirando con curiosidad, magos oficiales corriendo al lugar y obviamente el anciano en un rincón petrificado rogándole que no le poseyera. Ella se movió en un pestañear en frente de las ratas que robaban la tienda. Ninguno de éstos lograron robar nada y todos se llevaron un buen susto. Cuando se aseguró de que nadie más le robaba dio un gran salto a los tejados para correr de los magos, ya que éstos siempre pueden ver un alma errante porque están más cerca del mundo espiritual que la gente común

Los magos le pisaban los talones. Estos desgraciados tenían la magia para volar por los aires.

A centimetros de su rostro pasaban volando bolas de fuego de color azul que al estrellarse contra las paredes se desvanecian sin dejar rastro. Saltando entre las paredes, realizando giros imposibles esquivaba cada trampa que conjuraban a su paso. Rió para sí y con un giro inesperado logró burlar a los magos.

La cacería hizo que se alejara de la ciudad más de lo habitual. Se encontraba en un barrio de gente ricachona. La zona que ella más odiaba.

Dio media vuelta para volverse cuando notó algo extraño.

Color.

Se acercó saltando hasta ocultarse en un callejón. La gente avanzaba por la calle. Todos calmados y alegres, muy diferente al centro de la ciudad.
Ocultándose detrás de unos botes de basura fijó sus ojos en el extraño resplandor. Y mientras más cerca estaba, ella estaba más confundida.

El niño caminaba junto a su nana dando brinquitos riéndose del perro al que paseaban. Ella se quedó petrificada al darse cuenta que lo que él emanaba no era color, sino luz.

Llegaron a su lado. Ella aún lo miraba atontada, cuando de repente el niño giró su cabeza para mirarla.
Se estremeció, nadie podía verla y se aseguró de ello, lo que significaba que este niño era un futuro mago.

🔯DISTINTIVO »『jjk』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora