Capítulo 2

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Con todo el malhumor y el insomnio fui a trabajar, por suerte me han tocado personas con buen temperamento y pude concluir el horario sin cabecear. Ahora me alisto para retirarme, me encuentro en el sanitario de damas recogiendo mi cabello, me coloco la campera y arrimo mi bolso en forma diagonal. Doy un respiro y decido salir. Saludo a todo el resto de mis compañeros que se quedan para hacer el recuento de números y demás chorradas, saco el móvil del bolsillo mientras camino al ascensor, falta una hora para que sea medianoche, yo solo quiero acostarme en mi cama y dormir para siempre.

Desciendo hasta la planta baja y camino por el vestíbulo, saludo al de seguridad y me quedo parada en la puerta mientras observo como cae una tormenta sobre la ciudad.

— ¿Está segura de irse ahora, señorita? —me pregunta el señor de seguridad.

—Me quedaría pero debo descansar, mañana es otro día de trabajo. —Me sonríe y yo le saludo con la mano en alto. Bufo y cubro el bolso con la campera, salgo corriendo empujando la puerta y voy por la derecha, corro hasta llegar a la esquina y me detengo para ver el semáforo, cruzo con cuidado y sigo corriendo hasta llegar a la parada del Bus. Por suerte llega segundos después y me subo.

Me siento e intento no mojar nada más, me relajo un poco y cierro los párpados. Pienso en el trabajo de mañana, en la patética fiesta que montó el vecino, en verdad me ha dejado seca de energía, no tengo ganas de hacer nada, necesito una cama y morir en la misma.

Me levanto diez minutos después, bajo del bus y la tormenta no ha cesado. Corro por la avenida, no hay nadie transitando, soy la única estúpida que se moja. Me detengo porque temo de caerme en algún lado, o resbalarme y quebrarme el pie. Recupero el aire perdido y ya no me interesa cuan mojada esté mi ropa, se encuentra toda empapada y más no puedo hacer.

—Hey, bonita. —me giro y veo que atrás de mi hay dos chicos con un aspecto raro, me sonríen y yo observo confundida. Sigo caminando en dirección al departamento, por suerte no queda tan lejos de la parada del Bus.

— ¿A dónde vas? —escucho la voz y me detienen colocándose frente a mí, yo retrocedo varios pasos asegurando el bolso, no me muestro asustada, debe ser porque estoy sorprendida. —Cuando alguien te halaga es bueno que agradezcas.

—Si la persona vale la pena lo hago. —digo mirándole de pies a cabeza. —Por favor, ¿Pueden seguir su rumbo?

Los rodeo y continúo con mi camino, pero me toman de ambos brazos y me jalan para atrás, pego un grito y me tapan la boca de inmediato. Uno me abraza por detrás mientras que el otro se asegura de que nadie me haya escuchado, comienzan a irse por una calle que no es muy transitada y que tiene pinta de estar abandonada, pero claro, a esta hora todos duermen o no salen debido a la tormenta infernal.

— ¿Sabes que me gustan las chicas difíciles? —dice el que me sostiene, hago fuerza para liberarme pero soy una pulga  a su lado. Me altero de la nada al pensar en las opciones que pueden tomar estas personas en el momento que lleguemos a donde sea que me estén llevando.

—Qué lástima porque ella es muy difícil para ti. —todos nos detenemos y yo miro para adelante, no puedo verle bien debido a que la luz no ayuda mucho pero él se acerca a paso lento y, como si fuera una película, la luz de la calle le da en la cara y lo reconozco al instante.

— ¿Y éste quien mierda es? —dice el segundo que viene con nosotros. — ¿Quién te crees que eres?

