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—¿Qué te parece este?.—Alicia se paseó por su habitación portando un vestido verde esmeralda que se ceñía perfectamente a su cuerpo, con un escote bastante pronunciado.

La cortesana en el sillón negó.

—Es demasiado para una fiesta de campo, recuerde milady que estará rodeada de muchas nobles, la mayoría muy remilgadas que se espantarán si la ven vestida así.—replicó Vanesa con ese tono autoritario que le daba aires a institutriz, aunque estuviera muy lejos de ser una.

Alicia se cruzó de brazos con una sonrisa burlona en el rostro. Era irónico escuchar a una cortesana hablar de recato y decencia.

—No me quiero ni imaginar la expresión de todas ellas si usará el vestido rojo.—comentó antes de acercarse a Ana, su nueva doncella para que le ayudará a quitarse el vestido.

Vanesa simplemente la escuchó sin emitir ningún comentario. No había mucho que decir, Lady Alicia no era una noble común y aprendía rápido. Unos cuantos concejos de su parte y la dama había logrado captar la atención del marqués. Vanesa estaba segura que incluso Madam Voulie (la amante de Lord Grafton y una cortesana de calibre) estaría sorprendida por su progreso.

—Supongo que este será.—Alicia decidió colocándose un nuevo vestido, uno beige con decorados en blanco y mucho más sobrio que el anterior. Un atuendo que la hacía lucir hermosa sin ser demasiado provocativo para no espantar a su basto público.

La dama sabía que esa fiesta de campo, era su momento ideal para atrapar al marqués. Hasta ahora su hermano le había permitido rechazar las propuestas de cortejo de otros caballeros, pero ese no era un lujo con el que pudiera contar toda la temporada.

Su madre ya empezaba a presionarla para que elija “esposo” entre alguno de los nobles que habían mostrado interés en ella, pero Alicia se negaba a hacer algo así.
La dama ya había planeado su futuro junto a Lord Grafton y no estaba dispuesta a olvidarlo tan fácilmente.

—Milady, se ve muy bonita.—la halagó Ana, a quien no le hacía ninguna gracia la presencia de la cortesana en la habitación. La doncella sabía que su señorita ya era de por sí muy impulsiva para que Vanesa Hutcher lo empeorará todo, motivándola a hacer una locura como entregarse al marqués. Era un movimiento muy arriesgado, pero Lady Alicia estaba empeñada en conseguir su objetivo a toda costa y eso le preocupaba.

—Muchas gracias, Ana.—sonrió la dama mientras se paseaba por la habitación probándose diversas joyas que combinarán con el vestido.

Alicia se encontraba muy motivada; hace unos días había recibido una carta del marqués confirmándole su asistencia a la fiesta de campo de la duquesa de York junto con una propuesta muy tentadora.
Había hablado con su madre y juntas afinaron los detalles de su plan. La marquesa se había encargado de conseguirle una licencia especial y lo único que ella tenía que hacer a cambio era pasar una noche con el marqués, su futuro esposo. Obviando el escándalo su plan era perfecto.
Nada podía salir mal.

***

Una hora después.

Jonathan se había quedado solo en el despacho de Glamorgan, mientras su amigo iba en busca de unos documentos.

El marqués de Somerset, el padre de Anthony había salido nuevamente del país y su amigo tenía que afrontar las responsabilidades del marquesado y el cuidado de sus hermanas.
Jonathan sabía que lo que más le preocupaba a Glamorgan no era precisamente los negocios sino las gemelas, en especial Lady Alicia, quién adoraba romper las reglas.

La desfachatez de la dama era legendaria.
Desde que la conoció cuando se hizo amigo de Anthony y empezó a frecuentar la casa de los Murgot, Jonathan fue testigo de las locuras de Lady Alicia. A sus trece años la dama había espantado a varias de sus institutrices, aludiendo a su falta de interés en sus enseñanzas.

Apostando Por Tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora