Capítulo 9

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Suspiro mientras tomo la caja pequeña entre mis manos, lo observo unos instantes y luego alzo la mirada en dirección a los ojos de Erick, me suplica con los mismos, quiere que le cumpla el favor. Frunzo los labios y me hago la pensativa, aunque esa propuesta me tienta y quiero dar una respuesta rápida pero recuerdo que debo mantener la calma o voy a parecer una lanzada.

—Bien. —digo asintiendo. —Lo haré, pero solo porque me caes de maravilla, Christopher no tiene nada que ver en esto.

— ¡Gracias! En verdad. —me abraza y no puedo evitar sonreír ante ese gesto. Nos separamos y él me tiende un pedazo de papel con la dirección del trabajo del vecino. Erick vino para entregarle una correspondencia que le ha mandado a buscar pero en una carta que venía adjunta le informaba que debía ser entregada apenas pisaba tierra. Entonces, como él no puede hacerlo ya que en una hora sale de viaje con destino a Miami, soy yo quien debe llevarlo con el responsable. —Prometo recompensarte en cuanto regrese.

Se despide de mí y se va a paso rápido, se le nota nervioso y apresurado. Yo le saludo con la mano en alto y cuando desaparece me quedo mirando el paquete y la dirección. Muy bien, es hora de saber de qué trabaja.

En diez minutos salgo del departamento, tardé un poco debido a que no sabía donde quedaba esa dirección pero ahora ya sé, debo tomar el bus que va a mi trabajo pero tengo que seguir tres paradas más de las que estoy acostumbrada hacer rutinariamente. Cuando consigo estar en el medio del transporte, me coloco bien la bufanda sobre mi cuello, a pesar de que es otoño, hace mucho frío y ya hasta dicen que podría caer nieve los próximos días, ¡Qué loco! Observo por la ventana mientras intento encontrar la profesión de Turner, ¿De qué puede trabajar? ¿Integrante de la mafia, sicario, mecánico, doctor, gerente de un banco? No lo sé, realmente él es un misterio a la hora de saber en lo que se puede desempeñar.

Sostengo la caja entre mis manos mientras se encuentra apoyada sobre las rodillas, ¿Qué puede ser el contenido que tengo que entregarlo rápido? ¿Acaso es una bomba o el corazón de un animal? Viniendo de alguien cercano a Vélez puedo esperar cualquier cosa.

Concentro mi mente ahora en las paradas, ya he pasado la que siempre utilizo para ir a mi trabajo, así que faltan tres más, siento unos nervios en mi estómago y eso me hace fruncir el entrecejo; yo no soy ese tipo de mujer que se muere cuando ve al chico que le agrada, normalmente me muestro simpática, pero la realidad es que le soy indiferente. Sin embargo, ahora me siento una joven enamoradiza y eso me corrompe, me transforma en alguien que jamás he sido, es horrible.

Me levanto del asiento cuando veo que ya tengo que bajar del bus, frena en la parada siguiente y desciendo. Inhalo el aire fresco de otoño y decido caminar según la dirección que debo seguir. Me siento algo perdida en un momento entonces pregunto en una confitería, me dicen que es la calle siguiente y les agradezco. Sigo con el viaje hasta que me encuentro con el número de altura y la calle correcta. No, no puede ser. Esto es una escuela secundaria, ¿Chris trabaja en una escuela secundaria? ¿Qué?

Verifico que sea la dirección correcta, y lo es. No entiendo, no tiene pinta de trabajar en este ambiente, quiero decir, no tiene pinta de que trabaje siquiera. Como sea, camino hasta subir unas cuántas escaleras e ingreso, una joven se me acerca apenas me ve.

— ¿Necesita algo? —me dice mientras me quito la bufanda debido a lo cálido que está el interior. Lleva un dalantal color bordo, enseguida noto que es personal de maestranza. Le pregunto como localizar a una persona, entonces ella me guía al interior de la institución, me deja frente a una puerta que dice claramente "Sala de tutores", golpea suavemente y me abandona con una mujer que sale segundos después.

—Buenas tarde, busco a Christopher Vélez. —Ella me observa tras sus gafas enormes y me sonríe.

—Lo puedes encontrar ahora en el salón diez, está en el primer piso a la derecha. —me habla con una simpatía que me hace sonreír, le agradezco por su amabilidad, antes de marcharme le pregunto por las escaleras, me da las indicaciones con detenimiento, por un momento me siento una adolescente por la manera que tiene de hablarme. Le doy las gracias una vez más y decido ponerme en marcha. Guardo la bufanda en mi bolso y miro adelante.

Al encontrarme en el piso indicado, suena el timbre que me recuerda a mi momento de juventud, entonces veo que todos los adolescentes salen de los salones como si fueran cucarachas. Abrazo el paquete mientras me muevo entre la multitud, veo los salones y tienen un número, llego al diez y me detengo. Giro mi cuerpo y lo veo, termina de acomodar unos libros sobre el escritorio y los introduce dentro de su mochila. Christopher es profesor, ¡Mierda, es un profesor! ¿Quién lo hubiera creído? Espero paciente a que todos salgan del salón, lo miro mientras guarda seriamente sus pertenencias, cuando veo que no hay nadie, asomo mi rostro y él se fija en mí; se sorprende y cierra su mochila. Decido ingresar lentamente.

—Ah, Erick me ha pedido que te entregue esto ahora mismo. —lo deposito sobre el escritorio. Me quito el bolso poniéndolo allí también.

Él lo toma entre sus manos y lo inspecciona, yo doy un vistazo al lugar. Jamás se me ha cruzado por la cabeza esa profesión, realmente me ha dejado sin palabras.

—No sabía que trabajabas aquí. —le digo mirando, lleva una camisa con las mangas enrolladas hasta los codos y es a cuadros, tiene una camiseta azul francia debajo de ella; lleva un jean casi de la misma tonalidad. Su cabello, ¡Por dios! Está perfectamente peinado hacía atrás, presumiendo sus rolos y ondas al final. — ¿Profesor de?

—Historia. En realidad soy maestro suplente. —contesta sin mirarme, está concentrado en el paquete, se fija de donde proviene. Levanta la mirada y decide verme, trago saliva al sentir que dentro de mí se desata una ola de calor que invade mi ser, mis mejillas son las primeras en delatarme. Él sonríe y camina por mi lado con la caja en mano. — ¿Realmente has venido solo para entregarme esto? —lo oigo a lo lejos, doy media vuelta y me apoyo en el escritorio mientras veo que cierra la puerta del salón. Yo asiento.

—Erick me ha dicho que era urgente. —trato de defenderme, veo que él niega mientras muestra una de esas sonrisas tan jodidas que te pierdes en ellas. —Solo quise ser amable.

Viene a mí a paso lento, tiene una expresión pícara. Aprieto mis labios y deposito ambas manos sobre el borde del escritorio, mi trasero se apoya en el mismo. Se queda parado frente a mí, deja la caja a un costado del cuerpo; nos observamos directo a los ojos. Segundos después se inclina a mí y me quedo quieta, su cara se mueve a mi derecha y siento su respiración cerca de mi oreja.

— ¿Estás segura, bella? —pregunta en un susurro y yo cierro los ojos al sentir su loción, es embriagador. — ¿O querías verme?

Abro lentamente los párpados al oír eso, me quedo fijando la puerta pensando en qué responder. Bajo los ojos al suelo y él se aleja hasta volver a estar cara a cara, nos volvemos a mirar y él asoma una mano a mi rostro. Siento que no puedo decir o hacer algo, es como si me hipnotizara. Me acaricia la mejilla con sus dedos, yo no dejo de mirarlo cuando lo hace. No decimos nada, solo dejo que me mire y yo a él.

Sus ojos bajan a mis labios y por dentro me viene esa sensación realmente desconocida; la adrenalina se presenta en mí. Mi corazón bombea tan fuerte que lo siento por todos lados, mis labios dan un leve temblor pero creo que no llega a notarlo. Sin más vueltas, sin más misterios e intrigas u otras cosas, estampa sus labios contra los míos, uniéndonos en un beso desesperado. Me hago para atrás mientras él me toma de la nuca con una mano para no perderme de vista. La otra se aferra a mi pierna derecha y lo atrae para sí. Desliza esa mano sobre la misma hasta llegar a mi trasero y lo empuja para que tengamos mejor contacto.

Ahora la adrenalina se esparce por todos lados, trabaja como si fuera morfina y paraliza mi cuerpo.

Escuchamos el timbre y él se separa de mí para recuperar el aire, los dos respiramos agitados y nos damos un vistazo. Yo me encuentro sentada en el escritorio con las piernas abiertas y él en el medio de ellas. Oímos que golpean la puerta y yo desciendo del escritorio rápidamente, le doy la espalda. Entonces se abre y la voz de un tipo se hace presente.

—Vélez, ¿Aún sigue aquí? —le pregunta.

—Estaba hablando unas cosas con una colega que ha venido a visitarme. —le responde algo desganado pero se encuentra así por... — ¿Nos vamos?

Yo doy un gran respiro y decido voltear a verlos, agarro mi bolso, asiento y los dos nos ponermos en marcha.


Departamento A [ADAPTACIÓN | CNCO | CHRISTOPHER X Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora