Londres 25 de noviembre de 1830
La noche era oscura, tan oscura que su silueta desaparecía entre las sombras amparada por el sepulcral silencio que se perdía entre los callejones que rodeaban al sitio donde iba.
Una fina neblina acompañada su osada travesía que emprendió desde que puso un pie fuera del carruaje, su única forma de volver a la seguridad de su hogar lejos de aquellos barrios de mala muerte.
Se cubrió más con el abrigo mientras contemplaba el cartel raído y lleno de agujeros que colgaba de uno de los clavos de un viejo establecimiento."Bar El Descenso" leyó con dificultad.
Había llegado.Entró y se acopló a los cientos de hombres y mujeres que bebían diversos licores o como ella preferían apostar.
Las apuestas en el Descenso, eran de las mejores que habían, así como los juegos de mesa que para variar captaban la atención de mujeres y hombres de diversa índole, aunque la presencia de nobles estaba en auge.
En aquel lugar no había títulos que importen, solo el dinero te distinguía de los demás y claro qué tan generoso eras con tus apuestas. Vanesa (la amante de su hermano) la había traído por primera vez al Descenso, más para demostrarle porqué ella nunca encajaría en aquel bar que para motivarla a quedarse allí. Lo que la cortesana nunca imaginó es que a la dama le terminaría gustando.
No era un lugar feo, por el contrario tenía bastante clase para estar tan alejado del centro de la ciudad. Además no estaba sola, aunque su acompañante no fuera del todo de su agrado.
Alicia soltó un largo suspiro antes de sentarse en una mesa con dos caballeros como acompañantes, dando inicio a la ronda de apuestas.
***
—Gana la dama de rojo.—anunció el juez y 20 libras fueron depositadas en su modesto saco de billetes.
"Modesto" ¿enserio? nada de lo que ella tenía era modesto.
El caballero en cuestión al verse derrotado se marchó despotricando en su contra.Los hombres si que eran idiotas por subestimarla y después no conformarse con los resultados.
—Me retiró.—dijo haciendo un ademán para levantarse.
La noche había sido buena y las 200 libras que ganó, bastaban por ahora.
Estuvo a punto de ceder su puesto a alguien más cuando un hombre se sentó en frente suyo, dispuesto a retarla.
Otro tonto, pensó.
—No me negara está partida ¿verdad milady?.—el delicado acento inglés y recto proclamaba que su contrincante era un caballero de cuna, pero si eso no fuera suficiente toda su indumentaria también se lo clarificó a gritos.
Estaba vestido con telas muy finas y su traje era de una elegante confección, de color negro a medida que se ceñía a su escultural cuerpo.Cuando alzó su mirada y contempló su rostro, estuvo tentada a esbozar la típica o para plasmar todo su asombro. Se abstuvo gracias a los años de experiencia.
Frente a ella como la viva imagen de la galantería y el cinismo, se encontraba Adrien Miller, marqués de Grafton. Nunca habían sido presentados y por obvias razones él no la conocía, sin embargo aún así se vio en la necesidad de cubrir más su identidad con el antifaz que utilizaba.
—Lo siento milord, estaba por retirarme.—intentó excusarse sabiamente. Casi un año asistiendo a garitos de juego le había enseñado a fijarse muy bien en las reputaciones de sus contrincantes. Nunca se iba a ciegas aunque tuviera la victoria asegurada y en este caso había un 50% de probabilidad que ella perdiera.
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Apostando Por Tu Amor
Historical FictionSegunda historia de la Saga Londres de Cabeza. Advertencia: Para entender mejor está historia es recomendable leer la primera. Los Murgot son una familia bastante grande compuesta por cinco hermanos. Un caballero y cuatro hermosas damas. Alicia Mur...