Los dos se echan a reír, la cara de Christopher no es de hacer amigos, entonces aprovecho el momento de distracción y logro darle un codazo en el estómago al tipo, él me suelta debido a que lo hago con fuerza y corro en dirección al vecino. Me toma del brazo y me conduce rápidamente para no sé donde. Trotamos bajo la lluvia y llegamos a mi departamento, él abre la puerta de manera veloz y los dos ingresamos, me apoyo contra la pared y él deposita su mano sobre la misma, cerca de mi cabeza, mira hacia afuera y la luz temporal se apaga, dejando todo oscuro, vemos a los dos pandilleros caminar por la vereda buscándonos, siguen de largo y yo exhalo el aire.

Trago saliva y volteo a mirar a Christopher, continúa observando hacia adelante, me doy cuenta entonces de que estamos más cerca de lo normal. Voltea a mirarme y dejo de respirar un segundo.

—Ah... Gracias. —digo con dificultad. Él se separa de mi y toma cierta distancia.

—No agradezcas, bella—veo su cabello todo alborotado y un mechón rebelde adorna su frente, él lo barre atrás. Hace un movimiento totalmente hipnótico y mi boca se abre un poco. —No quería ser testigo de algo que tu familia podría lamentar, es todo.

Me observa con la misma expresión del día anterior. No sé si sus cejas son así o él adopta esa mirada para intimidar a las personas, de cualquier manera lo logra. Se quita la campera y la sacude un poco, yo busco el interruptor para encender la luz y camino hasta el inmenso espejo para mirar el desastre, de paso veo si no me hicieron alguna otra cosa. Verifico el interior de mi bolso y tengo todo en su lugar, no me robaron nada.

—Entonces no tendrías que haberte involucrado, si no querías ser testigo de aquello. —Retomo la conversación y me giro a verle. Él me mira serio. —Hubieras seguido de largo.

—Mira, lo más probable podía ser que ellos abusaran de ti y luego intentarían matarte. —me dice sin filtro alguno y yo parpadeo estupefacta. —Por eso no quería ser un testigo.

Hay una tensión entre los dos que no puedo describir muy bien. Le sostengo la mirada con la mía, en realidad no hay algo que pueda hacer para ver la sonrisa de la noche anterior, me ha agradado bastante, sobre todo porque lo vuelve un tipo totalmente diferente.

—Qué manera de decir las cosas. —digo luego de unos segundos.

—Me gusta ser directo, bonita—levanta sus hombros. Empieza a caminar y yo voy detrás de él, tenemos que subir al mismo piso y eso me molesta un poco, no sé porque. Él me deja pasar primero cuando llega el ascensor, le agradezco pero al parecer no me escucha, cierra ambas puertas y aprieta el botón con el número diez. Nos quedamos en silencio mientras subimos los pisos, yo ensucio todo el ascensor con el agua que traigo de la tormenta, espero que el encargado no se enoje por eso.

Al llegar, él abre las puertas y sale primero, luego yo. Caminamos a nuestros respectivos departamentos sin dirigirnos la palabra, pero yo quiero sacarme una duda de la cabeza y giro mientras coloco la llave en el cerrojo.

—Ah... ¿Tú siempre tienes esa expresión en el rostro? —Él levanta la mirada y ahora no veo sus cejas fruncidas, está normal. Normal.

— ¿Qué? ¿Te da miedo?

Luego de eso, su expresión cambia totalmente, se aprecia una sonrisa totalmente preciosa, se le notan los hoyuelos, sus cejas ahora están más relajadas. Demonios, es el tipo de las mil caras. Como ve que no dejo de mirarle enarca una ceja y bajo de mi nube, niego con la cabeza intentando abrir la puerta, pero mis manos están tan mojadas que no logro hacerlo. Siento que se acerca a mí y me empuja suavemente, él lo abre fácil y me da una mirada.

—Me debes un favor, bella—dice abriendo la puerta.

— ¿Por lo de afuera? —pregunto curiosa, si pretende algo sexual lo voy a mandar a volar lejos. Él niega con la cabeza.

—Por abrir tu puerta. —Dicho eso se va a su departamento sin decirme nada más. Bueno, al menos siento que lo que me vaya a pedir no sea algo sexual. Espero que no.

Departamento A [ADAPTACIÓN | CNCO | CHRISTOPHER X Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora